Las casas de los maestros.
El artículo 52 de
la Ley de Educación Primaria de 1945 establecía que la construcción de edificios-escuelas y viviendas para el
maestro era una función esencialmente municipal y solo por la Ley de
Construcciones Escolares de 22 de diciembre de 1953, el Estado asume un papel
más destacado como promotor directo, junto a los ayuntamientos. La aprobación
del plan de construcción de escuelas de 1956 y la inauguración de la Junta
Central de Construcciones Escolares de enero de 1957, dio como resultado que
vieran la luz gran cantidad de grupos escolares a lo largo de la geografía
onubense.
Muchos maestros del grupo
disfrutaron además de una vivienda oficial.[1] El resto recibía una pequeña
cuota en concepto de compensación, bien para sufragar su propio alquiler, bien
para afrontar los gastos de sus viviendas en propiedad.
En junio de 1955 se solicitan de
nuevo ayudas al Ministerio para obras de mejora en el centro, aunque la
parquedad de la referencia no nos permite profundizar más[2]. Quizá desde este momento se estuviera pensando en
la posibilidad de construir viviendas para los maestros, de acuerdo con la ley
de 22 de diciembre de 1953 y las órdenes de 10 de febrero y 27 de agosto de
1954.
Pero las ocho casas de maestros
construidas en el recinto del Grupo Escolar no se levantaron hasta mediados de
la década de los 60. No hemos podido documentar, en los archivos locales, la
fecha exacta de inauguración ni las aportaciones municipal y estatal, en este
último caso si la hubo. Si en cambio la realización de las obras a través del
recuerdo de los alumnos de aquellos años.
Entre los pocos datos que hemos
podido recopilar en este asunto, sabemos que en 1973 las casas de los maestros
aún no disponían de agua potable:
«La
acometida del agua, para el servicio de las casas de los Sres. Profesores es
también una necesidad urgente, pues entendemos que ellos deben beneficiarse
también como cada vecino del inmejorable abastecimiento de agua que llega ya a
todas las casas del pueblo»[3].
A finales de la década de los 60
ocupaban las ochos casas de maestros Antonio
Cuevas, Casiano Hidalgo, Francisco Javier Almonte, Severino Fernández y
su esposa Mercedes Rodríguez
Piñán, Carmen
Fructos, Águeda Díaz Barragán y Dolores Arroyo Medina.
En los primeros 70 las habitaban
Dolores Arroyo Medina, Águeda Díaz Barragán y dos familias numerosas, la de
José Zamarreñó y Pilar García, y la de
Josefa Parreño, que pudieron ocupar dos viviendas anexas[4]. Tras la marcha de Águeda Díaz
en ocupó su plaza y su vivienda Mari Cruz Ponce Vázquez y su esposo, el también
maestro Francisco Mendoza Cejudo.
A los ojos de los alumnos, vivir
en el propio recinto escolar era un
castigo doble:
«Al otro lado del colegio, en la zona que da a la
carretera de Calañas, estaban situadas las casas de los maestros, cuya parte
trasera miraba a la calle Madrid. Eran viviendas pequeñas y, al menos en su
planta baja, de la que nunca pasé, poco
luminosas. Se nos hacía extraño que nuestro maestro viviera dentro del recinto
escolar, y a nuestros ojos parecía un castigo del que afortunadamente nosotros
nos habíamos librado».[5]
Como conclusión de este apartado
de construcciones escolares, podemos afirmar que las obras de reparación del Grupo
Escolar en los años del franquismo fueron escasísimas y siempre obras menores.
El diario ABC narraba unos años
después, en 1977, el olvido que Valverde del Camino tuvo ante las autoridades
educativas, de cara a la mejora del Menéndez y Pelayo, lo mismo que del
proyecto de Instituto de Enseñanza Secundaria:
«El único colegio nacional de Valverde, el Menéndez y
Pelayo, considerado como el santa sanctorum de la enseñanza y que
verdaderamente merezca el nombre de tal, por su construcción, su situación y
capacidad y por el mismo que en él ponen los valverdeños, fue construido
durante la II República, en 1934, sin que el Ministerio tuviera que hacer, en
los últimos cuarenta años, más que una pequeña ampliación a efectos de levantar
algunas aulas para niñas, ya que el grupo escolar José Nogales[6], edificado en
los años cincuenta con un presupuesto de 300.000 pesetas, además de insuficiente y mal planteado, se situó sobre un
cerro, de tal forma, que el campo de juegos infantiles queda en una de las
cuestas más pronunciadas de la población.
Se puede
deducir, con los datos en la mano, que desde 1960 a 1973, la Junta Provincial
de Construcciones Escolares de Huelva, realizó en la provincia inversiones por
un total de setecientos veintitrés millones setecientas setenta mil
cuatrocientas quince pesetas, sin que a Valverde del Camino le correspondiera
ni un solo céntimo, a efectos de centros escolares.
Así, pasada la
primera sorpresa en el Gobierno Civil de Huelva ante la decisión cientas quince
pesetas sin que a Valverde el gobernador se entrevistó el pasado lunes 27(sic),
con todos los miembros de la Corporación, que sin desistir de su postura de
mantener el cese, aceptaron dar un compás de espera con vistas a ser recibidos
en Madrid, tan pronto quede formado el nuevo Gobierno, por el ministro de
Educación y Ciencia».[7]
Aún quedaban por resolver algunos
inconvenientes constructivos, como el muro de la calle Madrid. Incluso a
finales de los años sesenta seguía siendo un
terraplén. Los setos habían alcanzado enorme altura, pero su continuidad
solo podía producir accidentes. En 1969, Manuel Medina sugirió la conveniencia de reparar la valla, o mejor de
sustituirla por el muro correspondiente.[13]
Cuatro años después, siendo ya director del
centro, el problema continuaba:
«El
cerramiento de la parte derrumbada de la calle Madrid es necesario quede en
condiciones, para evitar que no solo los niños sino las gentes transiten por
allí sin el menor respeto a cosa acotada. Además, el aspecto de abandono, con
aquellos escombros sin retirar aún de la citada calle, hace que algunos vecinos
de la misma, sin el menor escrúpulo, echen sus basuras dentro del recinto, lo
cual puede comprobarse a simple vista»[14]
Vista aérea de Valverde con el
Grupo Escolar y el Valle de la Fuente poblado de naranjos. Por iniciar las obras de la barriada Inmaculada
Concepción
[1]. A.M.V. / L.A.C. de
1969, 7 de noviembre. Los maestros Francisco Mendoza, Juan Luis Duque y
Juan Bautista Cruz solicitaban autorización para diversas obras de
acondicionamiento en las viviendas que les habían sido asignadas.
[2]. A.M.V./L.A.C. de 1955, 25 de junio.
[3]. A.C.M.P., Acta de 24 de octubre de 1973.
[4].
En el primer caso, debido a que los dos miembros del
matrimonio eran maestros. En el caso de Josefa Parreño, por un acuerdo con
el también maestro valverdeño Juan Cruz
Cera.
[5]. ARROYO BERMEJO, L.,
2012.
[6]. Actual Guardería
Municipal.
[7]. ABC. Viernes 1 de
julio de 1977, p. 21. Errata notable en el tercer párrafo.
[8]. L.A.C. de 1958, 3 de
noviembre. Propuesta del secretario para el plan provincial de construcciones
escolares.
[9]. A.M.V./L.A.V. de 1960,
25 de noviembre.
[10]. A.M.V./L.A.C. de 1963,
23 de abril y 26 de mayo.
[11]. A.M.V./L.A.C. de 1970,
4 de diciembre.
[12]. Por el Menéndez,
Manuel Medina, Fausto Arroyo, Teodoro González, Francisco Romero, Antonio
Rivera y Fernando Gómez. Por el Grupo
Escolar José Nogales, Francisco Mora Arrayás, Rafael López Muñoz, Jerónimo Nogueroles, Manuel Rojo
Jiménez, José Arrayás Arroyo, Luis Retamero Fernández
y Manuel Orihuela Morales. Las maestras
de niñas eran María Ruiz, Carmen Sevilla, Amalia Barbosa, Carmen Peña y Antonia
Pérez Aparicio. Esta última de la escuela unitaria de niñas, inscrita dentro
del Taller-Escuela de Formación Profesional, dependiente del Ministerio de
Educación Nacional. Relación manuscrita de los maestros de Valverde del Camino.
Leg. 360.
[13]. A.C.M.P: Libro de
actas. 1969, septiembre, 25.
[14]. A.C.M.P: Acta de 24 de
octubre de 1973.