VALVERDE DEL CAMINO A FINES
DEL SIGLO XIX. EL URBANISMO
Juan Carlos
Sánchez Corralejo
Facanias.
Especial de feria. 2023
http://historiavalverde.blogspot.com/
LA EXPANSIÓN URBANA
Desde principios de la década de 1870, la ladera de las Peñas se convierte en un
punto demandado. Varios vecinos solicitan y obtienen del ayuntamiento parcelas
gratuitas, de cinco a ocho varas de largo para levantar sus casas: Manuel Boza,
José de la Cruz Márquez y Manuel Limón.
Posteriormente Román Vélez Ramírez solicita un pedazo de terreno en los valles,
junto a la estación, en el llamado Pozo de Cuchillitos.
Igualmente la calle Coronada es otro
espacio en expansión, ya que constituía el límite noroeste del caso urbano.
Se piden solares en la calle Camacho,
concretamente en el Cantón y la Cruz. de forma paralela, se inició el proceso
de abovedamiento particular del caño de los Esteros, en la parte
correspondiente a las traseras de las viviendas de varios propietarios de las
calles Camacho y Abajo, con la justificación de ampliar los corrales –limitando
eso si los derechos de servidumbre-, con la condición de que la alcantarilla o
bóveda con que cubra el caño habrá de tener la luz necesaria para dar fácil
salida a las aguas que discurren por el caño aún en las mayores avenidas.
Otras áreas de crecimiento urbano se
localizaban en la calleja de Santa Ana, y en la placeta
situada al final de las Calles
Carpinteros y Matadero.
El
espacio comprendido entre los pozos de
los Álamos y del Encuentro es otra zona de expansión municipal. El
Encuentro respondía a una vieja tradición local: el Viernes Santo se celebraba la procesión del mismo
nombre, con salida de la Dolorosa
desde su ermita y del Nazareno desde
la Iglesia Parroquial. Desde un balcón de la Calle de Arriba, el predicador cuaresmal platicaba el sermón del
encuentro entre Jesús y su Madre, en la calle de la Amargura
La separación entre Valverde y
Triana se prolongó hasta la década de 1940. Entonces se inició
la construcción del colector del barrio de Triana. A mediados de 1944 se
comienzan las gestiones para la construcción de una nueva barriada por parte de
la Obra Sindical del Hogar, en los terrenos anexos al Pilar Viejo, situados
entre la carretera de San Juan a Cáceres y el trazado del ferrocarril de Buitrón
a San Juan del Puerto, en terrenos donados por el ayuntamiento: se trata de las
24 viviendas protegidas que llevaron el nombre de Barriada Nuestra Señora del
Reposo, construidas por Carlos Reyes Martín, e inauguradas en julio de 1946.
LAS CALLES
Ley orgánica Municipal de de 2 de octubre de 1877, en su capítulo III, título 2º,
conminaba a la división de los pueblos en secciones para elegir, mediante
sistema de sorteo, un número de asociados, idéntico a los miembros del
consistorio, para formar, junto a los ediles, la Junta Municipal, de nombramiento anual. En Valverde, el
ayuntamiento procedía a designar vocales por cada sección en proporción a las
contribuciones. Aquí vemos el callejero
y su distribución por secciones:
Sección
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Calles
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1º
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Real
de Arriba, D. Pedro Castilla, Duque, Jesús y María, y Peñas
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2ª
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Sol,
Luis Fernández, Cuatro Casas, Martín Sánchez, Santa Ana y Casa del
Ferrocarril
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3ª
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Andrés
Blas, Callejón de Andrés Blas, Arrabales, Sevilla, Matamoros, Real de Abajo
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4ª
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San
Sebastián, Camacho, Peñuelas, San José y Retiro
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5ª
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Trinidad,
Nueva, Espiga y Coronada
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6ª
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D.
Rodrigo Caballero, General Fernández Bernal, Matadero, Carpinteros, Plaza y
“Afueras de la Población”
|
El
general Bernal logró que su fama militar fuera refrendada con la concesión de una calle central del caserío. Por gracia municipal
de 23 de noviembre de 1895, la conocida secularmente como calle de La Fuente –a
veces llamada de Las Fuentes- pasó a denominarse calle General Fernández Bernal,
aunque no fue rotulada como tal nombre hasta un año después, en noviembre
de 1896. Con esa intitulación permaneció hasta agosto de 1936.
En 1897, Lucía Ramírez y Juan
González Quintero dan
nombre a la calle Estación. La calle
Estación estaba dividida en tres secciones o partes. Ello daba lugar a
bastantes confusiones en los documentos oficiales y en cuanto a la adscripción
de sus vecinos. Se trata de dos valverdeños del siglo
XVIII que hicieron “donaciones de importancia al Hospital de la Misericordia”,
un presbítero y una feligresa. Por esa razón, el 17 de julio de 1897, el
ayuntamiento decide rotular con sus nombres sendas calles de Valverde. Desde
entonces se llamaría Lucía Ramírez a
la sección primera de la calle Estación, y, a la segunda sección, Juan González Quintero. Quedaría una tercera sección que seria
la propia “Estación” del ferrocarril.
El
tramo desde la calle Nueva hasta la Calle de Coronada era conocido vulgarmente
con el nombre de “Calle Espiga”. El
ayuntamiento acepta aquel nombre que le habían dado los vecinos y convierte en
oficial la antigua denominación popular.
En
enero de 1898, el nuevo ayuntamiento valverdeño, siguiendo la tónica habitual
del turnismo tiene mayoría liberal. A propuesta del alcalde y procurador del
Juzgado de Primera Instancia, Manuel Márquez Bernal,
la calle de Arriba pasa a denominarse Calle Sagasta a fin de reconocer al
presidente del Consejo de Ministros “sus relevantes méritos y servicios”,
mientras, de forma paralela, el concejal José Antonio Marín Arrayás, igualmente
procurador, pidió para Canovas del Castillo renombrar para su
recuerdo la antigua calle de Carpinteros.
Todos
estos cambios de nomenclatura eran enviados al Boletín Oficial de la Provincia y comunicados, asimismo, al Notario
y al Registrador de la propiedad. De manera coetánea, la policía local recibió
el mandato de revisar todas las calles con el propósito de proceder a colocar los
nombres y números de gobierno. Desde el verano de 1897 hasta enero de 1898 se
llevó a efecto la numeración provisional de los edificios del pueblo y la
rotulación de las calles y de las plazas: se colocan los nombres
indicadores a las nuevas calles (Espiga, Lucía Ramírez, Juan González, Cánovas
y Sagasta) y a aquellas que necesitaban reformas. En enero de 1898, el
ayuntamiento había invertido en tal menester 117 pesetas en jornales y compra
de cal y arena.
Calle Real de Arriba. Comienzos del siglo XX. Valverde a través de la fotografía, pág.. 160. Aut. Ezequiel Forcada
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Calle San Sebastian. Finales del siglo XIX. Valverde a través de la fotografía, pág. 175. Aut. Manuel Borrero
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CALLES EMPEDRADAS
El
capitulo VI de presupuesto iba dedicado a Obras Públicas, siendo el cuidado de
las calles y de los edificios públicos su principal cometido.
En
estos mismos días, se acordó la reparación
del empedrado de las principales calles: en 1896 la calle Nueva por 472 pesetas. Le siguió el empedrado de la
calle Matamoros. Ambas fueron adjudicadas
a Juan Hidalgo Arroyo por la cantidades respectivas de 190 y 498 pesetas. La calle Nueva se dotó de 74 m2,
según el informe de la comision de obras auxiliada por el perito albañil Juan
Santos Álvarez Morián. La reparación del empedrado de
la calle Matamoros, cuantificada en 498 pesetas, se elevo finalmente a 537 pesetas, al
incluirse 48 metros cuadrados de nuevo empedrado.
También
se procede a la reparación de los empedrados de las Calles San Sebastián, Coronada y el de la parte alta de la calle General Bernal, a través del sistema de
subasta pública. Poco después se mejoran
los empedrados de la calle Retiro –actual Casas Solas- y el
de la parte baja de la calle del Duque,
mediante el sistema de administración.
Se
revisa el empedrado de la “Calleja de
las Brujas” por un monto de 67 pesetas. La obra de la calle del Duque importó 494 pesetas y
media: la de la calle Retiro, 335 pesetas; la de la calle Sol, 115 pesetas y el final de la calle D. Pedro Castilla, 108 pesetas.
La
reparación del empedrado de la parte
alta de la calle General Bernal se elevó finalmente a 1.514 pesetas. Juan Jose Dominguez Lorca
recibió la adjudicación definitiva de la obra de empedrado y de la prolongación
del caño de la misma por valor de otras 750 pesetas.
La
reparación del empedrado de la calle San
José se elevó a 574 pesetas.
En
febrero de 1897, se reparan los finales de las calles “Sol y “Martín Sánchez” y
se pide presupuesto para reparar el empedrado de las calles “Arrabales Grandes” y Arrabales Chicos”. que se elevó a 426
pesetas.
En
el verano de 1897, se afrontó la reparación de la parte baja de la calle de “Las Peñas” por valor inferior a 500
pesetas, de enorme importancia al tratarse
de una de las entradas del pueblo;
se reparó el trozo entre la esquina del número diez de la de Real de
Abajo hasta D. Rodrigo Caballero,
por administración, al tener un precio
inferior a las 500 pesetas y estaba en estudio el empedrado de la calle Peñuelas, que finalmente supuso un gasto
de 305 pesetas. En el otoño de 1897, se amplio
en 75 m2 más. En enero de 1898, se mejoró el
empedrado del final de la Calle del
Duque con una inversión de 243 pesetas.
En
abril de 1898, se reparan el empedrado de las calles Andres Blas y Santa
Ana y el caño de esta ultima, junto a la casa de D Diego Bull.
En
el verano de 1898, se ve la necesidad de mejorar el empedrado de de la Calle
General Fernández Bernal, desde la esquina de la calle Matamoros; el de la calle Andrés Blas; la calleja de paso desde la
Calle Santa Ana a la de Martín Sánchez.
El espacio comprendido desde la plaza
del Coso, calle Arriba hasta la salida del Dolor era la ubicación natural de los vendedores de efectos, dulces y juguetes, de la primera feria de agosto de nuestra
localidad, que se prolongó desde 1845 a
1851.
LA PLAZA DE LA
CONSTITUCIÓN
La Plaza
de la Constitución, espacio central de la vida de los lugareños, se dotó de
un candelabro de hierro fundido dotado de cinco luces, que supuso un desembolso
de 625 pesetas, y que, sobre todo, confirió de enorme dignidad y modernidad a
la antigua Plaza del Coso. Además, el consistorio adquirió 22 palos que debían
servir de pontones de los nuevos arboles de la misma,
y se ocupó de reparar
las farolas del alumbrado público, por un coste de 129 pesetas.
En el último tercio del siglo
XIX, la iluminación pública de las calles de Valverde y de sus Casas
Capitulares, se realizaba a gas, con la mera contratación de un sereno. El
ayuntamiento destinaba a tal menester 200 escudos, sin perjuicio del remate de
la subasta del alumbrado público, aunque el contratista no siempre cobraba con
regularidad.
EL ARBOLADO
En
1897 se dedican 66 pesetas para la construcción y reparacion de juntas de madera
para el arbolado de los paseos. En 1898, se acordó plantar
árboles desde el frente en la parte baja de la calle General Bernal,
concretamente desde la calle Nueva, hasta la esquina de la calle D. Rodrigo
Caballero. El cabildo aspiraba de dotar de
arbolado a todos los paseos de la localidad.
El
riego del arbolado de los paseos tenían su coste. En el verano de 1897 supuso un
gasto de 8 pesetas mensuales.
En
diciembre de 1898 fue necesario reponer algunos de los árboles perdidos tanto
en la Plaza como en la calle General Bernal.
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Plaza de la Constitución con el candelabro de Hierro fundido de
5 luces. Valverde
a través de la fotografía, pág..
156. Aut. Jose Manuel Vizcaíno
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LA TORRE DE LA
IGLESIA
De
forma coetánea, se colocó el pararrayos
de la torre de la Iglesia parroquial. Costó 400 pesetas que fueron abonadas,
por mitad: del capítulo de imprevistos, 200 pesetas y la otra mitad por parte
de la fabrica parroquial. El ayuntamiento afirma sentirse obligado a
contribuir, junto a la parroquia, para preservar de algún peligro a los fieles
que acuden al templo y aprovechando la oportunidad de hallserse en esta
población el industrial belga Mr. Parfonry, cuya circunstancia hará menores
gastos, las especificadas 400 pesetas.
El establecimiento del técnico belga Joseph Parfonry de Hotton, especialista en
pararrayos “patentados y premiados en las Exposiciones de París y Gante”, se
localizaba en la calle Gran Capitán, actual avenida de Constitución, de
Sevilla. Fue proveedor del Infante Antonio de Orleáns, y de las Iglesias y
Catedrales de las Archidiócesis de Sevilla y Granada y de las Diócesis de
Córdoba y Málaga.
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Casa Parfonry. Calle Gran Capitán. Sevilla
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A
través de los apuntes de Antonio Rico,
M. Cayuela esbozaba estos datos en esvalverde.com: «En
los años noventa del siglo XIX, el belga "mister Panfourry", con la
ayuda del albañil valverdeño apodado "el Coquina" instaló en lo alto
de la torre de la Iglesia un pararrayos. El montador belga Panfourri había
venido a Sevilla a montar maquinaria a la fábrica de Cervezas de Cruzcampo
Asimismo
se acordó colocar otros dos pararrayos en cada una de las doss escuelas
públicas de niños, a razón de 140 pesetas cada uno.
EL
ALUMBRADO PÚBLICO
El servicio de alumbrado público era sometido
a subasta. En el año econónico 1897/1898, el contratista del sistema de
alumbrado público de petróleo era Manuel
Mora Alamillo, por la cantidad de 2.390 pesetas. Fue su fiador Isidoro López Mora. En
1898, la subasta del servicio de alumbrado público recayó en Francisco Buenafé Caballero por la
cantidad de 2.490 pesetas.
El
cabildo se ocupaba de la reparación general y la pintura de las farolas y
pescantes del alumbrado público.
En
1900, la iluminación eléctrica había llegado a 33 localidades andaluzas, entre
ellas 7 capitales de provincia. Huelva y Almería eran las provincias con menos
poblaciones iluminadas y con menos factorías productoras, pero desde los años
iniciales del siglo XX nacen las primeras eléctricas de la provincia de Huelva
como Electro Serrana de Aracena, o la
fábrica de la luz de Faustino Moreno, de Encinasola, en 1903, nacidas
como iniciativas comunitarias que poco después serian absorbidas por la empresa
Santa Teresa (1902), el gigante serrano de la
electricidad. En 1904, Tomás
Gallart González fundó la primera
central eléctrica de Valverde o “fábrica antigua”, bajo la denominación de
Nuestra Señora del Reposo y mantuvo el
contrato de alumbrado público hasta el bienio 1924-25.
LOS POZOS PÚBLICOS URBANOS
De
la misma manera, era periódica la reparación
de las Fuentes y Pozos públicos. El ayuntamiento debía reparar el piso y los brocales de los pozos públicos. Valverde dispone del Pozo del Concejo, frontero entre la esquina de la
Calle Camacho y las calle Peñuelas; el Pozo de Benito Pérez, en la calle Rodrigo Caballero; el Pozo de Santa Ana, junto al antiguo mesón de Luis Hernández; el Pozo “Juan”, el del
Cagajón y, ya en la salida de la población, los pozos del Encuentro, de los Álamos,
o de El Paraíso.
No obstante, sus
denominaciones fueron cambiando con el paso del tiempo: en ocasiones se
habla también del Pozo Nuevo, y del Pozo viejo.
En septiembre de 1897,
el ayuntamiento acordó colocar una
tapadera en el pozo público denominado “La
Tumba”.
Existieron
además pozos públicos en la calle Trinidad y en la calle
Sagasta, al final de la calle Arriba.
En marzo de 1897, se repara el brocal del
Pozo del final de la calle Arriba, por 23 pesetas y media.
En el otoño de 1898 se procede a la limpieza de los pozos públicos de la Calle
General Fernández Bernal.
Los pozos de las calles Trinidad y Sagasta son reparados y se pintan sus
brocales de hierro.
De nuevo fue reparado el brocal del pozo de la calle Trinidad.
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El
antiguo Pozo de Benito Pérez
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PILARES ABREVADEROS
La misma obligación municipal se extendía a los
pilares o abrevaderos de ganados: el
pilar Viejo, el pilar del Callejón
de las Adelfillas o el nuevo pilar del Rollo. La construcción del
pilar del Rollo en 1888, modernizado con la colocación de una bomba en el pozo
El Paraíso, y la reserva de rastrojos y pastos para los ganados que se traían a
la feria de agosto, multiplicó las transacciones de ganado mular, vacuno y de
cerda.
En febrero de 1898, la limpieza del Pilar público del Rollo supuso un gasto municipal de 15 pesetas.