EL
SEXENIO DEMOCRÁTICO (IV)
Juan Carlos Sánchez Corralejo
Actas
de las VII Jormadas
de
Patrimonio de El Andévalo, págs. 161-165.
GUERRA Y GUERRILLAS CARLISTAS
LA OTRA CARA DE LA REVOLUCIÓN: PARTIDAS
CARLISTAS E INSURRECCIÓN REPUBLICANA DE 1869.
La difusa raya entre las provincias de Huelva y
Badajoz fue un foco carlista a lo largo del siglo XIX con epicentro en
Fregenal de la Sierra, Hinojales, Encinasola, Cumbres Mayores y Cala. Ya en la
Primera Guerra Carlista hubo una partida en Fregenal, y desde 1835 se
reforzaron las milicias urbanas antirrevolucionarias en los pueblos
dependientes de la capitanía General de Badajoz, como Mérida,
Almendralejo y Fregenal, siendo necesario el reparto de armas, y se dejó sentir la partida
del General Gómez, llegada desde Badajoz y el norte de Sevilla.
Ahora, en el Sexenio, parecen dominar partidas cuyos cabecillas proceden de
Madrid o de Sevilla, que se dedican a “recogen fondos” para sus fines. Dice
la teoría que las partidas carlistas solían estar formadas por elementos del
mundo rural, aunque a día de hoy no tenemos datos concretos sobre la identidad
de los guerrilleros.
El proceso de reclutamiento y adoctrinamiento debió ser similar al de otras
latitudes: las partidas carlistas
entraban en las poblaciones dando vivas a Carlos VII y leyendo proclamas, con la intención de buscar adhesiones que no
siempre lograban, mientras las fuerzas liberales respondían cantando el himno de Riego o el Trágala,
símbolos de la resistencia frente a las monarquía absolutista. Entre los jefes
carlistas, se observa la presencia de
brigadiers y coroneles,
tenientes, algunos sargentos y comandantes, algunos curas y no pocos nobles, de
modo que el brazo militar se encargó de ejecutar el
ideario tradicionalista liderado por muchos curas.
Las milicias
urbanas o voluntarios de la libertad
se convirtieron en muchas localidades en unidades de contención del movimiento
carlista y en defensores de la Constitución de 1869. Las hemos documentado en Zalamea, Almonaster, Valverde, Alosno,
Calañas o El Cerro.
El
adoctrinamiento carlista. Crítica de los procedimientos de los arlista para aumentar sus filas
Caricatura
publicada en la revista satírica La Flaca (2ª época), nº 50, 30 de enero de
1873.
Existe una dificultad, la de la confusión entre las verdaderas partidas
carlistas con actividades de simple latrocinio. En ocasiones, la prensa
liberal-progresista habla de partidas latro-facciosas[1]. Al asociarlas con
bandidos y contrabandistas, buscan desacreditar su ideario. Ello dificulta a
menudo la catalogación de partidas entre verdaderamente carlistas o
facciosas.
Durante la Regencia de
Serrano-Prim, las dilaciones en la
elección de un nuevo rey abrieron esperanzas que dieron lugar a las partidas
carlistas del verano, y el intento de insurrección republicana del otoño. Desde
los primeros meses de 1869, en muchas regiones de sentimiento carlista, hay
conatos de insurrección, y desde mediados de año movimiento de
partidas en la mitad septentrional.
Desde abril, se habla de manejos carlistas en la raya portuguesa,
apoyados por el partido miguelista del reino vecino, que obligaron a “medidas
extraordinarias de vigilancia en la frontera” y al estacionamiento de fuerzas
en Trujillo, Villanueva de la Serena y Mérida, y al reparto de armas entre la
población civil.
También hubo insurrecciones republicanas y partidas carlistas en la Capitanía General de Andalucía y Extremadura[2].
En el verano de 1869, de forma paralela a la
abdicación de Isabel II en su hijo Alfonso, se formaron partidas republicanas
en Sevilla, en el barrio de Triana, dirigidas por el comandante Daniel Fernández Maza[3],
que pretendieron extenderse a Sevilla, Huelva y Cádiz.
La partida de Maza fue
perseguida por una columna de carabineros. Llegó a la Sierra de Aracena con
unos 40 ó 50 componentes. Estuvieron en Santa Olalla y varios pueblos de la
Sierra exigiendo estipendios a los alcaldes[4]
y soliviantaron la protesta
campesina en Villalba y Manzanilla. Fue
dispersada, en término de Paterna del Campo. Maza fue, al parecer, apresado en Valverde el 10 de
octubre a las ocho de la mañana por el somatén dirigido por el alcalde segundo
José Torres Díaz y el regidor Cristóbal Arrayás Macías[5],
aunque otras fuentes informan de que sus líderes escaparon vía marítima por
Moguer, y otros por la frontera de Portugal.[6]
La presencia de partidas carlistas en
Andalucía se retrasa a finales de
de agosto: la prensa habla de rumores de formación de partidas carlistas en
Sevilla y Huelva. Unos las situaban en los
alrededores de la Cartuja y el cementerio de San José, otros de forma genérica
en la provincia de Huelva[7].
A principios de septiembre, los altercados se focalizan en la frontera entre Huelva y Badajoz: el
párroco de Zufre[8] fue atacado por “turbas furiosas
ganadas por la propaganda protestante profiriendo mueras contra el anciano presbítero”,
quien fue defendido por sus propios fieles, que formaron un antemural en torno del
párroco, impidiendo que cumplan sus amenazas los que se dirigen al presbiterio
para realizar sus atroces designios[9].
Un mes después, en octubre, llegó
a la misma zona el sargento D. Luis
Nieto[10],
procedente al parecer de Madrid, con objeto de crear una partida carlista. De
ella solo sabemos que fue dispersada en Zufre por la columna de Carabineros de Monesterio[11]. Quizá su cabecilla era
D. Luis Nieto Rodríguez, sargento del Ministerio de la Guerra, que un año
antes, concretamente el 29 de septiembre de 1869, ofreció sus servicios a la
Junta Revolucionaria de Madrid.[12]
Entonces, apenas extinguida la rebelión carlista, estalló la insurrección republicana del otoño de 1869, nacida, en opinión de López Cordón, de la desilusión de unos
sectores que esperaban que el Gobierno hiciera frente a la crisis agraria, y
fuera capaz de abolir las quintas y los consumos, pero que vieron escamoteadas sus ilusiones[13].
En Huelva, en paralelo a
la partida carlista de Luis Nieto en la Sierra, la Cuenca Minera parece estar
en pie de guerra en octubre: Se teme en
Huelva que invadan la capital mil trabajadores de Río-Tinto, frente a una
guarnición de apenas 200 carabineros, ya
que el resto había salido para Almadén en
persecución de una partida[14]. La causa del malestar minero era la falta de salarios, que no recibían desde finales de 1868,
cuestión que fue llevada a las cortes en febrero de 1870 por Francisco Díaz Quintero, diputado
progresista por Huelva.
La represión contra aquellas partidas republicanas y
carlistas fue militar e ideológica: El Gobierno resucitó la ley marcial de 17 de abril de 1821 y las cárceles se llenaron de carlistas y republicanos. Las
milicias urbanas o voluntarios de la libertad se convirtieron en muchas
localidades en unidades de contención del movimiento carlista y en defensores de la Constitución de 1869, en los focos
principales del movimiento, sí, pero también en el sur: rondaban las calles
armados y reprimían a los vecinos que encontraban dando voces contra el gobierno. Los gobiernos civiles procedieron a la depuración de concejales afectos al republicanismo en
octubre de 1869. Más tarde vendrían los mecanismos de la llamada democracia conservadora[15]. En la provincia de Huelva hubo dos militares recompensados por estas algaradas: Jiménez Bellido y Félix de
Castro, comandante y capitán de carabineros, respectivamente.[16]
Tras las elecciones municipales
de 1870, hubo de nuevo algaradas republicanas y carlistas: en las algaradas republicanas se escuchan vivas
a la república federal y mueras a la monarquía en varias capitales españolas. En paralelo, desde febrero de 1870 se alentaba una pronta vuelta
a la guerrilla carlista[17].
Por lo pronto, se suceden manifestaciones en diversos lugares, que
comienzan en la capital de España[18], y pequeños conatos o micro-motines carlistas
locales, alentados por la prensa afín que sigue hablando de las iniciativas de
Carlos VII y de la reunión de Vienne, cerca de la frontera de Suiza, donde se
habría decidido crear una nueva suscripción general a fin de montar un gran
ejército para una insurrección general en abril[19]. Frente a esos intentos,
no tenemos noticias de algaradas
carlistas en el solar onubense en 1870.
LOS
INICIOS DE LA TERCERA GUERRA CARLISTA (1872)
La Tercera Guerra Carlista[20]
enfrentó entre abril de 1872 y 1876 a los partidarios de Carlos VII[21], frente a
los gobiernos de Amadeo I, de la
I República y de Alfonso XII.
Amadeo
llegó a Madrid el 2 de enero de 1871, la nobleza lo trató con hostilidad y los
carlistas siempre le llamaron extranjero. El pretendiente, que llevaba meses
preparando la insurrección, estableció para abril de 1872 el comienzo de la
sublevación. Una semana antes vuelven las partidas carlistas a las ubicaciones
habituales.
Carlos
María de Borbón y Austria-Este
(Laibach, 30/031848 – Varese, 18/07/1909)
El 2 de mayo cruzaba la frontera Carlos VII,
siendo derrotado de forma inmediata por las fuerzas liberales del general
Domingo Moriones, en la batalla de
Oroquieta, donde estuvo a punto de ser capturado, aunque logró regresar a
Francia.
El
resto de sus partidarios, sin una dirección clara, optó por la firma del Convenio de Amorebieta (el 24 de mayo
de 1872), que liquidaba la sublevación. Pese a lo dicho, hasta agosto continuó la
actividad de las partidas en la zona
catalana y aragonesa, que mantuvo viva la llama de la sublevación, prolongando
la resistencia, que resultó muy beneficiosa a los planes carlistas.
Continuará (…)
[1] Durante los siglos XVIII y XIX se empleó el término latrofaccioso, derivado de latrocinio («acción propia de un ladrón) y de facción («bando, pandilla,
parcialidad o partido violentos) para designar a los que «se dedican al
hurto y robo en cuadrilla».
[2] Unidas hasta mayo de
1874.
[3] Vid. su perfil
biográfico realizado por el diario La
Revolución de Sevilla.
[4] La Esperanza.
2/7/1869,
4; Diario de
Córdoba. 2/07/1869, 2; Eco de Alicante. 4/07/1869, 3. Diario de Mahón. 7/07/1869. La Correspondencia de España. 2/07/1869,
2. Diario de Mahón. 13/07/1869, 2.
[5] La Iberia. 17/10/1869,
2.
[6] “Memorias de Pacheco” La Esperanza. 20/11/1869,
p. 3.
[7] La Época. 22/8/1869, p. 1.
[8] En 1869, José María
Ortiz era cura ecónomo de Zufre.
[9]El dato procede de La Revolución Española, periódico de
Sevilla. Recogido por La Esperanza. 10/9/1869, p. 3.
[10] B.O.P. de Cáceres. 12/101869, p. 1.
[11] B.O.P de Cáceres. 12/10/1869,1 y Diario de Córdoba. 13/10/1869, 1.
[12] La Correspondencia de España. 3/10/868, p. 3
[13] LÓPEZ
CORDÓN, M. V, 1976,
[14] El Imparcial y La Regeneración. 6/10/1869, 3. La Discusión. 7/10/1869,
3. La Igualdad. 7/10/1869, 2.
[15] Vid. ARIAS CASTAÑÓN E. (1990): “Expectativas y limitaciones de
la democracia en la Sevilla del Sexenio (1868-1874)”. Espacio, Tiempo y
Forma, págs. 65-84.
[16] El Imparcial. 4/12/1869,
p. 3.
[17] La Esperanza. 8/2/1870,
p. 3.
[18] La Correspondencia de
España. 5/3/1870, p. 3.
[19] Proyectos de campaña
de Carlos VII, recogidos en la prensa.
[20] Para otros la Segunda
Guerra Carlista, al no concederle categoría bélica a la Guerra de los
«Matiners» catalanes (1846-49) y sus derivaciones a otros territorios.
[21] Hijo de Carlos VI y
nieto de Carlos María Isidro, adoptó el título de Duque de Madrid y Conde de la Alcarria. Fue pretendiente
carlista al trono de España bajo el nombre de Carlos VII entre 1868 y 1909.
Desde el año 1887 también fue Jefe de la Casa de Borbón y pretendiente legitimista
al trono de Francia.. Tras el final de la guerra civil española, en 1876, vivió
en el exilio.
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