Juan Carlos Sánchez Corralejo
Extraído de SANCHEZ CORRALEJO, Juan Carlos (2011), “El textil y la talabartería en Valverde del Camino (Huelva) entre los siglos XVIII y XX”, en Revista de folklore, Anuario de 2011, págs. 127-159. Caja España/caja Duero-Fundación Joaquín Díaz.
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Ya a fines del siglo XIX existió en
En la década de 1920 seguía existiendo un taller de géneros de punto instalado en Lucía Ramírez, número 3, regentado por Francisco Domínguez Roldán. Su producción debió ser reducida, tal como se deduce de la cuota de la contribución industrial abonada por este taller, que era muy menguada, elevándose a tan solo 17 pesetas y 76 céntimos en el año fiscal 1925-26 [2].
Valverdeños haciendo calceta . 1898. Rico Pérez, A. Valverde en sepia.
La tradición textil de la localidad alcanzó su momento álgido con la fábrica de medias y calcetines fundada por José Franco José[3], con las aportaciones de varios socios-capitalistas.
José Franco José había llegado a Valverde entre los años 1916 y 1917, como viajante de la casa Rodríguez y Ramos, instalada en
Fue un hombre inquieto, de enorme inventiva y dotado de un especial celo comercial y espíritu emprendedor. A ello unía su carácter afectuoso y simpático, que le granjeó la amistad de alguno de los principales capitales valverdeños.
Una vez instalado en La Calleja , en 1919 se
independiza de la empresa sevillana y abre tienda propia de paquetería, en el
número 2 de La Calleja
-frente a la que más tarde sería su residencia de casado y antiguo Bar La Florida-,
propiedad entonces de su amigo y socio José
Alvárez Lorca[4],
quien al parecer aportó 11.000 duros como socio capitalista del almacén que
acababa de nacer.
Los nuevos socios viajan a Barcelona y contactan con fabricantes y almacenistas, que serán sus suministradores en los años sucesivos en los que el negocio alcanzó una alta rentabilidad, al calor de la pujanza económica de Valverde en los felices años veinte. Ello explicaría la diversificación del negocio, que pasó a incluir también la venta de sillas y mecedoras procedentes de Valencia. Salvador Almonte fue el dependiente de esta paquetería, donde se llegó a vender asimismo oro, bisutería y quincallería. De este comercio pasaron a depender varios viajantes, y Valverde se convierte en base o almacén desde donde poder atender comercialmente ala Comarca del Andévalo y sus ricas minas.
Utilizando el ferrocarril y los servicios del popular arriero valverdeño Andrés Corralejo, el viajante José Mariano Vizcaíno incrementó la clientela de José Franco en San Juan del Puerto y Moguer, y a lo largo de toda la geografía andevaleña, incluidos sus importantes economatos mineros. El incremento paulatino de la clientela hizo necesaria una ampliación de capital. Fue entonces cuando entra también como socio capitalista el dentista valverdeño, afincado en Huelva, don José Cumbreño Alvárez, y pudo abrir otra tienda enLa Plaza.
En el año 1924,
la empresa de José Franco había crecido tanto que decide adquirir el edificio
numerado con el 21 de la calle General Bernal -hoy Valle de la Fuente-, esquina con la
calle Nueva y acceso trasero por el Callejón de los Cruzados.
Terminada la obra del nuevo edificio -magnífico y espacioso-, realizada por Aurelio Blanco, el sevillano amplió su almacén y tienda de paquetería, que instaló en la planta baja.
En el patio montó su nueva vivienda, con acceso porla Calle Nueva , y en la
planta alta abre una exposición de
muebles y, para ello, crea una sección de carpintería en el Dolor, con
zona de barnizado y retoque de muebles, traídos de Valencia primero, para
posteriormente empezar a fabricarlos en Valverde, ante el éxito que el negocio
auguraba y la quiebra paulatina de la fábrica de muebles de Aurelio Parreño,
uno de las pioneras del sector del mueble valverdeño del siglo XX[5].
Poco después vio la luz su fábrica de medias y calcetines. Los socios capitalistas de ambos negocios, los muebles y las medias, fueron José Cumbreño Alvárez y el abogado Don Juan Zarza.
Los nuevos socios viajan a Barcelona y contactan con fabricantes y almacenistas, que serán sus suministradores en los años sucesivos en los que el negocio alcanzó una alta rentabilidad, al calor de la pujanza económica de Valverde en los felices años veinte. Ello explicaría la diversificación del negocio, que pasó a incluir también la venta de sillas y mecedoras procedentes de Valencia. Salvador Almonte fue el dependiente de esta paquetería, donde se llegó a vender asimismo oro, bisutería y quincallería. De este comercio pasaron a depender varios viajantes, y Valverde se convierte en base o almacén desde donde poder atender comercialmente a
Utilizando el ferrocarril y los servicios del popular arriero valverdeño Andrés Corralejo, el viajante José Mariano Vizcaíno incrementó la clientela de José Franco en San Juan del Puerto y Moguer, y a lo largo de toda la geografía andevaleña, incluidos sus importantes economatos mineros. El incremento paulatino de la clientela hizo necesaria una ampliación de capital. Fue entonces cuando entra también como socio capitalista el dentista valverdeño, afincado en Huelva, don José Cumbreño Alvárez, y pudo abrir otra tienda en
Terminada la obra del nuevo edificio -magnífico y espacioso-, realizada por Aurelio Blanco, el sevillano amplió su almacén y tienda de paquetería, que instaló en la planta baja.
En el patio montó su nueva vivienda, con acceso por
Poco después vio la luz su fábrica de medias y calcetines. Los socios capitalistas de ambos negocios, los muebles y las medias, fueron José Cumbreño Alvárez y el abogado Don Juan Zarza.
A falta de documentos laborales, contables,
o de catálogos de existencias y maquinarias, el análisis y reconstrucción de la
fábrica de calcetines ha exigido acudir esencialmente a entrevistas con
antiguos operarios de la misma, así como al examen de las matrículas de
contribución industrial.
La fábrica de medias y calcetines fue instalada en 1924, en el Valle dela Fuente
nº 21, actual edificio de Banesto y por entonces propiedad de Juan Mora. La
maquinaria procedía de otra fábrica anterior de Bollullos Par del Condado. El
conocimiento de la empresa de punto de la calle Lucía Ramírez y la quiebra de
la fábrica de tejidos de Bollullos, parece que actuaron de acicate para su
creación. Con utillaje totalmente mecanizado dio trabajo directo a más de 20
operarias, además de las labores de repaso que dinamizaron la economía de
muchas familias externas a la propia fábrica.
La fábrica de medias y calcetines fue instalada en 1924, en el Valle de
La materia prima fundamental eran hilos y
algodón adquiridos en madejas y conos, procedentes ambos de Cataluña. En 1955, Antonio
Feria Arroyo era representante en Valverde de las Hilaturas Labor S.A. de
Barcelona. Por este medio llegaban a la población los hilados y torcidos de
algodón para coser y para usos industriales.
Del primer
maestro de la fábrica sabemos apenas que se apellidaba Durán. Llegó con su familia
y trajo maquinaría totalmente novedosa a Valverde, procedente de
Bollullos. En los años posteriores llegó
un mecánico alemán, Hermann Görner,
casado con Carolina Görner.
Don Germán –así fue conocido en la localidad-, había trabajado anteriormente en una fábrica de tejidos de Barcelona. Muchos valverdeños lo recuerdan aún con la pipa colgada en los labios y sus típicas polainas. Las operarias recuerdan además su genio: cuando se rompía alguna máquina debían armarse de valor, dirigirse al teutón y pedirle que la arreglara.
Don Germán, según el humor con el que se hubiese levantado, accedía o no a sus pretensiones y era capaz de dejar un ingenio parado por una simple aguja, solo por tozudez. En estos casos, debía ser José Franco, en su calidad de gerente, quien debía poner orden. Al día siguiente, todas las agujas estaban perfectamente colocadas y en funcionamiento. Si Don Germán se enfadaba más de lo normal su palabra favorita era
“¡Fratán, Fratán!”, aunque según Tecla Martín nunca supieron a ciencia cierta qué quería decir aquello.
Pronto otro valverdeño, Adulfo Rodríguez Cera, se convirtió en el ayudante de Don Germán y se formó como un excelente mecánico a su sombra[6].
Don Germán –así fue conocido en la localidad-, había trabajado anteriormente en una fábrica de tejidos de Barcelona. Muchos valverdeños lo recuerdan aún con la pipa colgada en los labios y sus típicas polainas. Las operarias recuerdan además su genio: cuando se rompía alguna máquina debían armarse de valor, dirigirse al teutón y pedirle que la arreglara.
Don Germán, según el humor con el que se hubiese levantado, accedía o no a sus pretensiones y era capaz de dejar un ingenio parado por una simple aguja, solo por tozudez. En estos casos, debía ser José Franco, en su calidad de gerente, quien debía poner orden. Al día siguiente, todas las agujas estaban perfectamente colocadas y en funcionamiento. Si Don Germán se enfadaba más de lo normal su palabra favorita era
“¡Fratán, Fratán!”, aunque según Tecla Martín nunca supieron a ciencia cierta qué quería decir aquello.
Pronto otro valverdeño, Adulfo Rodríguez Cera, se convirtió en el ayudante de Don Germán y se formó como un excelente mecánico a su sombra[6].
[1] Entrevista con Esperanza Almonte
Baquero (1910 -2001)
[3] Vid. RICO PÉREZ, 1995 .Procedía de Sevilla. Nació en la calle Castilla, 22, en el año 1894,
siendo hijo de José Franco Caparrós y de Rafaela José Pajares. Huérfano de
padre y siendo niño de colegio fue acogido por Pepe Ramos, hace amistad
con varios comerciantes de la localidad, y bajo la tutela de Rosendo Almonte,
fue educado junto a los 7 hijos de aquel como un vástago más de la familia. Llegó a Valverde soltero y
sin dinero. Al poco tiempo de su llegada a Valverde, conoció y quedó prendado
de Matilde Rodríguez Ruiz, a quien conoció -según nos refieren sus hijas- en la
tienda de Juana Barón, en la calle Real de Abajo. Muy pronto, en marzo de 1922
la feliz pareja contrajo matrimonio y estableció su residencia en los altos de
la casa Rectoral, sita en La
Calleja de Carpinteros, frente a su primer almacén de
paquetería instalado en el número 2 de la misma calle, al menos desde el año
1919. José Franco se trajo a Valverde a su madre, Rafaela José Pajares, y a su
única hermana, María Franco, y fue precisamente en aquel primer domicilio del
matrimonio donde nace su primera hija, Matilde, en 1923. El resto de la prole
vino al mundo en su definitiva vivienda, sita en el número 21 del Valle de la
Fuente, vivienda anexa a la fábrica de medias y calcetines.
[4] Era dueño de una tienda en su
domicilio de la calle Valle de la Fuente , número 2, por
entonces General Bernal.
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