Retales
de Valverde del Camino en las décadas de
1930 y 1940 (III). La economía que venció a la
crisis. Notas sobre el suministro eléctrico.
Juan Carlos Sánchez Corralejo
Revista Facanías. Abril de 2015.
La
iluminación pública de las calles de Valverde y de sus Casas Capitulares, en el
último tercio del siglo XIX, se realizaba a gas, con la mera contratación de un
sereno. El ayuntamiento destinaba a tal menester 200 escudos, sin perjuicio del
remate de la subasta del alumbrado público, aunque el contratista no siempre
cobraba con regularidad. A menudo, el recorte de servicios públicos que se producía
asiduamente en épocas de crisis se cebaba precisamente en los gastos de sanidad
y alumbrado público.
La
llegada de la electricidad transformó radicalmente las ciudades. En España fue
Barcelona la primera urbe que tuvo suministro eléctrico, desde 1881, el mismo
año que Londres y Nueva York, seguida al año siguiente por Madrid y Valencia.
Gerona fue la primera que dispuso, en 1886, de una red eléctrica completa[1]. En Andalucía, la
electricidad apareció en los años ochenta, mediante la iluminación de las
ferias y fábricas, y desde 1890 cinco ciudades disfrutaban de luz eléctrica
regularmente: Algeciras, Almería, Cádiz, Sevilla y Málaga.
Las
primeras centrales eléctricas fueron instaladas en colonias industriales, en
molinos harineros o en industrias textiles que, desde mediados del XIX,
aprovechaban la energía cinética del agua de los ríos. Hacia principios del
siglo XX, muchos de los industriales que les dieron vida efectuaron un paso
importante: reinvertir una parte de sus beneficios en producir energía más
eficiente. Pero, en muchos lugares de
España dominaron pequeñas “fábricas
de la luz”, que no fueron capaces de efectuar el cambio de escala en la
producción de electricidad, basado en la ampliación del capital social y del marco
territorial, la mejora continua de sus equipamientos y la reinversión
continuada[2]. A
menudo, su producción tenía un corto alcance, limitado a los lugares de consumo
más cercanos, el minifundismo empresarial,
la dispersión de instalaciones y una capacidad muy modesta.
En Andalucía,
a finales
del S. XIX, se empezaron a transformar algunos molinos harineros en molinos de
producción eléctrica. La electricidad que se fabricaba era de corriente
continua y de baja tensión, y servía para abastecer las primeras bombillas de
las casas de nuestros tatarabuelos. Además, sendas leyes municipales
de 1870 y 1877 otorgaron a los consistorios la competencia en el alumbrado público,
que debía sustituir al alumbrado de gas anterior, aunque en la mayoría de los
casos se recurrió a empresas privadas, debido al estado calamitoso de las
haciendas locales y la carencia de personal cualificado para tal empresa, y la dificultad para conseguir
carbón de calidad a buen precio, utilizado para producir termoelectricidad.[3]
Hacia 1905, la empresa Isleña de Electricidad
construyó la primera fábrica que daba suministro a Isla Cristina. Funcionaba
quemando guano y fue adquirida por la Compañía Sevillana de Electricidad en la década de 1920[7].
Mientras, en Huelva, Antonio Mora Claros[8], diputado a cortes, puso en marcha la fábrica de
electricidad San José y San Antonio[9], de
la que dependía toda la industria local, incluida la Compañía Río Tinto y el
Puerto de Huelva, además de ofrecer el fluido eléctrico a la capital, Gibraleón,
Trigueros y San Juan del Puerto. La fábrica se mantuvo a pesar de la crisis
carbonífera, utilizando para ello 40.000 encinas de su finca El Partido[10].
A cuenta de su bolsillo, abasteció a la ciudad de
alumbrado eléctrico, creó el servicio de Bomberos y el Teatro Mora de la calle
Gravina, además de fundar el Diario
Huelva.
De 1915 data
la fábrica de electricidad Celorico Feria
y Compañía, de Villanueva de los Castillejos. En la década de 1920 abrieron
sus puertas nuevas centrales eléctricas; en el bienio 1924-1295, las centrales
de Pérez y Feu, y la de Juan Delgado Pérez,
ambas en Ayamonte. También en 1924 nacen la de Rafael Repiso Macías en Moguer, la
de Seis Moreno en Niebla y la San Vicente de Zalamea la Real. En 1925, la electro-harinera
de Santa Olalla del Cala. En 1931, la de Fernández Núñez en Calañas.
La
profesora Fernández Paredes combina dos indicadores (número de poblaciones con
alumbrado público de electricidad y gasto público de las corporaciones
municipales), a fin de establecer variables y tendencias provinciales. En tal
sentido, el retraso onubense inicial fue compensado por el mayor gasto público
de las corporaciones para tal menester, cuantificado en nuestra provincia, en la década inicial del
siglo XX, a razón de 0’5 ptas./hab., mientras que en Córdoba y Sevilla era de
0’3 y en Jaén de solo 0’2; a fines de la década de 1920 igualaba el promedio
andaluz.[11]
[1] Sobre
la historia de la electricidad en España, es de obligada consulta el trabajo de
BARTOLOMÉ, I.: La industria eléctrica en
España (1890-1936), Madrid, 2007. Vid también ALAYO, J. C.: L’electricitat a Catalunya. De 1875 a 1935,
Lleida 2007, 30 y ss.
[2] Vid URTEAGA, Luis. El
proceso de electrificación en Cataluña (1881-2000). En Obras públicas en
Cataluña. Presente, pasado y futuro. Barcelona, Real Academia de
Ingeniería, 2003, p. 355-376. A
nivel andaluz, ARCAS CUBERO, Fernando y GARCÍA MONTORO, Cristóbal (Coords): La disponibilidad de electricidad de
Andalucía en el contexto español (1900-2000). Mercedes Fernández Paradas: “Andalucía
y España. Identidad y conflicto en la historia contemporánea”; actas del
congreso celebrado en Málaga, 22-25 de febrero de 2005 /, Vol. 1, 2008, ISBN
978-84-92526-07-9, págs. 203-232. FERNÁNDEZ PARADAS, Mercedes: “Los comienzos
de la electricidad en Andalucía: el ejemplo de Antequera (1892-1912)”. Baética: Estudios de arte, geografía e historia,
Nº 32, 2010, págs. 507-525; FERNÁNDEZ PARADAS; Mercedes: “El alumbrado público
en la Andalucía del primer tercio del siglo XX: Una lucha desigual entre gas y
la electricidad”. Historia contemporánea, nº 31, 2005, págs. 601-622. A escala provincial
destaca el trabajo de Félix Sancha sobre la Sociedad Anónima de Electricidad
Santa Teresa de Jabugo. “La primera revolución Industrial en las sierras de
Aroche y Aracena: Santa Teresa de Electricidad S.A. (1902-1936)”.
[4]
FERNANDEZ PARADAS; M “La implantación del alumbrado público de electricidad en
la Andalucía del primer tercio del siglo XX”. Historia contemporánea.
[5] Fue
creada en 1902 por Román Talero, junto a cuatro socios. Fue abandonada en 1973 y en 1980 la compañía quedó absorbida
por la Compañía Sevillana de Electricidad.
[6]
SANCHA; F, 2001.
[7] SOSA RODRÍGUEZ, José (1970). Historia de Isla Cristina
(Biografía sentimental). Sevilla: Esc. Gráfica Salesiana. SE-356-1970.
[8]
Casado con Josefa Jiménez Vázquez, nombrada condesa de Mora Claros por su
santidad papal, fue alcalde de Huelva desde 1920 a 1922, y desde su palacio de
la esquina de las calles Puerto y Botica tomaba todas las decisiones políticas.
Fue un hombre poderoso, de extremada influencia en los círculos políticos
onubenses.
[10] El
alma del Mora Claros. http://www.huelvainformacion.es/
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