Juan Carlos Sánchez Corralejo.
Directores y directoras.
La inexistencia de
documentación conservada de los años iniciales nos impide trazar con precisión
la labor directiva de los primeros años
del colegio.
D.
Evaristo Arrayás Mariano era
director al comienzo de la década de 1950, hasta su jubilacionm en 1952.
D.
Antonio Rodríguez Cepeda
fue director desde 1953 hasta 1956; D. Francisco Díaz Aranda ostentó la
dirección del centro desde el curso escolar 1956/57 hasta 1959/60, siendo
miembro del cuerpo profesional de directores, y fue el creador de un membrete
oficial, utilizado a partir de entonces en todos los documentos del centro[1].
D.
Manuel Medina Mora
fue director en varias ocasiones, entre 1961-1967, y volvió a serlo tras la
dirección de Águeda Díaz, entre 1973 y 1975.
«Fue un gran director. Como estaba
liberado de clases pasaba a menudo por nuestras aulas para cambiar
impresiones».[2]
Dª
Águeda Díaz Barragán
(1967-1972) dirigió el centro en los primeros años de la Agrupación Escolar
Mixta Menéndez y Pelayo.
Tras su marcha de
Valverde se ocupó provisionalmente de la dirección D. Manuel Medina Mora. Su
cargo se hizo interino, por votación mayoritaria de los miembros del claustro
en septiembre de 1972[3]. Manuel Medina fue
director hasta su jubilación, acaecida el 17 de enero de 1975. Aquel mismo día
se levantó acta de la reunión conjunta del Consejo Escolar y de la Junta
Económica del centro, a fin de que el director hiciera entrega del material y
del saldo de las cuentas.[4]
En aquel mismo
momento, Manuel Medina hizo entrega de la dirección del colegio al maestro propietario más antiguo en aquel
momento, D. Francisco Romero Calleja,
que debía encargarse de su administración «hasta
que por la superioridad se designe definitivamente a la persona que ha de
desempeñar posteriormente el cargo», y, precisamente, a este le tocó
otorgar la primera licencia de maternidad a la maestra Mari Cruz Ponce. El
discurso de despedida de D. Manuel Medina fue recogido en forma de acta:
«Don Manuel
Medina Mora hace constar en este acto su agradecimiento más sincero por la
ayuda y entrega total de todos su compañeros [de] este colegio que en todo
momento le prestaron. Pidió tesoneramente que conserven esa unión y ese
entusiasmo que ha redundado en conseguir
que el día de hoy sea nuestro colegio un modelo de su clase en nuestra provincia».
El acto de
homenaje se celebró en el Rincón de Juan, siendo invitados todos los maestros
del claustro y los profesores en prácticas.
Pero también hubo
homenaje por parte del alumnado del centro. Uno de los componentes del coro
creado para tal fin nos relata de esta
guisa la experiencia:
«Justo
enfrente de estas últimas clases, en el patio que linda con la calle Rosa Rite,
en un atardecer cercano a las vacaciones de verano, un coro de alumnos le cantó
a D Manuel Medina un poema de homenaje y despedida por su jubilación. Aquella
ha sido mi experiencia más cercana a la interpretación musical»[5].
D. Manuel Medina en
su jubilación con D. Francisco. Romero
Un mes más tarde, se
reunió el Consejo Escolar y se dio lectura a un escrito de
la Delegación Administrativa del Ministerio de Educación, que decía asumir la
propuesta formulada por el Consejo de Inspección y nombraba como director
interino a Francisco Javier Almonte
Martínez.[6]
D.
Francisco Javier Almonte Martínez fue el director de los años de la
Transición Democrática, entre 1975 y 1986. Fue un hombre querido y respetado
por sus alumnos. Además, se rodeó de un excelente equipo directivo, del que
formaron parte Juan Manuel Alcaría, Juan Luis Duque, Pedro Márquez, José
Zamarreño y Carmen Sevilla y, más tarde, José Antonio Santos Lorca y José Luis
Sánchez Borrero, muchos de los cuales tendrían responsabilidades directivas en
los años siguientes en diferentes centros educativos de la localidad.
Al final del curso
escolar 1983-84, Francisco Javier Almonte anunciaba su deseo de no proseguir en la
dirección y no hubo candidatura alternativa. Pero en virtud del punto 3.5 de la Resolución de la Dirección General de
Ordenación Académica de doce de abril de 1984, los maestros tuvieron que elegir
tres aspirantes para proponer el Consejo de Dirección, que fueron el propio
Francisco Javier Almonte, José Antonio Santos y Juan Feria Parreño[7], y finalmente se vio
obligado a prorrogar su mandato.
D.
Máximo del Pozo Suero[8],
natural
de Huelva, fue el primer director
del centro tras la apertura del colegio Los Molinos, en el año 1986/87. Había
adquirido experiencia directiva en su paso por las Escuelas de Patronato de la
Compañía Minera en Nerva, la llamada Escuela
de los Protestantes. Su equipo directivo estuvo formado por Juan Feria
Parreño como jefe de estudios y Manuel Mogeda Márquez en la secretaría.
D.
Casiano Hidalgo Gutiérrez ocupó la dirección entre 1987 y marzo de 1989,
respaldado por su gran amigo Máximo del Pozo en la jefatura de estudios y José
Luis Sánchez en la secretaría. Su pérdida temprana fue motivo de enorme
consternación, y en su recuerdo y como gratitud a su esfuerzo, la Asociación de
Padres y Madres del Colegio decidió llevar, en adelante, su nombre.
Tras el nuevo periodo de dirección interina
por parte de Máximo del Pozo, entre marzo y junio de aquel año, al iniciarse el
curso escolar 1989/90 es elegido nuevo director D. José Luís Sánchez Romero[9], quien permanecerá en
el cargo hasta 2004, secundado en la
jefatura de estudios por Juan Feria Parreño.
Sus últimos
directores han sido el valverdeño y antiguo alumno del centro D.José Antonio Pérez Rite[10] (2004-2006) y Dª María Barceló Martínez (2006-2012),
natural de Úbeda, afincada en nuestra ciudad desde 1990, profesora del centro
desde 1995 e impulsora del Menéndez y Pelayo del siglo XXI.
La Ley de Educación Primaria de
1945, y el Estatuto del Magisterio de 1947, durante el ministerio de Ibáñez
Martín, establecían que el director era el representante legal de la escuela y
superior jerárquico de los profesores. Su selección, definida en el estatuto,
se realizaba mediante oposición restringida en los Grupos Escolares de más de
seis secciones, y por nombramiento del Ministerio de Educación en grupos de
menos de seis unidades.[11]
Los directores de graduadas de seis o más unidades no
tenían tareas docentes. Debían coordinar las instituciones complementarias
(roperos escolares, colonias, cotos), desarrollar la gestión económica y
administrativa con ayuda del consejo de dirección, servir de enlace con la
administración en el trámite de documentos y llevar a cabo el control del
personal.
En los años sesenta la
inspección destacaba la capacidad de liderazgo de los directores y directoras,
aunque la ayuda recibida, al menos de forma oficial, solía ser muy escasa:
«Que un factor importante en los Grupos
Escolares es la unión entre maestros, destacando el papel del director en los
mismos. Aconseja que los maestros fomenten un auténtico equipo y que en cada
grupo haya dos maestros que ayuden al director: uno en lo administrativo y otro
en lo económico. Se acuerda la uniformidad del horario en todos los grupos».[12]
El
Reglamento de directores escolares de 1967 supuso la regulación de sus condiciones, funciones, forma de
acceso y desarrollo de tareas, además de
sentar las bases de un cuerpo de directores de primaria, carente de
carga docente[13].
Se accedía por un doble proceso, oposición libre y superación de un curso de
formación dedicado a formación cultural, psicopedagógica y sociológica,
organización escolar y técnicas y prácticas de dirección. Entre sus deberes
destacaban presidir el Consejo Escolar o Consejo de Dirección, poner en
práctica las instrucciones de la inspección educativa, mejorar la organización
y el sistema docente del colegio, organizar los servicios complementarios,
cuidar las instalaciones y el material escolar, conceder permisos de hasta 10
días -con comunicación posterior a la Comisión Provincial de Enseñanza
Primaria-, estimular el espíritu de colaboración de los maestros, y formar
parte de tribunales de oposiciones. Pero además debía –ese era el primer deber-
cooperar con la familia, la Iglesia y las Instituciones del Estado, del
Movimiento y de las Corporaciones Locales. La norma regulaba, asimismo, la provisión de vacantes y cambios de
destino, así como las vacaciones,
licencias y sustituciones.
El cuerpo
de directores profesionales duró poco, ya que la Ley General de Educación de
1970 abandonó la concepción directiva profesional: desaparece el cuerpo de
directores, quienes vuelven a tareas docentes. La nueva legislación, muy ambigua,
establecía que el órgano competente era la Dirección Provincial, oídos el
Claustro y el Consejo Asesor. El Decreto 2655/74, de 30 de agosto, perfiló
mejor el ejercicio de la función directiva: establecía como requisitos una
antigüedad de tres años en el cuerpo de profesores de EGB[14]. Su
función continúa, siendo la plena dirección del centro con la asistencia del
Claustro y del Consejo Asesor.
A partir
de 1978 se incentiva la gestión democrática de la educación. En EGB se dictan
anualmente instrucciones para tal cometido. En 1980 se aprobó la Ley Orgánica
que regulaba el Estatuto de Centros Escolares. La aprobación de la L.O.E.C.E.[15]
significó el fin del Director como único responsable del gobierno de los
centros. Junto a él aparecen otros cargos unipersonales, Jefe de Estudios y
Secretario, y nuevos órganos colegiados, Claustro y Consejo de Dirección. El
Director sería nombrado en virtud de lo dispuesto en el R.D. 1275/ 1981, de 19
de junio (BOE del 29), por el que se aprobó el reglamento de Selección y
Nombramiento de Directores de los Centros Escolares Públicos. El Director se ocuparía de la representación
institucional del centro, la organización administrativa, el cumplimiento de la
legislación y la jefatura de personal. Junto a él nace el Consejo de Dirección,
que se ocupa de la disciplina del alumnado.
En 1985
se aprobó la Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación (LODE)[16], que
derogaba la LOECE, por la cual el director o directora de centros públicos era
elegido por el Consejo Escolar y nombrado por la Administración Educativa para
un mandato de tres años (art. 37 y 46), y con ello comienza la participación de
la comunidad escolar, se abandona la vía profesional de acceso a la dirección y
se orienta el gobierno de los centros docentes hacia fórmulas de autogestión y
cogestión.[17]
Actualmente, la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, artículo 132, del capítulo IV, del Título V,
establece las competencias de la dirección: ostentar la representación del
centro, dirigir y coordinar todas las actividades del centro, ejercer la
dirección pedagógica y promover la innovación educativa, garantizar el
cumplimiento de las leyes y disposiciones, ejercer la jefatura de todo el
personal, favorecer la convivencia en el centro, impulsar la colaboración con las familias e
instituciones, impulsar las evaluaciones internas del centro y colaborar en las
externas, convocar y presidir los actos académicos y las sesiones del Consejo
Escolar y del Claustro de profesores, realizar las contrataciones de obras,
servicios y suministros, proponer a la Administración Educativa el nombramiento
y cese de los miembros del equipo directivo, previa información al Claustro de
profesores y al Consejo Escolar del centro y cualesquiera otras que les sean
encomendadas por la Administración Educativa.
Además, el capítulo IV del Título V está dedicado al proceso de selección, formación inicial y nombramiento
de directores y directoras de los centros docentes públicos. A partir de la
LOE, Andalucía se dota del Decreto 59/2007, de 6 de marzo, por el que se regula
la selección, formación inicial y nombramiento de Directores/as de Centros y la Orden de 26 de febrero de 2007,
por la que se desarrolla el procedimiento de selección de los Directores y
Directoras. El procedimiento se basa en un concurso de méritos y en la
valoración de un Programa de Dirección, la formación inicial mediante un curso
teórico, y la realización de un período de prácticas, además de la valoración
de un mandato de cuatro años, en el que, de ser evaluados positivamente, podrán
continuar ejerciendo el cargo.
En el capítulo VI (Los
primeros años de la E.G.B., 1971-1979) analizamos la creación
de un equipo directivo en el Menéndez y Pelayo que permitió una gestión más
grupal, que daría no solo responsabilidades parciales a los distintos miembros
de los equipos directivos, sino a la totalidad de miembros del Claustro.
[1].
Entrevista a José Martín de Toro.
[2].
Entrevistas a Dolores Arroyo Medina y Josefa Parreño Fiscal.
[3]. Tras el
reparto de papeletas individuales a cada asistente, los maestros relacionaron libremente y por orden de
preferencia su propuesta para la dirección, procediéndose finalmente al
recuento de votos emitidos, que dio el siguiente resultado: Manuel Medina, 12
votos; María de las Virtudes Pino, 9
votos; y José Zamarreño León, 8 votos. El resultado fue elevado al conocimiento
del Inspector Jefe de Enseñanza Primaria
de la Provincia. A.C.M.P. Acta de 1 de
Septiembre de 1972.
[4]. A.C.M.P.
Acta de 17 de enero de 1975.
[6].
A.C.M.P. Acta de 28 de Febrero de 1975.
[7]. A.C.M.P.
Actas de 7 y 21 de mayo de 1984.
189. Había realizado el bachiller
superior y el preuniversitario en el instituto Rábida de Huelva y primero de
magisterio por libre. Completó magisterio en la Normal de Huelva. Sus primeros
destinos fueron en los colegios Luis
Vives de Nerva, La Naya de Riotinto y San Silvestre de Guzmán, y tras cumplir
el servicio militar estuvo en Ayamonte,
La Atalaya y las escuelas graduadas que la compañía minera tenía en Nerva.
[9]. Alumno
del colegio salesiano de María Auxiliadora, hizo los estudios de bachillerato y
el magisterio gracias al Colegio Libre Adoptado. Su vida profesional se inicia
como educador en el Seminario de Huelva, y prosigue como maestro interino en
Nerva y Beas, cinco años en Carmona, y su paso por el colegio Arias Montano de
Huelva, antes de llegar a Valverde
[10]. Desde
los 6 a los 10 años en la escuela de D. Fausto. Este valverdeño terminó
magisterio en Barcelona, en la escuela de magisterio Jaime Balmes, y allí
empezó como interino. En el curso 1972/73 obtiene una interinidad en el Cerro
de Andévalo y aprueba las oposiciones junto a otros compañeros como Isidoro
Mantero Pérez, Mª Jesús Fernández Márquez y Juan Román Domínguez Carrero. Todos
ellos obtienen destino en la asesoría del Colegio Fray Claudio de Trigueros.
Tras su paso por el colegio José Nogales del Santo en el curso 75/76 y once
años en Zalamea, en el 86/87 llegó como definitivo al Menéndez y Pelayo. Desde
1983 fue el representante del ayuntamiento en el Consejo de Centro del Menéndez
y Pelayo, y finalmente su director.
[11]. Ley de
17 de julio de 1945 (B.O.E. de 18 de agosto) sobre Educación Primaria. Decreto
de 24 de octubre de 1947 (BOE de 17 de enero de 1948) sobre Estatuto del
Magisterio. Vid EGIDO GÁLVEZ y PAREDES LABRA, J, 1995, pp. 89-90.
[12]. Mensaje
del inspector D. Eutiquio Jesús Guijarro Sanz.
Acta del Centro de Colaboración Pedagógica de 21 de Octubre de 1966.
[13]. Decreto
985/1967, de 20 de abril (BOE 117 de 17 de mayo), pp.6578-6580, sobre
Reglamento de Cuerpo de Directores Escolares.
O.M. de 10 de febrero de
1967(B.O.E. dl 20) sobre Reglamento de
Centros Estatales de Enseñanza Primaria.
[14]. Vid
EGIDO GÁLVEZ I. y PAREDES LABRA, J, 1995, p.
92.
[15]. Ley
orgánica 5/1980 de la Jefatura del Estado, de 19 de junio (BOE del 27), por la
que se regula el Estatuto de Centros Escolares.
[16]. Ley
Orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladora del Derecho a la Educación.
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