Juan Carlos Sánchez Corralejo.
DE LA AGRUPACIÓN
ESCOLAR MIXTA MENÉNDEZ Y PELAYO AL GRUPO ESCOLAR MIXTO (1967-1971).
Los
primeros claustros.
Desde 1960 se venía solicitando la
edificación de una escuela de niñas de nueva construcción. En el verano de 1964
se pedían 8 unidades, más las viviendas de las maestras, con cargo a los
presupuestos del Ministerio de Educación, dada la caótica situación de la
hacienda municipal valverdeña[1]. El 12 de agosto de 1965 fue anunciada la subasta de la
obra en el Boletín Oficial de la Provincia, con un presupuesto de 3.348.608 de
pesetas, sin ninguna aportación del ayuntamiento.
La nueva escuela femenina fue
inaugurada, de forma oficial, en febrero de 1967, y desde entonces contó con
una directora[2]. Se situó en el área de expansión de
Valverde, junto a la nueva barriada Inmaculada Concepción. El pabellón de aulas
se levantó en el extremo norte de la parcela del Grupo Escolar, junto a la calle Agustina de Aragón. El
edificio constaba inicialmente de 8 aulas, a donde fueron trasladadas
las niñas de la escuela graduada y
la unitaria de niñas antes existentes, además de dos aulas destinadas, al menos
en teoría, para preescolar.
La elección de Águeda Díaz Barragán como directora de la nueva agrupación escolar
mixta parece que fue una solución de compromiso, adoptada por el inspector de
zona, Jesús Guijarro, para evitar posibles discordias entre los directores
anteriores, Manuel Medina, director del propio Grupo Escolar, y Carmen Sevilla,
directora de la Escuela Graduada de la Zona. Otras fuentes orales,
entrevistadas por nosotros, aluden a la condición militar e influencias de su padre:
«En la ciudad de Valverde del Camino, siendo las diecisiete horas
del día veintisiete de Febrero de mil novecientos sesenta y siete, se reúnen en
la Graduada Mixta Menéndez y Pelayo el Sr. Inspector de esta zona. D. Jesús
Guijarro Sanz y los tres maestros de la misma, Dª Carmen Sevilla Martín, D.
Manuel Medina Mora, Dª Águeda Díaz Barragán al objeto de entregar a esta última
los inventarios y saldos de las cuentas de los grupos de niñas y niños que
regentan a Dº Águeda Díaz por haber sido, nombrada esta directora interina de
esta agrupación. Leídos y comprobados los inventarios y saldos se procedió a su entrega a la nueva
directora, levantándose este acta en el libro del antiguo grupo Menéndez y
Pelayo que se habilita para la nueva graduada».[3]
El
edificio fue bendecido el martes 11 de julio de 1967 por el vicario general del
Obispado, Bernardo Pascual Real, en presencia del inspector jefe de primaria,
Andrés Bravo Izquierdo. Aquel mismo día se celebró en Valverde la fiesta fin de
curso, con representantes de los colegios de Trigueros, Beas, El Cerro,
Riotinto, Campillo y Zalamea[4].
El censo escolar de 1966/1967 recoge a
muchas de las niñas que inauguraron el Colegio femenino Menéndez y Pelayo (Vid
anexo I).
En los papeles, en las fotografías,
comienza a hablarse de Grupo Escolar Mixto o Escuelas Graduadas Mixtas. Sin
embargo, hasta la puesta en funcionamiento de la nueva EGB, a partir del curso
1971/72, en realidad funcionaron como dos escuelas graduadas, una de niños en el
viejo edificio de 1937, y una escuela graduada de niñas en el edificio recién
estrenado en 1967. En ese periodo intermedio fue una
Agrupación Escolar Mixta ”Menéndez y Pelayo”, aunque, eso sí, bajo una única
dirección.
Gracias a esta confluencia, el Grupo
Escolar fue el centro pionero de la integración y la coeducación en Valverde.
Además, el centro contó con una directora, Dª Águeda Díaz Barragán, directora
del centro en los primeros años (1967-1971) de lo que se intituló Escuela
Graduada Mixta Menéndez y Pelayo.
Muchas de sus primeras maestras –al
menos las oriundas de Valverde- habían
estudiado bachillerato por libre en la Academia Virgen del Reposo, y de allí
pasaron a la Escuela Normal femenina de Huelva. Entre las maestras valverdeñas,
varias cursaron bachillerato e iniciaron los estudios de magisterio por libre.
El ingreso y los primeros cursos de bachillerato solían hacerse en Valverde, en
sus colegios de procedencia, examinándose en los altos del Ayuntamiento.
Normalmente, de los últimos cursos, 3º, 4º y Reválida, había que examinarse en
Huelva. Pero la preparación se realizaba igualmente en Valverde, gracias a la
Academia –desde 1961 Colegio Libre Adoptado de Enseñanzas Medias-[5]. Algunas maestras habían realizado
además el bachillerato superior, que incluía los cursos 5º, 6º y la reválida de
este último.[6]
Desde 1967 formaban la plantilla
femenina del grupo escolar Águeda Díaz Barragán, su primera directora, la
valverdeña Pepita Morcillo Navarro, Mª Josefa González, Margarita Alburquerque y Josefa Garfia Camacho[7], llegada de Huelva, que permaneció en
el centro hasta 1970, -aunque en el año de 1968 fue sustituida por la
valverdeña Mari Carmen Pérez Mora-.
Y junto a ellas Carmen
Fructos, Manuela Serrano y Nemesia Bueno, esta última natural de Lepe.
En 1968 se unieron al claustro las
maestras Dolores Arroyo Medina[8], procedente del colegio rural de Peña
de Hierro (Nerva), Ana María Mantero, Josefa María Gómez, Ángeles Esteban
Rivera y Emilia de Jesús
Pérez.
En el curso 1969/70 se incorporaron al
claustro de profesores María de las
Virtudes Pino Ruiz, Dª Maruja para sus alumnas, y María Jesús Ramos Feria,
que vino a sustituir la larga enfermedad de Ana Mª Mantero, y Justa María Villanueva Hervás.
Maruja Pino llegó procedente de la
unitaria mixta de El Cerro de Andévalo y estuvo en el centro hasta la creación
del CEIP Los Molinos. En su primer año en el centro fue la encargada de la
biblioteca, sustituyendo a Agapito Verde. Fue la maestra de Ciencias Sociales y
Religión del segundo ciclo de la EGB. De ella hablamos más en el capítulo
dedicado a la EGB.
Mª
Ángeles Esteban
pasó por las aulas del Menéndez antes de su periplo por Cortelazor y la Palma del Condado, para
obtener destino definitivo en el colegio José Nogales.
Emilia
de Jesús Pérez Jiménez
llega al centro en el curso 68/69, mientras que en el 70/71 impartía un 4º
Grado. Natural de Bollullos, era a los ojos de sus alumnas la maestra más
elegante. Sus clases eran dinámicas, con muchos trabajos, y clasificaba a los
alumnos por filas, pero no de forma estática, sino de manera móvil: la
composición de las 3 filas de bancas dependía de los aciertos y el trabajo
diarios.[9]
Mª
Trinidad Palanco Lorca
se ocupó de un grupo de niñas mayores. Al año siguiente, al implantarse la EGB,
se encargó de 1º y 2º de EGB, ya que estaba especializada en educación
infantil. De 1972 a 1979 impartió clases en Valdelamusa, junto a su marido José
Antonio Santos, y volvieron juntos al Menéndez y Pelayo en el curso escolar
1979/80.
Pepita
Parreño fue secretaria del Consejo Escolar o Junta de maestros desde 1970, en
sustitución de Antonio Cuevas Real. En los primeros años tuvo que hacer frente
a cursos de repetidores. «A unos había
que enseñarlos casi a leer, otros a sumar, otros a restar»[10]. Tras
unos años en el tercer ciclo, junto a Juan Manuel Alcaría y a Ana Corrales, se
situó de forma casi permanente en la
segunda etapa.
La
docencia
Los pupitres eran inicialmente similares
a los de los chicos. Bancas bipersonales de asientos abatibles. El tintero ha
desaparecido y el lápiz es el instrumento más utilizado, y solo de forma
excepcional el bolígrafo.[11]
Como no habían ido a ninguna escuela
infantil, aquellas chicas no sabían leer, aunque las más avispadas aprendieron
en apenas un trimestre. La maestra, Margarita Alburquerque, les contaba
hermosos cuentos y los ilustraba visualmente
rellenando el encerado de maravillosos dibujos.[12]
Las niñas de 6 años aún no sabían leer.
Las maestras de los primeros cursos del
Menéndez y Pelayo utilizaban al unísono los dos métodos de moda, y a la vez
antagónicos: el analítico y el sintético[13] .
Los métodos analíticos o globales
parten de frases o palabras y dejan para el final el aprendizaje de las letras.
Dentro de este grupo se halla el
método de palabras normales, creado por los alemanes Kramen, Heral y
Vergel, que consiste en combinar la lectura con la escritura y el dibujo,
que no es más que el análisis de las palabras y después, al sintetizarlas,
escribir su significado, o dibujar éste. Este método tuvo gran aceptación.
Los métodos sintéticos o fonéticos parten
de las letras y sus sonidos para formar con ellas sílabas, palabras y
finalmente frases. Son los más antiguos y eran los más extendidos, ya que, al
menos teóricamente, iban de lo simple a lo complejo. Se entendía que lo más
fácil era la letra primero, la sílaba a continuación y finalmente la palabra y la oración. Dentro de los
métodos sintéticos destaca el método alfabeto o deletreo, que
comienza con las grafías de las consonantes, seguida por las vocales. Por el
método silábico, los niños aprendían el trazado de las grafías de manera
mecánica
para después aprender su pronunciación.[14]
Si
se optaba por las cartillas, la
Paláu y por tanto el método fotosilábico, eran los elegidos. Una vez aprendidos
los rudimentos de la escritura se multiplicaban las planas. De ellas se pasaba
a las redacciones y a los análisis morfosintácticos.
Hemos
recopilado algunos testimonios sobre ellas de algunas de sus alumnas:
«La que más huella
nos dejó fue Pepita Garfía. Era una maestra exigente. Era muy seria y estricta,
pero muy buena profesora. Nos colocaba haciendo un medio arco. Si fallabas la
pregunta perdías una posición”. Lo que más nos gustaba era que nos llevaba a
tomar la merienda a los Pinos del Manano».[15]
«Fuimos alumna de
Pepita Morcillo durante tres años. Era una maestra entrañable, muy cariñosa,
muy buena y muy paciente. A terminar el 4º Grado, el ultimo día de clase nos
repartió pachangas y caramelos a modo de despedida»[16].
«Dolores Medina era
una entusiasta de la Segunda Guerra Mundial y a menudo nos contaba historias
bélicas de la misma».[17]
«Dª Maruja era una
maestra estupenda, preocupada no solo por las cuestiones académicas sino por
nuestros problemas personales. Por las tardes lo mismo nos hablaba de cocina
que de costura. Con ella aprendimos servilletas bordadas con hilos de colores:
pinitos, pasados y punto de cruz».
Ana María Mantero
Vizcaíno impartió el 2º Grado en el curso 1968/69. Tristemente solo pudo
disfrutar de su estancia en el colegio durante un único curso escolar, debido a
su fallecimiento prematuro, después de impartir docencia en las aldeas cercanas
y poder volver a su pueblo natal. Sus alumnas recuerdan cómo aúnseguía
utilizando el cuaderno de rotación. Cada día, una de sus alumnas adornaba la
página correspondiente con flores y dibujos
Maestras como Pepita Garfia daban repaso
en sus propios domicilios, a fin de ayudar a algunas de sus alumnas a obtener
el certificado escolar. Pero tras obtener el certificado no todas podían
proseguir estudios ya que había que ayudar a la economía familiar.[19]
Pepita Garfia Camacho y sus alumnas |
En los pupitres aparece el texto Ofrenda de Religión, Sonata
de la editorial Santillana[20], las unidades didácticas Diploma de Árbol Alegre, y los primeros
libros específicos de ciencias naturales, lengua y matemáticas[21]. Las
fotos de la época nos refieren lecturas
como la Historia de los Pueblos de la
editorial Vicens Vives, la escuadra y el cartabón, y mapas geográficos por
continentes, y paneles expositivos de peces y otros animales. Pero junto a los nuevos manuales por asignaturas
seguía habiendo maestros apegados a las viejas enciclopedias: «En el asunto de libros de texto las maestras adoptaron Santillana
y los maestros se dividieron entre Santillana y Álvarez».[22]
Las niñas mayores recibían el cometido
de ocuparse de la vigilancia de una clase completa de niñas pequeñas, ante la
ausencia temporal de alguna de las maestras. Entonces, el recurso a las fábulas
de Samaniego resultaba de enorme utilidad:
«Mi maestra de
segunda etapa era D. Dolores Medina. Recuerdo que me mandó actuar de cuidadora en la clase de las niñas pequeñas,
en la planta baja, cuando faltaba una profesora. Entonces les contábamos el
cuento de la zorrita y las uvas. La pobre zorrita miraba con ansia las uvas y
saltaba para alcanzar el racimo, pero ante la imposibilidad de
alcanzarlas decía: "¡No las quiero
comer! ¡No están maduras!”».[24]
La fábula era la siguiente:
Es voz común que a más de mediodía / En
ayunas la zorra iba cazando / Halla una parra; quédase mirando / De la alta vid
el fruto que pendía. Causábale mil ansias y congojas / No alcanzar las uvas con
la garra / Al mostrar a sus dientes la alta parra / Negros racimos entre las
verdes hojas. Miró, saltó y anduvo en probaturas / Pero vio el imposible ya de
fijo / Entonces cuando la zorra dijo: / No las quiero comer: no están maduras.
/ «No por eso te muestre impaciente, / Si te frustra, Sabio, algún intento /
Aplica bien el cuento / Y di “No están maduras”, frescamente».
Las alumnas más aventajadas recibían sus
diplomas acreditativos en una fiesta. La del curso 1966/67 se celebró en la
Plaza de Toros, con presencia del alcalde Domingo Malavé.
Algunas de aquellas niñas, tras cumplir
los doce años, cambiaron las aulas del Menéndez y Pelayo por el taller de
cortes aparados de la antigua Escuela Profesional[25]. El taller de aparadoras
siguió funcionando, y sobrevivió, aunque ya sin autorización oficial, al
desmantelamiento de la escuela de zapatería, y prosiguió su vida hasta bien
entrada la Ley General de Educación de 1970, convirtiéndose en un excelente
cauce de integración social de la mujer valverdeña.[26]
Otras pudieron realizar un bachillerato[27]. Algunos de los maestros del grupo
Escolar, como D. Fernando Gómez, no dudaron en desplazarse a las casas de los
padres para convencerlos de las posibilidades académicas de sus hijas.
El examen de acceso de tercero de
bachiller constaba de tres partes diferenciadas, dedicadas a aspectos
socio-lingüísticos, científicos y de dominio de idiomas, respectivamente. Los
exámenes se realizaban en el Instituto Rábida de Huelva. En aquel examen, junto
a niñas del Menéndez y Pelayo, también se daban cita alumnas de las hermanas de
la Cruz y de las Salesianas. El acceso a Huelva se realizaba a menudo en los
coches particulares de los maestros que, además, como premio al esfuerzo de sus
pupilas las llevaban a visitar la Punta del Sebo aunque el baño estuviera
prohibido por la contaminación del lugar. [28]
Algunas de aquellas muchachas cursaron
3º y 4º de bachiller en el Colegio Libre Adoptado, sito a la sazón en el
edificio parroquial de Santa Ana, donde fue trasladado en agosto de 1968, desde
el edificio de la antigua Tenería
Andaluza de Triana, debido a la falta de condiciones del local, su elevado
precio de venta, y el hecho de estar en trámites la construcción de una sección
delegada del Instituto de Huelva[29]. Ya estaba muy cercano el fin del
Colegio Libre valverdeño.[30]
La multiplicación de tales actividades llevó a la
necesidad de crear una Junta de Excursionismo para canalizar lo
que hoy llamamos actividades complementarias y extraescolares[32].
En 1970 tocó Granada. Se encargarán de su organización Virtudes Pino, Josefa Garfia, Pedro Márquez y
Antonio Cuevas.[33]
[1]. A.M.V.C./L.A.C.
de 1964, 14 de julio.
[2]. A.C.M.P.
Acta de 23 de febrero de 1967.
[3]. A.C.M.P.
Libro de actas. [1967, febrero, 27]
[4]. DE VEGA
ZAMORA, Aurelio. Importante acto infantil
en Valverde del Camino. Bendición del nuevo edificio escolar. ABC. Edición
de Andalucía. Miércoles 12 de julio de 1967, p. 53.
[5]. Dolores
Arroyo Medina fue alumna de primaria de Sor Carmen Mir en las Salesianas de
Valverde y con ella aprendió francés y
se impregnó de su amplia cultura. Cursó
bachillerato elemental en el colegio salesiano de Sevilla de la calle
San Vicente y allí inicio primero de magisterio pero terminó aquel curso y el
resto de la carrera en Valverde en las aulas de la Academia.
Pepita
Parreño Fiscal hizo sus estudios primarios en la escuela de la Zona y tras
trabajar en la sastrería de su padre, Francisco Parreño Lorca, en el Gabatón
del Orín, volvió a los estudios a los 18 años por indicación de D. Manuel
Zamorano. En la Academia hizo bachillerato, examinándose en el Instituto Femenino de Huelva, y 1º de
Magisterio, y los dos últimos cursos directamente en Huelva en la Normal
femenina de la calle Botica. Vivía en la calle Vázquez López, a razón de 8
pesetas diarias por la habitación de alquiler, y reconoce haber pasado hambre,
aunque también la satisfacción de que su padre la viera ejerciendo en la aldea
de Ventas de Arriba unos días antes de fallecer, en mayo de 1960.
Maruja
Pino superó el bachillerato y la carrera de magisterio por libre con la ayuda
de D. Fausto Arroyo en el propio Grupo Escolar, y las clases de francés de D.
Alonso. Estudiando magisterio trabajó como profesora interina de la Escuela
Profesional, impartiendo clases de manualidades, teatro, bailes regionales y
literatura.
Mª Dolores
Lazo Domínguez hizo ingreso y bachillerato en las Salesianas, y el resto de
dichos estudios en la Academia, sita por
entonces en la antigua Tenería de Triana. Los dos primeros cursos de magisterio
los hizo en la Normal de Huelva y el 3º lo cursó por libre. Sacó las
oposiciones en 1967.
María
Jesús Ramos convalidó el bachillerato con sus estudios anteriores en el Centro
Femenino de Formación Profesional Santa María de La Rábida; recuperó las
enseñanzas de latín y francés, y cursó el magisterio por libre. Solo necesitó
la ayuda de las clases de matemáticas de D. Manuel Tocino en la Academia.
Mari
Carmen Domínguez Borrero, tras varios años en la fábrica de curtidos de su tío
Ernesto Hidalgo, retomó los estudios en
1962, cursó bachillerato y magisterio por libre con la ayuda de D. Manuel
Tocino.
Mª de los
Ángeles Esteban hizo bachillerato en la academia y, tras abandonar los estudios
de peritaje mercantil, hizo magisterio
en Huelva.
[6]. Tal fue
el caso de Mª Trinidad Palanco Lorca, en la especialidad de letras.
[7].
Hoy es una prolífica escritora. En 2011 edito el libro “Fe y Caridad: Historia de la hermandad”,
dedicada la hermandad de la Fe. Acaba de publicar Huelva rociera: sus raíces y contexto sociocultural, un libro que pretende ser un referente, una publicación "de
cabecera", para todos los que deseen conocer más a fondo la tradición
rociera de la capital, haciendo un recorrido por la Historia. HUELVA INFORMACION. Lunes 25 de junio de
2012.
[8]. En 1977
se marchó a Tomares, donde estuvo nueves cursos
escolares y otros tantos en el colegio Juan Ramón Jiménez de Beas. En 1994 volvió al Menéndez y Pelayo, jubilándose al año siguiente.
[9].
Entrevistas a Ascensión y Manoli Castaño Gutiérrez.
[12].
Entrevista a Manoli Castaño Gutiérrez.
[13].
Entrevista a María Jesús Ramos Feria (1945). Por el primer método, la maestra
escribía un nombre en la pizarra, léase mariposa y, si tenía dotes artísticas,
a la vez dibujaba un hermoso insecto. Se procedía a conocer sus letras de forma
individualizada. Por el método sintético, primero se aprendían las letras y
solo después se procedía a identificar las primeras palabras.
[14]. SALAZAR
SALAZAR, M. y otros, 2003, La enseñanza
de la lectura a la niña y el niño con dificultades de aprendizaje, en Evento Pedagogía.
[15].
Entrevistas a María de los Reyes Flores Fernández y a Antonia Cejudo Sánchez.
[18].
Entrevista a Mª Dolores Rentero Cejudo.
[19].
Entrevista a Antonia Cejudo Sánchez. Nos comenta que se examinaron en
Beas.
[20]. José
Antonio Sánchez Tizón, maestro en Huelva, fue el representante de libros de esta
editorial.
[21]. El Mundo de las palabras de la Editorial
Anaya, de María y Dolores Osuna y Carmen Pascual, maestras nacionales y licenciadas en
pedagogía, se utilizaba en el curso escolar 1970/71, el anterior a la
aplicación de la EGB.
[22]. ACMP.
Libro de actas. 1968, septiembre, 23.
[23].
Entrevista a María Dolores Rentero Cejudo.
[24].
Entrevista a Manoli Romero Lineros.
[25]. Algunas
de aquellas chicas fueron Petra Cejudo Corralejo, Rosario Cruz Trabajo, Antonia
García Blanco, María de los Ángeles Piorno Márquez, Josefa María Vélez Acedo,
las hermanas Pepita y Rosario Bermejo
Bermejo, Lucía Romero de la Rubia, María Dolores Pedrada, Ilde Rivera, Mari
Carmen Mojarro, Manoli Romero Linero, Isabel Pérez Rodríguez, y un largo
etcétera.
[26]. SÁNCHEZ
CORRALEJO, J.C. (2006 d), Las aparadoras… 67-73.
[27]. Algunas
de aquellas niñas fueron Juana Doblado Vera, Juana María Lorca Valenciano, Mª
Teresa Caballero Sánchez, Mª Dolores Rentero Cejudo, María del Carmen Gallardo,
o Manoli Pinzón Mora. Entrevista a María Dolores Rentero.
[28].
Entrevista a María Dolores Rentero Cejudo.
[29]. A.M.V.C./L.A.C.
de 1968, 2 de agosto y 17 de octubre.
[30]. El comienzo de la década de 1970 marca
el canto del cisne del Colegio Libre. Estuvo a punto de cerrar en el año 1971 y
sólo la presión de los padres le dio la oportunidad de permanecer abierto dos
años más, pero cerró sus puertas al finalizar el curso 1973-74. Los últimos
años había estado ubicado en la Casa de Ejercicios Espirituales, donde las
alumnas aprovechaban el edificio casi desmantelado de la capilla para jugar
durante sus recreos. Algunos de sus últimos inquilinos fueron Lole Rentero, Fº
Cruz Marín, Jesús Rodríguez, Juana Doblado, Manoli Pinzón, Antonio Moreno,
Ángel Luis Ramos, José Manuel Malavé, Mari Carmen Gallardo, Alfonso Mora, Félix
Moreno Alcuña… y los últimos profesores Ángeles Barrero (física y química,
gimnasia, manualidades y formación del espíritu nacional), José Pérez Vázquez
(matemáticas), Luís Duque (Latín), Conchita Ruiz (historia y lengua) y José Castilla Limón (Francés).
[31]. ODIEL.
16 de mayo de 1969, p. 3. “Los escolares
hacen realidad una ilusión”. Antonia Cejudo y Mª Reyes Flores recuerdan aun los
detalles del viaje.
[32]. A.C.M.P.
Libro de actas. 1969, septiembre, 25.
[33]. A.C.M.P.
Libro de actas. 1970, enero, 20.
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