Algunos
de los alumnos de la primera promoción nos arrojan algo de luz, aunque no
certeza absoluta, en este galimatías. Al
parecer, la primera aula en abrirse fue la nº 6, asignada a D. Antonio
Rodríguez-Cepeda. Pensamos que era el otoño-invierno de 1937/38. El aula de
niños de la Zona Militar había quedado inundada por filtraciones de lluvias y
eso precipitó el traslado. El regimiento Pavía acababa de abandonar el colegio
y se procedió a un blanqueo de urgencia. Muchos de aquellos primeros zagales
recuerdan el descampado del colegio lleno de hierba, de borreguitos de pan, y grandes
riscos[1].
La primera escuela de Gregorio Romero Bogado trajo a alumnos de la calle Nueva como Jesús Bermejo, Rafael Arroyo, Ildefonso Calleja, Juan Ramos, Daniel Bermejo Ponce, el hijo del maestro, Francisco Romero, y su sobrino Ildefonso Calleja. El resto de alumnos se trasladó en las semanas siguientes, los de Evaristo Arrayás de la calle Nueva, los de Manuel Viso Toscano de la Escuela de la Luz, los de Miguel Rasero y los de Manuel Medina.
El proyecto inicial de Pérez
Carasa hubiese dotado a Valverde de un centro escolar de categoría, pero la escasez de los tiempos dio como resultado
un edificio ramplón.
En la década de 1940 siguió existiendo como única escuela masculina oficial independiente del
Grupo Escolar la de la calle Real de Abajo, tutelada por Antonio Infante Valdayo[6].
La estructura del edificio era similar a la del actual taller municipal
de artes plásticas, pero con los típicos pupitres bipersonales y las paredes ornamentadas con el crucifijo y las
litografías de Franco y José Antonio Primo de Rivera. Antonio Infante vivía en aquel inmueble, junto a su familia, en el espacio
delimitado por una cristalera que separaba convenientemente el área docente y
el hábitat familiar. No obstante, los alumnos debían traspasar la casa para
dirigirse a la letrina situada en el corral. D. Antonio se jubiló en Valverde y
fue el iniciador de otra importante saga, completada con la labor de su hijo
Antonio Infante Acosta, y de sus nietos Mª Teresa y Antonio.
«La clase reunía a alumnos
desde 6 a 12 años. El maestro los clasificaba, de
modo que buscaba la cercanía a su mesa de los más aventajados y reunía en el
fondo del aula a los más torpes. D. Antonio Infante era un hombre muy
celoso de su trabajo y muy religioso. Por las tardes, antes de mancharnos a
casa, había que rezar el Padre Nuestro, y el Ave María no faltaba en el mes de
mayo, y los cánticos religiosos perfectamente formados en corro. También la
disciplina era muy estricta. El castigo habitual era ponernos al menos media
hora de rodillas y los palmetazos con la regla».[7]
Pero, además, algunos niños de
la población recibieron su primera instrucción en escuelas privadas como la de
la D. León de la calle Nueva, o la de Dª María Domínguez.
La escuela, amiga o
«amiguilla» de Dª María Domínguez, situada inicialmente en la calle D.
Rodrigo Caballero y reubicada en la calle Camacho, se ocupaba de los párvulos.[8]
Desde fines de la década de
1940 actúa muy activamente la escuela de D. León de la calle Nueva. León
Alexandre Macedo, comerciante, de afiliación socialista, era natural de
Monesterio (Badajoz), donde formó parte
de la Comisión Gestora creada tras las elecciones municipales del 12 de abril
de 1931[9]. Ejerció el cargo de depositario
interino en el Ayuntamiento de Monesterio, y ante la llegada de las columnas africanistas huyó a zona
roja, pero fue detenido tras la
guerra y enviado al campo de concentración de Castuera.[10]
Por su condición de preso
político fue desterrado de su pueblo y llegó a Valverde del Camino junto a su
esposa Carmen Rodríguez García, ya que la hermana de esta última, Araceli, se
había afincado en Valverde junto a su esposo,
Antero Rodríguez Domínguez, natural de Cabeza la Vaca (Badajoz), agente
comercial, representante de tejidos de una casa sevillana y más tarde dueño de un
próspero almacén de curtidos.
La escuela
de D. León Alexandre ocupaba una habitación
doble del número 29 de la calle Nueva, donde más tarde se situó la barbería de
José María Ramírez Prera. Los alumnos se sentaban en sillas sin pupitres y el
maestro en una modesta mesa de camilla. Al no ser una escuela oficial, sus
paredes estaba desprovistas de la litografía de Franco. De
la misma manera D. León Alexandre Macedo dio clases de repaso a alumnos de
otras escuelas[11]
e incluso preparó en su escuela de la
calle Nueva a unos pocos alumnos para el ingreso y primero de bachillerato[12].
Incluso su esposa impartió docencia a algunas niñas en la
casilleta del fondo del inmueble.
La escuela de D. León cerró a mediados de los
50, debido a los problemas de garganta del maestro.[13] Sus alumnos[14] reconocen su buen hacer como
docente:
«Era un
fuera de serie enseñando. Con apenas diez años ya nos había enseñado a hacer
raíces cuadradas».[15]
En el curso escolar 1961/62 se
creó el Grupo Escolar de Niños José Nogales en su primigenia ubicación en el Cabezo
del Santo[16],
que vino a completar la oferta educativa de la localidad.
Por tanto, el Colegio Menéndez y Pelayo ocupó
el lugar básico y casi único de la nueva
estructura de dotaciones escolares masculinas. Se situaba en el extrarradio del
casco urbano, en el límite N.O. de la población. El acceso más habitual era a
través del Valle de la Fuente o de la Calleja. El caserío valverdeño daba fin
con la Calle San Isidoro y la Clínica La Unión y, frente a ella, la Plaza de
Toros, el viejo coso de la calleja de Carpinteros, frente a la cual se erigían
las últimas viviendas del Valle de la Fuente y la carretera de Calañas, ya
asfaltada, pero con sus típicos socavones. El cercado del Matadero era el
inicio del alfoz. A menudo, el callejón estaba lleno de charcos y los alumnos
trepaban, manteniendo el equilibrio, por encima de la tapia de piedra, a la
vista de los corrales de la Calle San Isidoro y de un inmenso cercado plantado
de habas.
En
cuanto a las escuelas femeninas, pervivieron las creadas durante la II Republica: La Escuela Graduada de la Zona[17]
y la Escuela Unitaria de María Ruiz Cobo de Guzmán[18], además de las preexistentes escuelas católicas:
El Colegio de Santa María Magdalena y el Colegio María Auxiliadora de las
hermanas Salesianas. En este último cubrieron además su etapa de parvulario y
la educación primaria cientos de muchachos, muchos de los cuales marcharon
luego a los Colegios salesianos de Utrera o Morón, o a diversos institutos
sevillanos, antes de iniciar sus
estudios universitarios.[19]
Vista general del antiguo Menéndez
La
denominación del Grupo nace en 1951. Desde aquel año, el centro pasó a llevar
el nombre del insigne filólogo, polígrafo e historiador Marcelino Menéndez Pelayo, siguiendo la propuesta de D. Manuel
Medina[20].
De nuevo, en octubre de 1961, la Junta Municipal de Educación solicitó los
nombres de “José Nogales” y de “Menéndez Pelayo” para los dos grupos escolares
de la localidad[21].
La realidad es que el grupo Menéndez y Pelayo llevó a gala dicho nombre a lo
largo de la década de 1950, y lo lucía en el membrete de todos sus documentos
oficiales.
El
75 Aniversario del Menéndez y Pelayo de Valverde es compartido con otras
efemérides, como el nacimiento de Radio Nacional y, a nivel doméstico, con la
talla de la virgen valverdeña de los Dolores, por parte del escultor Manuel
Pineda Calderón[22],
y solo un año después del la fundación de la Hermandad valverdeña del Rocío.
[1]. Entrevistas a Juan
Bonaño Castaño y Daniel Mantero Castilla.
[2]. Entrevista a Manuel Rodríguez Marín.
[3] 21 de mayo
de 1938. Respuesta del Gobernador a
la instancia de Manuel Vázquez Batanero
para extraer piedra del solar del Grupo Escolar. Sin Catalogar
[4]. Con
motivo de la epidemia de tifus exantemático que asoló Valverde aquel año de
1938, un enfermo, José María Castilla, el «cosario», fue trasladado al grupo
escolar, reconvertido así en lazareto provisional. Aun no estaba plenamente en servicio. En
cambio, el 1º de septiembre de 1938, se estaban
comprando una mesa y seis sillas para la escuela nº 1 del Grupo Escolar. Un
verano de los inicios de la década de 1940 de nuevo se reproducen las fiebres
tifoideas y el colegio volvió a quedar en cuarentena, aunque las clases no se
anularon.
[5]. BOE 305 de
1 de noviembre de 1942. Aprobación del
acta de recepción por la Dirección General
de Primera Enseñanza.
[6]. SÁNCHEZ
CORRALEJO, 2006 a). Natural de Bollullos del Condado, había ejercido en su
ciudad natal, Villarrasa, en El Buitrón y Escacena del Campo, y finalmente
llegó a Valverde atraído por los aires serranos que debían servir de bálsamo
para el asma de su esposa, Carmen Acosta Berdiè. Inicialmente impartió docencia
en la Escuela de la Luz, desde 1929 hasta 1932. No sabemos a ciencia cierta
dónde trabajo en la República, pero desde los inicios del franquismo lo hizo en
la escuela de la Calle Abajo.
Algunos
de sus alumnos fueron el presbítero Francisco Arroyo, Fernado Hidalgo Romero,
Andrés Vázquez, los hermanos José y
Diego Garrido Bonaño, Juan Vizcaíno, José Dolores Duque, Francisco Bermejo,
Rafael Fernández Ramos, José Doblado Vizcaíno, Luciano Llanes Méndez, Ángel
Calderay, o el músico local Antonio Garrido.
[7]. Entrevista a Diego
Garrido Bonaño.
[8]. Entrevista a Manuel
Calero Marín.
[9]. BARRAGÁN LANCHARRO,
Manuel. Breves pinceladas sobre la vida política y social de Monesterio
(1930-1931). En Mesto, Cuadernos monográficos de Tentudía IV. Actas del I Congreso de la Memoria Colectiva de Tentudia, p. 520.
[10]. GONZÁLEZ CORTÉS,
Ramón, Prisioneros del miedo y
control social: El campo de concentración de Castuera. En Hispania
Nova Revista de Historia Contemporánea Nº 6 - Año 2006.
Al
finalizar la Guerra Civil, el campo de concentración de Castuera funcionó como
espacio de internamiento y clasificación de prisioneros de guerra y centro de
represión comarcal y de eliminación selectiva de individuos significados con el
régimen republicano. Además, provocó un miedo que cercenó la disidencia y
favoreció la identificación con los valores del nuevo Estado.
[11].
Caso, por ejemplo,
de Fernando Hidalgo Romero y Andrés Vázquez, alumnos de la escuela de D.
Antonio Infante Valdayo de la calle Real de Abajo.
[12]. Entrevistas
a Fernando Gómez Becerro y Agustín Rodríguez Rodríguez.
[13]. Entrevistas a Agustín
Rodríguez y a Manuel Calero Marín. Los problemas de garganta del maestro venían
de lejos y tuvieron que colocarle un tubo de platino en la tráquea.
[14]. Algunos
de sus alumnos fueron Manuel Calero, José Villadeamigo, José Rite Hidalgo, José
Arenas Parreño, Pedro Palma, José Sánchez Ramírez y Francisco Matías Marín.
[15]. Entrevista a Manuel
Calero Marín.
[16]. SÁNCHEZ
CORRALEJO, J.C., 2006, 47. El 22 de
marzo de 1961 se produjo su recepción provisional por parte del
ayuntamiento. Los primeros maestros, allá por el curso
1961/62, fueron Luis Retamero, el primer director desde octubre de 1961, el
granadino Manuel Rojo Jiménez, Antonio López Pavón, el segundo director, Manuel
Orihuela, de Iznalloz, Jerónimo Nogueroles, Amador del Pino Izquierdo, hijo de
un conocido profesor de la escuela normal de Huelva y tercer director del
colegio, Juan Cruz Cera, aún con destino provisional, y José Luis Infante Tocino -sustituido un mes
más tarde por Manuel Villadeamigo Blas-,
Rafael López Muñoz
e Ildefonso Arrayás Mora. En los cursos siguientes llegaron al Santo el beasino Fº Javier Domínguez
Romero, José Arrayás Arroyo, procedente del aula de primaria de la escuela
profesional “José Antonio”, y Juan Manuel Alcaría Capado.
[17]. Vid SÁNCHEZ CORRALEJO J.C., 2005, 43. Véase también SÁNCHEZ CORRALEJO J.C.,
2006, 45-46.
[18]. La antigua Escuela Nacional San Carlos data de la época de la
Restauración. Desde mediados de la década de 1930 fue regentada por Dª María Ruiz, y continuó a pleno rendimiento en las décadas
de los 40, 50 y 60 del siglo pasado. Vid SÁNCHEZ CORRALEJO, J.C., 2005, 38 y
SÁNCHEZ CORRALEJO, J.C. 2006, 46.
[19]. En los años 40 y 50 muchos chicos pasaron por sus aulas: Gregorio
Morales Arenas, Manuel Hidalgo Pascual, José Antonio Marín Rite, Daniel Romero
Álvarez, Antonio Gordillo Calero,
Segundo Boza Rite, Juan Fernández Batanero, Fernando Hidalgo Romero, Juan José
Mora, Andrés Bruno Romero, Diego Félix Romero, Antonio Romero Parreño, Salvador
Carrero, Manuel Marín Mintenhoff o Patricio Mariano Romero. En los años 50
pasaron por sus aulas José Antonio Corralejo Flores, Jesús Ramos, Amaro
Bermejo, Diego Macías, Gregorio Macías, Manuel Feria, José Martín de Toro…
El parvulario estaba a cargo de Sor Adelaida, mientras que la primaria
de los chicos corría a cargo de Sor Esperanza Pérez, quien seguía utilizando la
enciclopedia de Grado Medio de Dalmau Carles. Todos ellos resaltan la labor de
Sor Esperanza Pérez, quien además de excelente pedagogía dinamizaba la labor
docente con teatros y certámenes literarios.
Algunos de aquellos muchachos se beneficiaron de su condición de
pensionistas del comedor. También había medio-pensionistas, que llevaban el
almuerzo de sus casas y utilizaban las instalaciones del comedor.
[20]. A.M.V. Junta de primera enseñanza. 10 de octubre de 1951. Sesión
presidida por el inspector Pedro García Delgado
[21]. A.M.V. Junta de primera enseñanza. Acta de 25 de octubre de 1961. Leg.
360. Además, se propone como director interino del grupo José Nogales, aun sin
inaugurar, a Luis Retamero.
[22]. RODRÍGUEZ RIERA,
Rafael (2012): “La Virgen de los Dolores y sus orígenes”. En La Chicotá, 11. Asociación de costaleros
blancos.
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