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viernes, 18 de mayo de 2012

LA ESCUELA Y LOS MAESTROS DE NUESTROS ABUELOS (I)

LAS ESCUELAS Y LOS MAESTROS DE NUESTROS ABUELOS (I)


El mapa escolar valverdeño desde la época isabelina hasta la crisis de la Restauración  (1857-1923)

                              En revista Raices. nº 7. Junio de 2004, pp. 36-38
Juan Carlos Sánchez Corralejo


                                               A todos los maestros y maestras valverdeños.
                                              

Las escuelas públicas

      
  El Plan educativo de 21 de julio de 1838 exigía a los pueblos el sostenimiento de escuelas públicas de niños y de niñas. Dicha obligación fue recogida asimismo en la Real Orden de 1º de enero de 1839.  En línea con estos imperativos, a mediados del siglo XIX la oferta educativa valverdeña estaba formada por «una escuela de instrucción primaria pública concurrida por 80 niños y dotada de 1.500 reales; dos más particulares a las que asisten 40; una cátedra de latinidad y una de enseñanza de niñas»[i].
         
En este ambiente, surgió la reforma educativa de Claudio Moyano. Este político y pedagogo de Toro, rector de la universidad de Valladolid y su alcalde en 1841,  reconvertido en ministro de fomento de Narváez,  pretendió con la ley de instrucción pública de 1857 trazar las líneas fundamentales del sistema educativo español. A partir de entonces se insistió en la escolarización obligatoria,  se añadieron nuevas materias como la higiene doméstica y el dibujo y se estableció la obligatoriedad de la religión católica. Desde 1854, las competencias educativas pertenecían al Ministerio de Fomento y en concreto a la Dirección General de Instrucción Pública y desde 1857 tomaron cuerpo las Juntas Provinciales de Instrucción Pública, cuyo cometido sería velar por la constitución de nuevas escuelas en los pueblos y vigilar por su buen funcionamiento y el buen quehacer de los maestros de primaria.
Pero la Ley Moyano preveía además  que la  construcción de las escuelas de primeras letras debía corresponder a la municipalidad. Ello en la práctica dio lugar a múltiples inconvenientes, debido a la precariedad secular de las arcas municipales, hecho éste que se vio agravado por la pérdida de las rentas  de propios y comunales, provocada por la desamortización de Pascual Madoz.  Los regidores valverdeños de la década de 1860 eran conscientes de la masificación de las escuelas y de la necesidad de crear una segunda aula o escuela de distrito:
      
  «Que en la visita última girada a la escuela pública se ha tenido que lamentar como siempre la falta de un edificio a propósito haciéndose cada día más urgente por el crecido número de niños y porque el local que ocupa la clase ni reúne las condiciones higiénicas ni las más precisas para la enseñanza, viéndose por ello defraudados los deseos del preceptor y lamentando los padres las incomodidades de sus hijos, todo lo cual contribuye a que algunos se retiren del establecimiento por el mal que les produce la mucha concurrencia y falta de comodidad»[ii].
      
  Pero, paralelamente, el consistorio manifestaba al Gobernador Civil la imposibilidad de reunir fondos suficientes para aumentar el número de aulas de enseñanza o para adquirir nuevos edificios, donde construir escuelas que reunieran unas condiciones mínimas. En este orden de cosas, el cabildo llegó a solicitar una subvención al gobierno de Isabel II, a fin de ejecutar las ansiadas obras en, la por entonces, única escuela de niños de la población. El vecindario aportaría 10.000 reales y el erario estatal el resto. Valverde recibió la callada por respuesta.

        En el año 1869, el padrón de Valverde reflejaba una población de hecho de 6.949 personas, que se elevaban a 7.014 en el censo de 1877.  El artículo 101 de la Ley de Instrucción Pública de 1857 preveía la existencia de dos escuelas de niños y dos de niñas en los pueblos de 2.000 habitantes, tres escuelas en los de cuatro mil y así correlativamente, de forma que debería contarse con  una unidad más de cada género por cada incremento de 2.000 almas. En virtud de este mandato, Valverde debería haber dispuesto de, al menos, 4 escuelas de cada sexo, aunque la realidad fue mucho más lacónica. Pero Valverde no fue una excepción. Casi ningún ayuntamiento cumplía sus obligaciones legales respecto a la instrucción pública. Se acudía reiteradamente al pretexto de la falta de presupuesto y, sin embargo, se seguía subvencionando a las escuelas privadas. Valverde tampoco fue una excepción en esta orientación, como veremos más tarde. 
   
     Desde 1857, en virtud del artículo 287 de la ley Moyano, se crea en Valverde la Junta Local de Instrucción Pública, que, tras la nueva regulación del R.D. de 19 de marzo de 1875, estaría presidida por el alcalde de turno y completada por un regidor, el cura párroco y tres padres de familia. A principios del XX, estaba presidida por el alcalde y la componían dos concejales. Formaron parte de ellas, entre otros muchos,  regidores como  Diego Parreño de Mora, José Moya Torres, José Antonio Medina Mora, Francisco Romero Vélez, Pedro José Vizcaíno Arrayás o Manuel Wilke Wert,

*   *   *
        En estos años siguió dominando el modelo de casa-escuela, pero se hicieron algunos esfuerzos hasta dotar a la población de dos escuelas de cada género.

LA ESCUELA DE LA CALLE DEL DUQUE: La nueva escuela de niños del primer distrito.-

            A principios de la década de 1860, durante la alcaldía de D. Gregorio Pérez, se trató de solucionar el problema de las infraestructuras escolares de la localidad. Ya desde 1861 el ayuntamiento había elevado al gobierno civil un proyecto de nuevo centro educativo para niños. Inicialmente éste iba a  situarse en la casa particular  de José Arrayás Mayor, cuya ubicación descococemos.

En marzo de 1862, la Junta Provincial de  Instrucción Pública requirió al ayuntamiento a realizar las gestiones oportunas para adquirir una nueva casa para la nueva escuela de niños que estaba pronta a inaugurarse. El ayuntamiento nombró una comisión compuesta por Cristóbal Hernández y Gerónimo Ramírez a fin de practicar las diligencias pertinentes.

Para allegar los fondos necesarios proponían servirse de los «productos de la cátedra de latinidad» [iii]. El 17 de junio de 1862, el Gobernador Provincial remitió un oficio donde rechazaba el proyecto aduciendo para ello «las irregularidades del terreno y sus malas condiciones higiénicas» y proponía la aceptación de la remodelación propuesta por el arquitecto provincial. El ayuntamiento se veía conminado a comprar el inmueble y a hacer en él una importante obra.

Fue en ese momento cuando el consistorio alegó que no se trataba del lugar más adecuado, ya que «está colocada en un sitio donde de continuo trabajan cuatro herradores, cuyo permanente ruido ahogaría toda explicación, distrayendo al propio tiempo a los discípulos, ora porque la afluencia de gente al mismo sitio, según costumbre, contribuiría a que jamás hubiera en la  clase el silencio que la enseñanza exige».[iv] A partir de entonces, el ayuntamiento dice buscar otro inmueble más a propósito y mejor situado y propone una solución para financiar la obra: insta al gobierno civil a resolver el expediente relativo a la indemnización que debía hacer la «Sociedad Minera de Tharsis» por los terrenos que ocupaba y exige una participación de dichos fondos, por entonces cobijados en la Caja de depósitos provincial.
             
Desestimada tal solución, en septiembre de 1862 se propuso la compra de la antigua casa-cuartel de la Guardia Civil. Era un inmueble situado en el número 17 de la Calle del Duque, propiedad de los herederos de Isabel Ramírez. Fue examinado por el arquitecto provincial y declarado útil y suficiente para servir de aula y casa del maestro. Su adquisición supuso un desembolso de 19.000 reales libres de gastos de escritura. El contrato de compraventa se formalizó tras el consentimiento preceptivo del Gobernador Civil ante el notario Juan Ramírez Cruzado: 18.288 reales fueron  abonados a Gertrudis Ramírez Blanco, 356 reales a Josefa Ramírez Pérez y la misma cantidad a su hermana Leonor[v].

        El maestro alarife Pernil presentó un plan y presupuesto de obra por valor de 27.147 reales, cantidad  que sería  abonada de los ingresos de propios. Dicho plan, sin variar en nada las habitaciones exteriores del inmueble, que serían ocupadas por el maestro, permitía obtener un amplio local  independiente de la casa y con suficiente ventilación. Pero el proyecto tenía un fallo: carecía de un lugar excusado para solventar las necesidades de los jóvenes, que debería situarse en el extremo del corral del inmueble, frente a las dos últimas ventanas de la habitación-escuela. En mayo de 1863, el gobernador aprobó cubrir el presupuesto de la escuela de niños con el sobrante del presupuesto municipal y se establecieron las normas para el remate de la obra. Pronto Valverde contó con su nueva escuela de niños.

LA ESCUELA DE NIÑAS.-

  

Vista parcial de la fachada de la escuela de niñas de la calle Real de Abajo. 1900
      Desconocemos la localización primigenia de la escuela  de niñas. Sí sabemos, en cambio, que  en 1862 aparecían matriculadas doscientas jovencitas, según testimonio del teniente segundo de alcalde del consistorio. 

El amplio salón de la escuela  aparecía dividido en varios departamentos. Debido al crecido número de alumnas, la Junta Local de Instrucción Pública y el pleno del ayuntamiento propusieron la creación de una plaza de ayudanta y la petición fue elevada a la superioridad [vi].  Por entonces, el ayuntamiento pasó de pagar 700 a 900 reales anuales por el alquiler de la casa-escuela «donde habitaba la maestra y se halla la clase de niñas». La solución, consensuada entre los munícipes y los mayores contribuyentes, fue aumentar los recargos ordinarios y extraordinarios sobre las contribuciones territorial, industrial y de consumos, es decir sobre la base fiscal de los tres impuestos creados por Alejandro Mon en la década de 1840, debido a que el consistorio afirmaba carecer de otros recursos[vii].
           
 Al parecer, en la década de 1870 se utilizó como escuela, posiblemente de niñas,  la antigua casa-cilla, edificio que fuera propiedad del cabildo catedral de Sevilla desde 1769, aunque este extremo no lo hemos podido confirmar documentalmente.

        Sea como fuere, el ayuntamiento se vio apremiado a procurarse un nuevo local. En 1899, compró el inmueble situado en  la Calle Real de Abajo nº 7, que disponía, además,  de salida trasera a la calle Andrés Blas. Allí instaló la nueva escuela de niñas, que serviría también de habitación de la maestra. La compra de este local, ofrecido en venta por Cosme de Mora Bada en nombre de su mujer Francisca Gutiérrez Llanes, supuso un desembolso de 14.000 pesetas. La comisión municipal formada por los concejales José Asuero, José Morcillo y Santiago Cumbreño llevó a cabo las negociaciones y controló su inspección técnica, que fue realizada por el maestro alarife Francisco Pernil Mora y el también maestro carpintero José Blas Asuero Núñez.  La comisión elogió a situación del inmueble:
        «puesto que ocupa lugar de calle céntrica con salida a otra calle que facilitará la concurrencia de alumnos, se encuentra en muy buen estado de conservación y bastante espaciosa, con habitaciones suficientes para que habite la maestra con holgura y decencia y localidad a la vez para que con una pequeña reforma quede establecido un buen local para escuela con ventilación y desahogo para la concurrencia de más de cien niñas»[viii].
      
  Sólo tenía un problema: no disponía de excusado. Por ello, para cumplimentar sus necesidades las niñas debían utilizar un rinconcito del corral. Periódicamente, Francisco Pérez Huerta se encargaba de sacar  la esterquera de la escuela de niñas de la calle Abajo, como más tarde José Medina hizo con la  del colegio de Andrés Blas[ix].

Foto 1


LA ESCUELA DEL SEGUNDO DISTRITO.-
     
   En 1892, la presión demográfica obliga a crear una segunda escuela de distrito  Entonces, el consistorio compró el inmueble situado en el número 20 de la calle Nueva, propiedad de José de Mora Vizcaíno. Al año siguiente, el contratista local Francisco Pernil Lorca entregó la nueva escuela al ayuntamiento. Al decir de A. Rico, fue la primera escuela genuina de Valverde, especialmente proyectada y construida para tal fin, aunque no logró superar el carácter de amplio salón y el modelo de casa-escuela[x]. En 1899 se la dotó  de un cuarto-cocina, suponemos que para uso exclusivo del maestro titular[xi].
         
El 27 de mayo de 1902  se produjo en Valverde una tormenta horrorosa: una descarga eléctrica cayó sobre un muro del nuevo recinto educativo, donde se hallaban en ese momento más de cien alumnos, «siendo milagroso que no ocurriera un sinnúmero  de desgracias que hubiera llenado de luto a la población, ocasionando dicha descarga eléctrica desperfectos de consideración en el citado muro»[xii].



[i] MADOZ P. (1845-1850) Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Huelva. Ámbito / editoriales andaluzas unidas
[ii] A(rchivo) M(unicipal) de V(alverde) del C(amino/ A(ctas) C(apitulares) de 1862 de 4 de septiembre.
[iii] A.M.V/A.C. de 1862, 23 de marzo.
[iv] A.M.V/A.C. de 1862,  19 de junio.
[v] A.M.V. /A.C. de 1862,  4 de septiembre. A.M.V. / Patrimonio. Leg. 359.
[vi] A.M.V./A.C. de 1862, 27 de julio.
[vii] A.M.V./A.C. de 1862, 27 de julio.
[viii] A.M.V./A.C. de 1899 de 13  y 20 de mayo.
[ix] Véase por ejemplo A.M.V. /A.C. de 10 de mayo de 1909 y 4 de septiembre de 1920.
[x] RICO PÉREZ A. (1993): 1893-1993. Valverde y las salesianas. Imprenta Sand.
[xi] A.M.V./A.C. de 1899, 14 de enero.
[xii] A.M.V./A.C. de 1902, 31 de mayo y 21 de junio.

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