Juan Carlos Sánchez Corralejo
Diego Bull, ingeniero de minas escocés y primer director gerente del ferrocarril y de la explotación de la mina Buitrón, seguía dado de alta para la venta de harina al por mayor con sede industrial en la estación del ferrocarril, hasta el año 1907, es decir, un año después de su marcha de Valverde. Ramírez Copeiro, su biógrafo, cuenta que traía la harina directamente de Palencia, Zamora o Santander en barcos o trenes, evitando a los intermediarios, una harina que recalaba en la estación de Valverde o en su almacén de Zalamea la Real.[13]
En la década de 1920, seguía en funcionamiento el molino harinero del Odiel de Eugenio Zarza Domínguez, y las molinetas domésticas de José Laureano Vizcaíno en la calle Andrés Blas, la de los herederos de José Vizcaíno Matías en General Bernal, y la de José Duque Borrero en Sebastián Casto, trasladada más tarde a la Calle Camacho.
Pero sobre todo ganan terreno las harineras eléctricas como la de Tomás Gallart, desde 1904, un molino harinero de dos piedras, anexo a la fábrica de la luz, en la prolongación de la calle Sagasta, actual Real de Arriba, regentada por su hermano Miguel Gallart González[14] y, sobre todo, la fábrica de harinas San Rafael de la sociedad Rodríguez-Fleming. Manuel Rodríguez Romero y Rafael Fleming Zarza regentaban una fábrica de harinas de 12 decímetros situada en la calle D. Andrés Mora –posterior Real de Abajo-, al menos desde el año 1915, y trasladada al año siguiente a la calle Juan González o Cuesta de la Estación. La harinera de la Estación, de 20 dm, con fábrica anexa de pan desde 1918, fue además el punto de inicio de la principal eléctrica local.[15]
Algo parecido ocurrió en el resto de poblaciones del Andévalo, donde también se multiplican las fábricas de harinas: desde 1903 existía la harinera de Manuel Macías Macías en Cabezas Rubias; la de Francisco Blanco García, alcalde de Alosno por Real Orden en los años finales del siglo XIX y uno de sus principales hacendados. Otras varias aparecen en El Cerro de Andévalo, registradas a nombre de Nicomedes González, Marina Márquez, Juan Rico, Viuda de Rico e Hijos de Vázquez[16].
Harinera de Gaspar Francisco Núñez Barba
En la década de 1930 nacen nuevas harineras en el Andévalo: en El Cerro, La Sociedad electro-harinera de San Benito y más tarde la fábrica de Marco Velardo desde 1936; las dos de Santa Bárbara de Casa, una propiedad de Sebastián Pérez Feria y otra de Gonzalo Infante Gómez, quien además era dueño de un molino maquilero; o la de Pedro Márquez Charneco en Villanueva de las Cruces.
Desde mediados de la década de 1930, la valverdeña San Rafael funcionaba mediante el sistema Daverío, un sistema de molienda automática a base de un entramado de conductos por los que se pasaba del grano a los diferentes tipos de harina, montados en madera que formaban una arquitectura, artesanal e industrial. El sistema ya era conocido desde principios del siglo XX y era empleado por alguna de las mejores harineras nacionales como La Española de Carabanchel Bajo.
Junto a la fábrica de harinas de Triana
aparecía la más humilde “La Molineta”, sita en la calle Sevilla,
propiedad de los hermanos Juan y Gregorio Duque Borrero desde los primeros años
30, que ampliaba el negocio inicial de la calle Peñuelas.
Fábrica de harinas San Rafael
No hay comentarios:
Publicar un comentario