LOS MOLINOS DE VIENTO DE VALVERDE DEL
CAMINO. 1744-1978. (V)
Juan Carlos Sánchez
Corralejo
Actas de las
VI Jornadas del Patrimonio del Andévalo, pp. 176-182.
Los molinos de viento del siglo
XIX
El segundo salto cualitativo en
la construcción de los molinos de viento valverdeños se produjo en el siglo
XIX. De nuevo, el impulso constructor parece relacionarse con un nuevo fenómeno
de sequía en la década de 1830. En Valverde dio lugar a que un cura zahorí, el
presbítero Juan González Ramos, descubriera
nuevos manantiales de agua en Bajondo que fueron acotados para la construcción de lavaderos y fuentes[1]. Por
entonces, varios de los molinos dieciochescos ya estaban en ruinas: En los sitios nombrados por el
cabezo se hallaban construidos varios molinos de viento y en el día demolidos
por tan circunstancias que se motivaron para ello.[2]
El trienio 1835-37 ve nacer seis nuevos molinos de viento en una
auténtica carrera constructiva. El año clave es 1835. Dicho año se pretendió la
construcción de dos nuevos molinos en el Cabezo de San Gregorio, uno de los cuales debió situarse finalmente
en Raspa, un tercero en el
Cabecito Pelado, y un cuarto en
el cabezo del Santo, lo que obligó a abrir un expediente especial que
demuestra las tensiones que hubo entre algunos peticionarios: la sociedad formada
por el presbítero José María Ramírez y Eugenio Arrayás ya era dueña de un
molino en el cabezo de San Gregorio, pero pretende ampliar el negocio y
rehabilitar otro de los viejos molinos arruinados: el 13 de agosto de 1835, ambos
socios piden y reciben licencia para construir un nuevo molino en el Cabezo de San Gregorio, en sustitución de otro
del siglo XVIII, concretamente en una altura o cabesito que hace el
espresado cabezo que en otro tiempo estuvo otro molino de viento, que tenemos
en el dicho cavezo de San Gregorio, asia donde sale el sol[3].
La única condición que le impone el ayuntamiento es que los terrenos
vuelvan a la condición de baldíos cuando el tiempo o la voluntad acaben con
la existencia del molino.
Solo tres días después, el 16
de agosto, otro valverdeño, Diego Martín Vizcaíno, gran hacendado y ganadero
local de 73 años de edad, uno de los principales capitales de la primera mitad
del XIX, prestamista e inversor nato, solicita construir un nuevo molino en el
cabezo de San Gregorio, debajo del que se le concedió a José María Ramírez y
Eugenio Arrayás. Ocurrió que los
indicados ya referidos se anticiparon a mi solicitud pretendiendo igual
licencia y en el mismo sitio. El ayuntamiento le anima a buscar otra
ubicación, pero Diego Martín Vizcaíno insta al cabildo, el 23 de agosto de 1835,
para que apremiara a sus competidores a comenzar la obra de su molino en
término de 15 días o, en su defecto, se le diera la licencia a él, insistiendo,
de nuevo, en su parecer el 4 de septiembre de 1835. El mismo día, el ayuntamiento requirió al
presbítero y su compañero a comenzar la obra en el plazo máximo de 30 días. El
14 de noviembre de 1835, José María Ramírez y Eugenio Arrayás pidieron una
prórroga y la obtuvieron por espacio de cuatro meses, para la rehabilitación
del viejo molino, con fecha tope de finales de marzo de 1836, tras alegar que los
maestros albañiles de su confianza estaban ocupados, precisamente en la
construcción de otro molino en el Cabecito Pelado.[4]
La pugna de Diego Martin
Vizcaíno contra el presbítero José María Ramírez y Eugenio Arrayás, parece
responder a su interés por ocupar el sitio más privilegiado del cabezo de San
Gregorio, cuyo éxito estaría garantizado
por la experiencia de un molino anterior o por el intento de aquellos de entorpecer mi pretensión a la sombra de que
son primeros, como pensaba Diego Martín Vizcaíno, siendo además Eugenio
Arrayás miembro de la corporación municipal que debía conceder la licencia,
aunque también hemos detectado rencillas personales[5]. En 5
de octubre, ya cansado de tanto litigio, pide su ansiada licencia en otra
ubicación, en el sitio de Raspa[6], y la recibió el 11 de octubre de
1835. Su construcción se adelantó a la de sus competidores, aunque en una nueva
ubicación.
Aquel mismo día, el 11 de
octubre, Juan Feria y Leandro Romero obtuvieron licencia para construir otro
molino de viento en el Cabecito Pelado, junto
a la Cruz de
Caporro[7].
Se preveía que estuviera terminado a fines de marzo de 1836. Dos días después,
el 13 de octubre, se dio licencia para un segundo
molino en el Santo que retrasó su construcción hasta 1837. El 18 de octubre
el cabildo instaba a empezar las obras de estos cuatro molinos en el término
máximo de un mes.
A mediados de 1836, José María
Arenas inició la construcción de un nuevo molino en el paraje conocido como
ladera de las Peñas, junto al risco de Marimanta[8]. Es
el llamado molino de la ladera de las
Peñas o Molino de Marimanta, denominación
esta última que alude quizás a que alguien espantaba a los niños fingiendo ser
un fantasma por aquellos pagos, dando nombre
a la peña de Marimanta.
Molino del Cabezo
del Santo o de Tío Pedro Vélez. Rico, A.
Valverde en Sepia III, lám. 71.
En 1837 se completaron las
edificaciones molineras con tres nuevos
molinos, uno en el Cabezo Pelado, otro en el Santo y el último junto a la era de la Nariqueta.
El molino de Tío Pedro Vélez
fue emplazado en el cabezo
situado entre de la ermita de San Sebastián y los pozos nuevos. Fue mandado
construir por Francisco Arrayás[9].
Aunque la solicitud inicial fue en
octubre de 1835, pidió prorroga justamente un año después, en septiembre de
1836, argumentando tener preparado tierra
y piedras para su inicio inmediato,
petición que fue aceptada el día 29 de diciembre de 1836. Este molino ya existía con anterioridad, pero
desconocemos a día de hoy el momento de su erección primigenia.
El molino del Cabezo Pelado se
dilató en el tiempo. Desconocemos las causas concretas, pero a los dos
pretendientes iniciales, Juan Feria y Alejandro Romero, se une un tercero, Ramón José Palanco, los tres
molineros de oficio, quienes recibieron licencia para construir su molino de
viento en el Cabecito Pelado año y medio después de la primera solicitud. Se
les pone la condición que su edificio estuviese terminado con anterioridad al
mes de abril de 1838, fecha límite en la que debía estar formada de todo
punto la torre.[10]
El molino de viento de la era Nariqueta
se levantó frente al callejón
y la huerta de Cruzado[11], concretamente en el cabezo que está a la
parte abajo de dicha era. Se
situaba junto a la era alta que estaba rodeada de tierras de capellanías –como
la fundada por María Gómez a mediados del
siglo XVII o la disfrutada por el presbítero José María Vázquez, y los cercados de Lorenzo Gutiérrez, la viuda
de José María Carrero, Bartolomé Bermejo, Antonio Sánchez Palanco o el de D.
Cristóbal Arrayás Hidalgo[12],
este último el dueño del citado molino. A Cristóbal Arrayás se le puso,
al igual que en el caso anterior, la fecha límite de abril de 1838 para tener
levantada la torre. Esta insistencia se explica fácilmente por la necesidad de
la población y, sobre todo, por la enorme demanda que despertaba el negocio de
molinería en nuestra población.
El 5 de octubre de 1836,
Cayetano Arrayás, molinero de profesión, trata de levantar otro molino en San Gregorio en el sitio del Llanete, contiguo al cortinal de Antonio María,
y solicita la correspondiente licencia.
En 1839 era, además, perito municipal de molinos, junto a su hermano
Ramón.
En el año 1836, Valverde parece
contar con 12 molinos harineros de viento a pleno rendimiento, aquellos mismos
que cuantificó el diccionario de Madoz una década después, en 1849.
Nuevos molinos
1835-1837
|
Dueños
|
Notas
|
Cargos y
características
|
Molino inmediato
al Cabezo de San Gregorio
|
D. José María
Ramírez, presbítero de la villa y su compañero D. Eugenio Arrayás
|
Petición:
13/08/1835
Aprobación:
16/08/1835
Concesión de
prórroga: 14/11/1835
|
Eugenio Arrayás.
Calle Carpinteros Sindico general (1834).Procurador del común (1835, 1836).
Arrendador de la renta del aguardiente.
|
Molino de Raspa
|
Diego Martín
Vízcaíno (1762-1852)
|
Solicitud:
16/08/1835
Concesión:
11/10/35
|
Gran hacendado.
Alcalde (1813, 1828, 1829)
Valle de la
Fuente, nº 48 Vocal Junta de beneficencia
|
Molino Cabecillo
Pelao, junto a la cruz de Caporro
|
Juan Feria [Berrocal], Alejandro Romero. Más
tarde, Ramón José Palanco
|
Solicitud:
11/10/1835
2ª Solicitud:
22/05/1837
|
Molineros de
profesión
|
Molino de
Marimanta
|
José Mª Arenas
|
Solicitud:
18/08/1836
|
Mayores
contribuyentes locales. Bodeguero.
|
Molino de Pedro
Tío Vélez.
|
Francisco
Arrayás,
|
Solicitud:
13/10/1835
Prórroga:
22/09/1836. Concedida en 29/12/1836
|
Calle Iglesia
Síndico personero
(1835),
Regidor (1836 )
|
Molino del
Llanete del Cabezo San Gregorio
|
Cayetano Arrayás
|
Sol: 5/10/1836.
Conc.1/11/1836
|
Molinero
1º Diputado
(1830)
|
Molino de la era
Nariqueta
|
Cristóbal Arrayás
Hidalgo (1795-1848)
|
Solicitud:
29/07/1837
|
Hacendado y
ganadero. Estanco de tabaco
Yerno de Diego M.
Vizcaíno
|
¿?
|
José Benítez
Fontao
|
1871
|
Médico.
Corta de pinos
para molinos
|
Molinos del siglo
XIX. Elaboración propia.
|
Molinos
de viento de Valverde. Elaboración: Francisco Javier Alcuña y Juan Carlos Sánchez
De
cronología coetánea son otros molinos andevaleños como el del Cerro del Celemín de Cabezas Rubias,
propiedad de Eugenio Hermoso y construido en 1837. Estaba valorado en 10.000
reales de vellón y producía una utilidad anual de 1.800 reales[13].
Este molino pertenecía a la familia Hermoso, que continuará su vinculación
molinera hasta el siglo XX.
Datos sueltos nos ayudan
apenas a esbozar algunos indicios relacionados con la vida de estos ingenios:
el periodo de construcción ocupaba entre cuatro y ocho meses de trabajo, según
se tratara de una rehabilitación o de una construcción ex novo. Era necesario acarrear los materiales de construcción
–tierra y piedra- antes de la otoñada, antes
de que lo imposibilite el cerramiento de las portillas de los cercados por
donde se ha de conducir las dichas tierras.[14]
No todos sus dueños pertenecen al selecto grupo de mayores contribuyentes de
la villa. Siguen dominando los ganaderos y labradores acomodados y algún que
otro miembro de la clerecía, aunque algo parece haber cambiado respecto al
siglo anterior: también aparecen molineros individuales o formando sociedades
que quieren ser los dueños de su propio negocio.
Entre
los primeros, podemos destacar a Diego Martín Vizcaíno (1762-1852), un rico terrateniente, creador de la plaza
de toros de Valverde, dueño de abundantes tierras en Valverde, en los baldíos de
Niebla (arroyo del Moro), en La
Montiela de Beas y en Papahígos,
Trigueros, donde poseía bodega y una ermita de su propiedad,
levantada en 1848, bajo la advocación de la Purísima Concepción.[15]
También destaca Cristóbal
Arrayás Hidalgo (1795-1844), importante hacendado y ganadero de reses bravas,
casado en primeras nupcias con Romana Martin Vizcaíno, hija de Diego
Martín Vizcaíno. José Benítez Fontao,
natural de San Fernando, médico local
desde 1828, reconvertido en 1862 en médico forense del juzgado de primera
instancia de Valverde[16],
compró uno de aquellos molinos eólicos. Entre los molineros aparecen Cayetano
Arrayás, Juan Feria, Alejandro Romero y Ramón José Palanco.
Seguía siendo frecuente la
diversificación de las inversiones: Francisco Arrayás junto a Ramón José
Palanco, dueños del
molino de Pedro Tío Vélez y del Cabezo Pelado, respectivamente, habían intentado reedificar anteriormente el
antiguo molino del Carrasco respecto a hacer muchos años estar abandonado
por sus dueños, manifestando su intención de reconstruir sus ruinas[17].
Diego Martín Vizcaíno poseía otros negocios harineros junto a José
Serrano en el arroyo de la Melera.
Junto
a los grandes capitales que buscan diversificar sus inversiones, se asientan
sagas dedicadas en exclusiva a la labor molinera como los Feria[18] o
los hermanos Arrayás, Cayetano y Ramón
Arrayas que abren paso a la estirpe de los Ramoncha,
que parece proceder de la tartamudez de Ramón, quienes compaginaron la
molinería eólica y la hidráulica en el río Odiel.
Aquellos molinos se beneficiaron, aunque fuera coyunturalmente, de la
sequía de 1846-1847 que
elevó sobremanera el precio del trigo en el Andévalo[19],
o la del bienio 1873-1875,
aunque seguían limitados a los días de
fuertes vientos y a los meses del estío.
El ayuntamiento nombraba a
peritos de molinos[20], debido
al interés municipal por controlar la correcta molienda y, sobre todo,
para ajustar el monto de la contribución
del subsidio industrial. Conocemos algunas solicitudes de permisos por parte de los
dueños de los molinos para cortar y utilizar madera de pino procedente del Saltillo
con objeto de reparar la maquinaria de un
molino de viento, previo visto bueno del Gobernador Civil.[21]
Si hacemos extensivos los datos
que recabó Caro Baroja para la
Puebla, relativos a la década de 1880, cada molino podía moler en día de buen
viento 24 fanegas de trigo, unos mil kilos, es decir, un poco menos de la
producción anual que le asignaba el Catastro de Ensenada. Garrido Palacios
documentó en el Andévalo ciertas prácticas pícaras como la de humedecer el grano con agua para aumentar el peso, o la
tarea de las molineras de ahechar el trigo con una zaranda. En Valverde se cargaban costales de una
fanega a lomos del burro o de caballerías[22]. Una fanega de trigo con la merma de
los afrechos, pero el aumento del agua y la levadura daba para 46 panes de
kilo. El molinero seguía cobrando de
maquila un almud por fanega.[23]
Cabezo de San
Gregorio o de los Molinos hacia 1875.
Fotografía de José Manuel Vizcaíno Moya
RAMIREZ COPEIRO,
J.,1987, p. 180.
[1] A.M.V. 1837, agosto, 13. Leg.
34.
[2] A,M.V. Memorial
de Diego Martín Vizcaíno. 16 de agosto de 1835.
[3] A.M.V. Actas Capitulares.
1835, agosto, 16. Memorial inserto de 13 de agosto de 1835.
[4] A.M.V. Expediente gubernativo
sobre construcción de molinos. Leg. 34.
[5]
Vid. Actas
de 16 de noviembre de 12834. Leg. 33
[6] Desconocemos
la ubicación exacta de Raspa. Nos inclinamos, con reservas, por la caída del
cabezo de San Gregorio hacia la Huerta Nueva.
[7] A.M.V. Ayuntamiento Pleno. La
petición de licencia data de 11 de octubre de 1835. Su construcción fue
aprobada el día dieciocho del mismo mes.
[8] La licencia data de 18 de
agosto de 1836, siendo aprobada su construcción solo dos días después. A.M.V.
Leg. 34.
[9] A.M.V. Ayuntamiento Pleno. La
licencia fue pedida el 11 de octubre y concedida el 18 del mismo mes y año de
1835.
[10] A.M.V. Actas Capitulares.
1837, mayo, 22. Leg. 34.
[11]
Existe
otra huerta homónima en el camino del Pozo de Gamo.
[12]
A.P.V.
Venta de una tierra. 03/0271851. Leg. 98
[13]
Escritura
de patrimonio o fundación de capellanía por parte de Eugenio Hermoso a favor de su hijo Esteban
Hermoso para obtener el estado eclesiástico. A.P.V. 20/07/1852. Leg. 99
[14] Expediente gubernativo de
Diego Martin Vizcaíno. Solicitud de 4 de septiembre de 1835. Leg. 34.
[15] Vid. ROMERO DOMÍNGUEZ,
J.A. (2015): “La Plaza de Toros de Valverde del Camino”. V Jornadas del Patrimonio de la Comarca del Andévalo, p. 202. Vid. además ARROYO NAVARRO, F., Op. Cit., pp. 194-195. El fruto de las tierras beasinas fue donado
durante veinte años a la Iglesia para embaldosar el templo parroquial a
mediados de la centuria. Vid. A.P.V. Obligación de Diego Martín Vizcaíno.
09/09/1848. Leg. 96.
[16] Vid. La Iberia. 7/09/1862, p. 3 y 9/09/1862, p.2.
[17] A.M.V., Actas Capitulares.
1831, enero, 10. Leg. 33, f.
13.
[18] La saga de estos molineros, los Feria, procede
del siglo XVIII. José Feria, nacido en 1779, era padre de Mateo José Feria
Borgoña.
En la segunda mitad del XIX aparece Fernando Feria Serrano. En el último tercio
del siglo XIX destacan los hermanos Juan y Francisco Feria Berrocal, y Diego
Feria Arrayás (ROMERO MANTERO, A.B.,
1994, p. 3).
[19] El Heraldo 23/5/1847, página 4. El Eco del comercio. 28/5/1847, p.4.
[20] En
1840 lo eran Cayetano y Román Arrayás “para los de viento y agua” (Acta
capitular de 1 de enero de 1840). En
1869, lo fueron Diego Palanco González y Andrés Bonaño (Actas de 14 de marzo de
1869).
[21] José Benítez Fontao solicitó en 23 de abril de 1871 poder cortar un pino
del saltillo “con objeto de repara la
maquinaria de un molino de viento de su propiedad”. El ayuntamiento remite
la instancia al Gobernador Civil, con el dictamen favorable de la corporación A.M.V.
Actas capitulares de 24 de abril de 1871.
[22]
GARRIDO PALACIOS, 2001.
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