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sábado, 3 de junio de 2017

LOS MOLINOS DE VIENTO DLE SIGLO XIX



LOS MOLINOS DE VIENTO DE VALVERDE DEL CAMINO. 1744-1978. (V)


Juan Carlos Sánchez Corralejo

Actas de las  VI Jornadas del Patrimonio del Andévalo, pp. 176-182.


Los molinos de viento del siglo XIX

El segundo salto cualitativo en la construcción de los molinos de viento valverdeños se produjo en el siglo XIX. De nuevo, el impulso constructor parece relacionarse con un nuevo fenómeno de sequía en la década de 1830. En Valverde dio lugar a que un cura zahorí, el presbítero Juan González Ramos, descubriera  nuevos manantiales de agua en Bajondo que fueron acotados para la  construcción de lavaderos y fuentes[1]. Por entonces, varios de los molinos dieciochescos ya estaban en ruinas: En los sitios nombrados por el cabezo se hallaban construidos varios molinos de viento y en el día demolidos por tan circunstancias que se motivaron para ello.[2]

El trienio 1835-37 ve nacer seis nuevos molinos de viento en una auténtica carrera constructiva. El año clave es 1835. Dicho año se pretendió la construcción de dos nuevos molinos en el Cabezo de San Gregorio, uno de los cuales debió situarse finalmente en Raspa, un tercero  en el Cabecito Pelado, y un cuarto en el cabezo del Santo, lo que obligó a abrir un expediente especial que demuestra las tensiones que hubo entre algunos peticionarios: la sociedad formada por el presbítero José María Ramírez y Eugenio Arrayás ya era dueña de un molino en el cabezo de San Gregorio, pero pretende ampliar el negocio y rehabilitar otro de los viejos molinos arruinados: el 13 de agosto de 1835, ambos socios piden y reciben licencia para construir un nuevo molino en el Cabezo de San Gregorio, en sustitución de otro del siglo XVIII, concretamente en una altura o cabesito que hace el espresado cabezo que en otro tiempo estuvo otro molino de viento, que tenemos en el dicho cavezo de San Gregorio, asia donde sale el sol[3]. La única condición que le impone el ayuntamiento es que los terrenos vuelvan a la condición de baldíos cuando el tiempo o la voluntad acaben con la existencia del molino.

Solo tres días después, el 16 de agosto, otro valverdeño, Diego Martín Vizcaíno, gran hacendado y ganadero local de 73 años de edad, uno de los principales capitales de la primera mitad del XIX, prestamista e inversor nato, solicita construir un nuevo molino en el cabezo de San Gregorio, debajo del que se le concedió a José María Ramírez y Eugenio Arrayás. Ocurrió que los indicados ya referidos se anticiparon a mi solicitud pretendiendo igual licencia y en el mismo sitio. El ayuntamiento le anima a buscar otra ubicación, pero Diego Martín Vizcaíno insta al cabildo, el 23 de agosto de 1835, para que apremiara a sus competidores a comenzar la obra de su molino en término de 15 días o, en su defecto, se le diera la licencia a él, insistiendo, de nuevo, en su parecer el 4 de septiembre de 1835. El  mismo día, el ayuntamiento requirió al presbítero y su compañero a comenzar la obra en el plazo máximo de 30 días. El 14 de noviembre de 1835, José María Ramírez y Eugenio Arrayás pidieron una prórroga y la obtuvieron por espacio de cuatro meses, para la rehabilitación del viejo molino, con fecha tope de finales de marzo de 1836, tras alegar que los maestros albañiles de su confianza estaban ocupados, precisamente en la construcción de otro molino en el Cabecito Pelado.[4]

La pugna de Diego Martin Vizcaíno contra el presbítero José María Ramírez y Eugenio Arrayás, parece responder a su interés por ocupar el sitio más privilegiado del cabezo de San Gregorio,  cuyo éxito estaría garantizado por la experiencia de un molino anterior o por el intento de aquellos de entorpecer mi pretensión a la sombra de que son primeros, como pensaba Diego Martín Vizcaíno, siendo además Eugenio Arrayás miembro de la corporación municipal que debía conceder la licencia, aunque también hemos detectado rencillas personales[5]. En 5 de octubre, ya cansado de tanto litigio, pide su ansiada licencia en otra ubicación, en el sitio de Raspa[6], y la recibió el 11 de octubre de 1835. Su construcción se adelantó a la de sus competidores, aunque en una nueva ubicación. 
  
Aquel mismo día, el 11 de octubre, Juan Feria y Leandro Romero obtuvieron licencia para construir otro molino de viento en el Cabecito Pelado,  junto a la Cruz de Caporro[7]. Se preveía que estuviera terminado a fines de marzo de 1836. Dos días después, el 13 de octubre, se dio licencia para un segundo molino en el Santo que retrasó su construcción hasta 1837. El 18 de octubre el cabildo instaba a empezar las obras de estos cuatro molinos en el término máximo de un mes.

A mediados de 1836, José María Arenas inició la construcción de un nuevo molino en el paraje conocido como ladera de las Peñas, junto al risco de Marimanta[8]. Es el llamado molino de la ladera de las Peñas o Molino de Marimanta, denominación esta última que alude quizás a que alguien espantaba a los niños fingiendo ser un fantasma por aquellos pagos, dando nombre  a la peña de Marimanta.  

Molino del Cabezo del Santo o de Tío Pedro Vélez.  Rico, A. Valverde en Sepia III, lám. 71.

En 1837 se completaron las edificaciones molineras con tres nuevos molinos, uno en el Cabezo Pelado, otro en el Santo y el último junto a la era  de la Nariqueta.

El molino de Tío Pedro Vélez fue emplazado en el cabezo situado entre de la ermita de San Sebastián y los pozos nuevos. Fue mandado construir por Francisco Arrayás[9]. Aunque la  solicitud inicial fue en octubre de 1835, pidió prorroga justamente un año después, en septiembre de 1836, argumentando tener preparado tierra y piedras para su inicio inmediato,  petición que fue aceptada el día 29 de diciembre de 1836. Este  molino ya existía con anterioridad, pero desconocemos a día de hoy el momento de su erección primigenia. 

El molino del Cabezo Pelado se dilató en el tiempo. Desconocemos las causas concretas, pero a los dos pretendientes iniciales, Juan Feria y Alejandro Romero, se une un tercero, Ramón José Palanco, los tres molineros de oficio, quienes recibieron licencia para construir su molino de viento en el Cabecito Pelado año y medio después de la primera solicitud. Se les pone la condición que su edificio estuviese terminado con anterioridad al mes de abril de 1838, fecha límite en la que debía estar formada de todo punto la torre.[10]

El molino de viento de la era Nariqueta se levantó frente al callejón y la huerta de Cruzado[11],  concretamente en el cabezo que está a la parte abajo de dicha era. Se situaba junto a la era alta que estaba rodeada de tierras de capellanías –como la fundada por María Gómez a mediados del  siglo XVII o la disfrutada por el presbítero José María Vázquez,  y los cercados de Lorenzo Gutiérrez, la viuda de José María Carrero, Bartolomé Bermejo, Antonio Sánchez Palanco o el de D. Cristóbal Arrayás Hidalgo[12], este último el dueño del citado molino. A Cristóbal Arrayás se le puso, al igual que en el caso anterior, la fecha límite de abril de 1838 para tener levantada la torre. Esta insistencia se explica fácilmente por la necesidad de la población y, sobre todo, por la enorme demanda que despertaba el negocio de molinería en nuestra población.

El 5 de octubre de 1836, Cayetano Arrayás, molinero de profesión, trata de levantar otro molino en San Gregorio en el sitio del Llanete, contiguo al cortinal de Antonio María, y solicita la correspondiente licencia.  En 1839 era, además, perito municipal de molinos, junto a su hermano Ramón.   

En el año 1836, Valverde parece contar con 12 molinos harineros de viento a pleno rendimiento, aquellos mismos que cuantificó el diccionario de Madoz una década después, en 1849.

Nuevos molinos 1835-1837
Dueños
Notas
Cargos y características
Molino inmediato al Cabezo de San Gregorio
D. José María Ramírez, presbítero de la villa y su compañero D. Eugenio Arrayás
Petición: 13/08/1835
Aprobación: 16/08/1835
Concesión de prórroga: 14/11/1835
Eugenio Arrayás. Calle Carpinteros Sindico general (1834).Procurador del común (1835, 1836). Arrendador de la renta del aguardiente.
Molino de Raspa
Diego Martín Vízcaíno  (1762-1852)
Solicitud: 16/08/1835
Concesión: 11/10/35
Gran hacendado. Alcalde (1813, 1828, 1829)
Valle de la Fuente, nº 48 Vocal Junta de beneficencia
Molino Cabecillo Pelao, junto a la cruz de Caporro
 Juan Feria [Berrocal], Alejandro Romero. Más tarde, Ramón José Palanco
Solicitud: 11/10/1835
2ª Solicitud: 22/05/1837
Molineros de profesión
Molino de Marimanta
José Mª Arenas
Solicitud: 18/08/1836
Mayores contribuyentes locales. Bodeguero. 
Molino de Pedro Tío Vélez.
Francisco Arrayás,
Solicitud: 13/10/1835
Prórroga: 22/09/1836. Concedida en 29/12/1836
Calle Iglesia
Síndico personero (1835),
Regidor (1836 )
Molino del Llanete del Cabezo San Gregorio
Cayetano Arrayás
Sol: 5/10/1836.
Conc.1/11/1836
Molinero
1º Diputado (1830)
Molino de la era Nariqueta
Cristóbal Arrayás Hidalgo  (1795-1848)
Solicitud: 29/07/1837
Hacendado y ganadero. Estanco de tabaco
Yerno de Diego M. Vizcaíno
¿?
José Benítez Fontao
1871
Médico.
Corta de pinos para molinos
Molinos del siglo XIX. Elaboración propia.





Marimanto




Molino de Marimanta. Finales del XIX.  Fotografía de Manuel Borrero, “Requena”.
RICO, Antonio. Valverde en Sepia III, lám.80.

 
 









Molinos de viento de Valverde.  Elaboración:  Francisco Javier Alcuña  y Juan Carlos Sánchez
          
De cronología coetánea son otros molinos andevaleños como el del Cerro del Celemín de Cabezas Rubias, propiedad de Eugenio Hermoso y construido en 1837. Estaba valorado en 10.000 reales de vellón y producía una utilidad anual de 1.800 reales[13]. Este molino pertenecía a la familia Hermoso, que continuará su vinculación molinera hasta el siglo XX. 

Datos sueltos nos ayudan apenas a esbozar algunos indicios relacionados con la vida de estos ingenios: el periodo de construcción ocupaba entre cuatro y ocho meses de trabajo, según se tratara de una rehabilitación o de una construcción ex novo. Era necesario acarrear los materiales de construcción –tierra y piedra- antes de la otoñada, antes de que lo imposibilite el cerramiento de las portillas de los cercados por donde se ha de conducir las dichas tierras.[14]

 No todos sus dueños pertenecen  al selecto grupo de mayores contribuyentes de la villa. Siguen dominando los ganaderos y labradores acomodados y algún que otro miembro de la clerecía, aunque algo parece haber cambiado respecto al siglo anterior: también aparecen molineros individuales o formando sociedades que quieren ser los dueños de su propio negocio. 

Entre los primeros, podemos destacar a Diego Martín Vizcaíno (1762-1852), un rico terrateniente, creador de la plaza de toros de Valverde, dueño de abundantes tierras en Valverde, en los baldíos de Niebla (arroyo del Moro),  en  La Montiela de Beas y en Papahígos, Trigueros, donde poseía bodega y una ermita de su propiedad, levantada en 1848, bajo la advocación de la Purísima Concepción.[15]

También destaca Cristóbal Arrayás Hidalgo (1795-1844), importante hacendado y ganadero de reses bravas, casado en primeras nupcias con Romana Martin Vizcaíno, hija de Diego Martín  Vizcaíno. José Benítez Fontao, natural de San Fernando,  médico local desde 1828, reconvertido en 1862 en médico forense del juzgado de primera instancia de Valverde[16], compró uno de aquellos molinos eólicos. Entre los molineros aparecen Cayetano Arrayás,  Juan Feria, Alejandro Romero y Ramón José Palanco.

Seguía siendo frecuente la  diversificación de las inversiones: Francisco Arrayás junto a Ramón José Palanco, dueños del molino de Pedro Tío Vélez y del Cabezo Pelado, respectivamente,  habían intentado reedificar anteriormente el antiguo molino del Carrasco respecto a hacer muchos años estar abandonado por sus dueños, manifestando su intención de reconstruir sus ruinas[17]. Diego Martín Vizcaíno poseía otros negocios harineros junto a José Serrano en el arroyo de la Melera.

Junto a los grandes capitales que buscan diversificar sus inversiones, se asientan sagas dedicadas en exclusiva a la labor molinera como los Feria[18] o los hermanos Arrayás, Cayetano y Ramón Arrayas que abren paso a la estirpe de los Ramoncha, que parece proceder de la tartamudez de Ramón, quienes compaginaron la molinería eólica y la hidráulica en el río Odiel.    

Aquellos molinos se beneficiaron, aunque fuera coyunturalmente, de la sequía de 1846-1847 que elevó sobremanera el precio del trigo en el Andévalo[19], o la del bienio 1873-1875, aunque seguían limitados  a los días de fuertes vientos y a los meses del estío.  

El ayuntamiento nombraba a peritos de molinos[20], debido al interés municipal por controlar la correcta molienda y, sobre todo, para  ajustar el monto de la contribución del subsidio industrial. Conocemos algunas  solicitudes de permisos por parte de los dueños de los molinos para cortar y utilizar madera de pino procedente del Saltillo con objeto de reparar la maquinaria de un molino de viento, previo visto bueno del Gobernador Civil.[21]

Si hacemos extensivos los datos que recabó Caro Baroja para la Puebla, relativos a la década de  1880, cada molino podía moler en día de buen viento 24 fanegas de trigo, unos mil kilos, es decir, un poco menos de la producción anual que le asignaba el Catastro de Ensenada. Garrido Palacios documentó en el Andévalo ciertas prácticas pícaras como la de humedecer el  grano con agua para aumentar el peso, o la tarea de las molineras de ahechar el trigo con una zaranda.  En Valverde se cargaban costales de una fanega a lomos del burro o de caballerías[22]. Una fanega de trigo con la merma de los afrechos, pero el aumento del agua y la levadura daba para 46 panes de kilo. El molinero seguía cobrando  de maquila  un almud por fanega.[23]

san gregorio 2
Cabezo de San Gregorio o de los Molinos hacia  1875. Fotografía de José Manuel Vizcaíno Moya
RAMIREZ COPEIRO, J.,1987, p. 180.




[1] A.M.V. 1837, agosto, 13. Leg. 34. 
[2] A,M.V. Memorial de Diego Martín Vizcaíno. 16 de agosto de 1835. 
[3] A.M.V. Actas Capitulares. 1835, agosto, 16. Memorial inserto de 13 de agosto de 1835.
[4] A.M.V. Expediente gubernativo sobre construcción de molinos. Leg. 34.
[5] Vid. Actas de 16 de noviembre de 12834. Leg. 33
[6] Desconocemos la ubicación exacta de Raspa. Nos inclinamos, con reservas, por la caída del cabezo de San Gregorio hacia la Huerta Nueva.    
[7] A.M.V. Ayuntamiento Pleno. La petición de licencia data de 11 de octubre de 1835. Su construcción fue aprobada el día dieciocho del mismo mes.
[8] La licencia data de 18 de agosto de 1836, siendo aprobada su construcción solo dos días después. A.M.V. Leg. 34.
[9] A.M.V. Ayuntamiento Pleno. La licencia fue pedida el 11 de octubre y concedida el 18 del mismo mes y año de 1835.
[10] A.M.V. Actas Capitulares. 1837, mayo, 22. Leg. 34.
[11] Existe otra huerta homónima en el camino del Pozo de Gamo.
[12] A.P.V. Venta de una tierra. 03/0271851. Leg. 98
[13] Escritura de patrimonio o fundación de capellanía por parte  de Eugenio Hermoso a favor de su hijo Esteban Hermoso para obtener el estado eclesiástico. A.P.V. 20/07/1852. Leg. 99 
[14] Expediente gubernativo de Diego Martin Vizcaíno. Solicitud de 4 de septiembre de 1835.  Leg. 34.
[15] Vid. ROMERO DOMÍNGUEZ, J.A. (2015): “La Plaza de Toros de Valverde del Camino”. V Jornadas del Patrimonio de la Comarca del Andévalo, p. 202.  Vid. además ARROYO NAVARRO, F., Op. Cit., pp. 194-195. El fruto de las tierras beasinas fue donado durante veinte años a la Iglesia para embaldosar el templo parroquial a mediados de la centuria. Vid. A.P.V. Obligación de Diego Martín Vizcaíno. 09/09/1848. Leg. 96.
[16] Vid. La Iberia.  7/09/1862, p. 3 y 9/09/1862, p.2.  
[17] A.M.V., Actas Capitulares. 1831, enero, 10. Leg. 33, f. 13.
[18] La  saga de estos molineros, los Feria, procede del siglo XVIII. José Feria, nacido en 1779, era padre de Mateo José Feria Borgoña. En la segunda mitad del XIX aparece Fernando Feria Serrano. En el último tercio del siglo XIX destacan los hermanos Juan y Francisco Feria Berrocal, y Diego Feria Arrayás (ROMERO MANTERO, A.B., 1994, p. 3).
[19] El Heraldo 23/5/1847, página 4. El Eco del comercio. 28/5/1847,  p.4.
[20] En 1840 lo eran Cayetano y Román Arrayás “para los de viento y agua” (Acta capitular de 1 de  enero de 1840). En 1869, lo fueron Diego Palanco González y Andrés Bonaño (Actas de 14 de marzo de 1869).
[21] José Benítez Fontao solicitó en 23 de abril de 1871 poder cortar un pino del saltillo “con objeto de repara la maquinaria de un molino de viento de su propiedad”. El ayuntamiento remite la instancia al Gobernador Civil, con el dictamen favorable de la corporación A.M.V. Actas capitulares de 24 de abril de 1871.
[22] GARRIDO PALACIOS, 2001.
[23] Entrevista a Antonio Mora Mora (1922).

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