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miércoles, 1 de junio de 2011

HISTORIA DE VALVERDE DEL CAMINO: LA ADORACION NOCTURNA Y LA IDEOLOGIA CONSERVADORA (III)

Juan Carlos Sánchez Corralejo

Procede de  "LA ADORACIÓN NOCTURNA  DE VALVERDE DEL CAMINO EN LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN (1904-1921): Instituto religioso y escuela de pensamiento católico-conservador". En  Anuario de INvestigaciones de Hesperides, XII.  XVII Congreso de profesores investigadores (Aracena. Historia de las mentalidades. Ideologia e Iglesia.  págs 259-260.



Los adoradores valverdeños.-

        Un esbozo sociológico de los miembros de la sección parece confirmar el carácter interclasista que se ha atribuido a menudo a sus componentes. Formaron parte de ella maestros zapateros como Diego Romero, así como una nutrida representación de oficiales de zapatería, casos de José Antonio Arroyo, Diego Limón, Guillermo Romero o Antonio Ventura Rico. No faltan oficiales de carpintería como José Calero, Manuel Castilla, Gregorio Limón, Miguel Bermejo o José de Jesús Rivera; y dueños de empresas del sector maderero como Cristóbal Mora Benítez -alcalde de Valverde en 1922-, José Crejo o Ramón Carrillo. También estaban representadas otras artesanías, como la espartería, con  Gregorio Hidalgo.
      
  Eran adoradores algunos de los principales propietarios de tierras y rentistas locales, como Felipe Mantero Vizcaíno –presidente del Centro Católico en la década de 1940-, Ramón Mora Mora,  Manuel Domínguez Chaparro, Cecilio Torres, Félix Gamonoso, Manuel Arrayás, los hermanos Mora Benítez, Cristóbal e Ildefonso, y los hermanos Mora Mora, hermanos del arcipreste valverdeño: Luis,  Isaías o Manuel. Éste último era presidente de la Hermandad Sacramental, organizador de las cuarenta horas, y ocupó distintos cargos en el Centro Católico local. A ellos se unían pequeños  labradores como Eloy de Mora.
      
  No faltan trabajadores del sector secundario, entre ellos varios mecánicos del ferrocarril como Antonio Arrayás y Andrés Navas, o el maestro calderero Felipe Mantero Rite, así como José María Mora, auxiliar del molino de aceite de Candón. También hemos hallado varios representantes de profesiones liberales: maestros como Desiderio Gordillo, procuradores como Manuel Márquez o Juan Manuel Villadeamigo, pintores como Eloy Mora Rodríguez, drogueros como Gregorio Hidalgo. Encontramos militares como Juan Manuel Villadeamigo o policías municipales, como Manuel Ibarra. A ellos se unían varios comerciantes al por menor como Luis Medina Luiso o Maximiliano Bernal. En calidad de asociados aparecía toda la clerecía local y algunos oficiales de  la parroquia, como el sochantre Ildefonso Arrayás ,  el muñidor José María Pedrero o Leopoldo Mora, humilde zapatero y encargado de portar la manga en los entierros. Entre los miembros fundadores y personas pertenecientes al Consejo Directivo aparecen prohombres de la buena sociedad valverdeña, como Felipe Mantero Domínguez, secretario de la alcaldía y contable-tesorero de la iglesia parroquial, el farmacéutico Manuel Marín Arrayás, así como varios alcaldes y concejales  de la fase terminal del turnismo canovista como Fernando Vizcaíno Vizcaíno, Cristóbal Mora, José Rafael Mora o José María Mora Vizcaíno, así como algunos de los mayores contribuyentes de la localidad, casos de Antonio Torres o Juan Vizcaíno Moya, 

En conclusión, aunque la extracción social pueda parecer muy diversa, se detecta –especialmente a nivel directivo-una crecida presencia de las familias hacendadas de Valverde, generalmente apellidadas «Moras» y «Vizcaínos». Esta realidad hace honor al dicho valverdeño que reza así: «y para el culto divino, los Rodríguez, los Mora y los Vizcaínos» .

        Al igual que el resto de secciones de la Adoración Nocturna, la valverdeña  reunía a grupos de varones. No obstante, la mujer tuvo un cierto papel en la institución en calidad de socia honoraria, mucho antes de que en Valencia se fundase la Adoración Nocturna Femenina (ANFE) a partir de 1925. Su actuación era visible en el triduo de carnaval y desde marzo de 1912 se les permitió efectuar una vigilia mensual, en sustitución del turno masculino San José, suprimido tres meses antes. El turno femenino San José sólo fue interrumpido en algunas ocasiones, debido a la multiplicación de cultos dedicados al Sagrado Corazón, durante el mes del Rosario, o durante las novenas dedicadas a la patrona, Nuestra Señora del Reposo, y a la Inmaculada.
       
 A los socios se les exigía fidelidad en la vocación. Era norma no escrita, aunque sí comúnmente aceptada, que un cristiano se convertía en adorador con carácter vitalicio. Por este motivo, las ausencias no justificadas a las vigilias  significaban la baja como socio, como establecía el propio artículo 105 del Reglamento de la ANE. Otros  socios eran expulsados por cometer «faltas», de las que no se hacía enumeración en las actas «para no faltar a la Caridad». En ocasiones, se formulaba alguna queja sobre la idoneidad de algún aspirante, aunque el sigilo de las actas sobre estas cuestiones no nos permita profundizar más. Eso sí, desde su creación  se vigiló «con prudente celo y exquisito cuidado la conducta» de los nuevos asociados. Igualmente los socios podían solicitar la baja voluntaria, a veces para pasar a la condición de socios numerarios, otras con  carácter definitivo.
        Una vez superadas las tres vigilias del noviciado, los aspirantes se convertían en miembros de pleno derecho del instituto, aunque debían esperar a la vigilia solemne de fin de año o a la  de San Pascual para la jura de la bandera[1]. Ésta servía de seña de identidad, ya que acompañaba a los adoradores en las concentraciones extraordinarias, las eucaristías y  las vigilias. Era una bandera de seda blanca que  llevaba bordado el anagrama de la Adoración Nocturna.
       
La lectura del Ritual del adorador nocturno español y de la Lámpara del Santuario, revista de la A.N.E. a la que estuvo suscrita la sección valverdeña,  constituyeron  dos piedras angulares para estos fieles




[1] L.A.A.N. de 25 de noviembre 1904  y 8 de mayo de 1910.

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