Vistas de página en total

jueves, 28 de junio de 2012


EL  MAPA ESCOLAR VALVERDEÑO DESDE LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN HASTA LA SEGUNDA REPÚBLICA (1923-1936)  

LA ESCUELA VALVERDEÑA DURANTE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA  

LA ESCUELA NACIONAL SAN CARLOS

Juan Carlos Sánchez Corralejo. 
En Raices, nº 8, junio de 2005, pp. 37-39

Ubicada en el Cabecillo de la Cruz -actual calle Santa Ángela de la Cruz nº 6-, era una escuela unitaria, esto es, recogía  niñas de distintas edades, desde los 5 hasta los 14 años. Las clases se dividían por secciones (1ª, 2ª y 3ª), dependiendo del nivel académico de las alumnas.  


Desde abril de 1920 se hizo cargo de ella Dª Carmen Romero Regaña, natural de Sevilla y esposa de Casimiro, empleado en la oficina del  ferrocarril. La maestra habitaba en el piso alto y junto al matrimonio convivía su sobrina «Mariquita» que ejercía de sustituta en caso de ausencia de la profesora titular.  Doña Carmen era sevillana y llegó a Valverde ya casada. Cuando se jubiló, situó su hogar en la calle Menéndez y Pelayo. Allí murieron ella, su marido y su sobrina. Algunas de sus alumnas de la década de 1920 fueron Mª Jesús Domínguez Batanero, las hermanas Petra y Antonia Domínguez, Rafaela, Rosalía, las hermanas Tocino -Teresa, Pepita o Fernanda-,  Petra Muñoz, Francisca y Petra Oso, Encarnación y Rocío Arroyo, Dolores y Reposo Castilla Morales o Ángela Pérez.

 Dª Carmen Romero Regaña con sus alumnas en la escuela del Cabecillo de la Cruz. Década de 1920. Cedida por Mª Jesús Domínguez Batanero

Desde mediados  de la década de 1930,  la escuela del Cabecillo se convirtió en la escuela de Dª María. María Ruiz Cobo de Guzmán (1900-1978) había nacido en Ronda (Málaga), como ella solía decir, circunstancialmente, debido al oficio de ferroviario de su padre, pero se educó en Sevilla y en su escuela Normal cursó los estudios de magisterio. Tras superar las preceptivas oposiciones y su paso por Azuaga (Badajoz), hacia 1926 comienza a ejercer  en Valverde. Inicialmente lo hizo en la llamada Escuela de la Luz y posteriormente en la escuela del piso alto de las Salesianas. Por último, y tras contraer matrimonio con Cristóbal Pino, jefe de la policía local en la posguerra, fue la encargada de la Escuela Unitaria Nacional de San Carlos.  Corría el año 1935. Allí permaneció hasta su jubilación, acaecida a mediados de la década de 1960, de forma anticipada, debido a la enfermedad de su marido.

Las alumnas de la escuela San Carlos  recuerdan aún las grandes bancas de madera con los clásicos  tinteros y evocan la generosidad  de sus padrinos Carlos y Rella Kaesmacher. Doña Regla, como era conocida en Valverde, murió el  13 de marzo de 1928. Entonces, el ayuntamiento  pleno, por unanimidad, afirmando hacerse eco del sentir unánime de los vecinos, acordó rotular con su nombre la por entonces calle Estación «como recuerdo y recompensa justísima a la labor caritativa y altruista de la noble dama».

 Tras su muerte,  D. Carlos decidió abandonar España. Según su biografía, realizada por J. Ramírez, se marchó de Valverde el 16 de octubre de 1929. Dos semanas después fue nombrado hijo adoptivo de la población  como premio a su intachable conducta y a su proceder altruista durante su permanencia en Valverde. Junto a ello fue solicitada la medalla del trabajo de plata de primera categoría como recompensa honorífica para este ingeniero de Lieja. En junio de 1933, el consistorio republicano acordó suprimir la denominación de escuela de San Carlos por la  más prosaica de  «Escuela Nacional de Niñas nº 1»[1], aunque durante la alcaldía de Luis Arroyo Valero, en enero de 1936, volvió a su denominación original, en cuyo cambio pesó, sin duda, el  reconocido carácter católico del alcalde.

En la segunda mitad de la década de 1920 y a lo largo de la II República, la escuela de niñas de la calle Abajo estuvo regentada por  Dª Pepita García Ruiz, esposa que fue de David, oficial de prisiones y jefe de la cárcel local. Entre sus alumnas destacaron Isabel Parreño Bonaño,   
La escuela sufrió cierta enajenación en 1923, durante la alcaldía de D. Cristóbal Mora Benítez de un trozo de unos 10-14 m2, terreno  que fue adscrito a la propiedad colindante de José Mª Mora Benítez. Éste había solicitado la reparación de los daños causados por el agua procedente del inmueble de la escuela de niñas. El ayuntamiento se comprometió a ceder 10 m2 al señor Mora Benítez y éste a abonar el importe de la reparación consistente en el  adecentamiento del muro medianero con la casa nº 6, propiedad de los herederos de Dª Carmen Cera, y un nuevo cejo a la corriente del tejado.  Tal enajenación  fue protestada por la  entonces inspectora Dª Soledad Cabello, recogida en el libro de actas de la Junta Local de Primera Enseñanza en 11 de junio de 1923. Andando el tiempo, el consistorio de 1933 consideró la solución inmoral, punible y lesiva para los intereses municipales y se pidió el rescate del mencionado trozo de terreno.

Los edificios de la escuela de San Carlos y la escuela de la calle Abajo no estaban comunicados –como lo estuvieron posteriormente-, pero sus alumnas competían en cánticos acerca de la idoneidad y los méritos de sus respectivas maestras: 
«Dª pepita está cagá
Porque no sabe ni la a»

Andando el tiempo, el aula de la calle Abajo derivaría en escuela de niños, regentada por D. Antonio Infante Valdayo, que abrió sus puertas en los años 40 y 50 del siglo pasado





[1] A.M.V. /L.A.C. de 1933, 16 de junio. 





miércoles, 20 de junio de 2012

LA ESCUELA Y LOS MAESTROS DE NUESTROS ABUELOS (II)


EL  MAPA ESCOLAR VALVERDEÑO DESDE LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN HASTA A SEGUNDA REPÚBLICA (1923-1936)  

LA ESCUELA VALVERDEÑA DURANTE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA  



Juan Carlos Sánchez Corralejo. 
En Raices, nº 8, junio de 2005, pp. 36-37


Los colegios valverdeños a lo largo de la Dictadura de Primo de Rivera y de la II República continuaron siendo unitarios y, aunque las escuelas graduadas comenzaron a aparecer en España desde comienzos del siglo XX, su implantación fue muy lenta.  En Valverde habrá que esperar a la inauguración de la Escuela Femenina de la Zona  y más tarde al Grupo Escolar para niños. 

En otro orden de cosas, durante la dictadura primorriverista  se incentivó la concesión de ayudas a los municipios para la construcción de nuevos centros educativos.  El Estado subvencionaba a los ayuntamientos con 5.000 pesetas por cada sección de escuela, cantidad que fue incrementada a 9.000 pesetas por el decreto de 10 de julio de 1928. Fue entonces cuando se iniciaron las gestiones para la obtención de un Grupo Escolar de seis escuelas graduadas, aunque como veremos el proceso se dilató en el tiempo.  Por lo pronto, fue  el erario municipal el encargado de sostener  la oferta educativa. La red escolar se completó, en la década de 1920 con nuevos locales de propiedad municipal,  la llamada Escuela de la Luz y la Escuela Nacional San Carlos.

La escuela de la Luz.-  

Estuvo ubicada en la Carretera de Calañas, en el solar que hoy ocupan la Casa de la Cultura y la Cruz Roja, en la prolongación de la por entonces calle Primo de Rivera y actual Real de Arriba. Creada durante la alcaldía de D. Daniel Rodríguez Romero, su denominación responde al hecho de que allí estuvo instalada la primera central eléctrica de Valverde, fundada por D. Tomás Gallart González en el año 1906. Era pues el inmueble de la conocida en la localidad como «fábrica antigua»,  que funcionaba con gas pobre y llegó a contar  con una potencia de 125 Kw.

A mediados de 1927, la sociedad  Rodríguez-Fleming, a la sazón propietaria del edificio,  enterada de que el ayuntamiento gestionaba alquilar casas para instalar en ellas dos escuelas de nueva creación que se habían concedido a la localidad,  ofreció al ayuntamiento la finca. Apelando a su condición de  «amantes de la enseñanza», ofrecían el inmueble por una cantidad de 25.000 pesetas, o bien se comprometían a hacer una rebaja del 30% sobre el precio asignado por dos peritos designados por el propio ayuntamiento, «estando además dispuestos a contribuir con quinientas pesetas para los gastos que ocasione la pequeña adaptación que hay que realizar para la instalación de las escuelas»[1]. El día 28 de junio el inmueble fue visitado por los maestros Evaristo Arrayás y Manuel Viso Toscano, junto al maestro albañil Manuel Mora y los miembros del ayuntamiento:«resultando de la visita que los locales reúnen las condiciones exigidas por la legislación de Instrucción Pública y que la propiedad tiene un valor superior a cincuenta mil pesetas».

Pese a la opinión entusiasta del alcalde, hubo cierta controversia respecto a la idoneidad de la compra, resultando empatada, en primera instancia, la votación sobre la aceptación o el rechazo de la oferta. José Llanes Pérez  se opuso de forma vehemente, alegando para ello  su situación periférica y el supuesto carácter antihigiénico de los locales, muy cercanos a una tenería y al matadero público, mientras se decantaba por el ofrecimiento de otro local alternativo ofrecido por parte de Emilio Julián Gordillo. A ello añadiría después otra objeción: las dificultades para cruzar la carreteras en época de lluvias que obligaría a los críos «a saltar por el cortinal de la Compañía», en referencia a las tierras que la Alkali Company poseía al final de la calle Real de Arriba, junto a los chalets ajardinados que la propia compañía construyó  en 1916 y vendió a sus empleados en  1929 ( Víd. Ramírez: 135 y 175). Manuel Arrayás se unió a este parecer. Otros dos concejales, Diego Parreño y José Buenafé,  pidieron más tiempo para estudiar la segunda oferta, aunque en segunda instancia  estos dos últimos dejaron guiar sus votos en virtud de la valoración del inspector. Arrayás y Parreño eran los elementos más contestatarios a la alcaldía, que debía recaer en un miembro de la Unión Patriótica.  Finalmente, se aceptó la oferta de compra por valor de 25.000 pesetas, pagaderas en cuatro años,  en la sesión plenaria celebrada el 9 de julio de 1927.  La decisión contó con el respaldo del médico D. José María Mora Mora. Desde entonces se aceleraron las diligencias. Inmediatamente después, el inspector de primera enseñanza de la provincia cursó la correspondiente visita para comprobar la idoneidad de las nuevas instalaciones.

La escuela de la Luz funcionó desde 1927 y cerró sus puertas en 1937, cuando se inauguró el Grupo Escolar. El centro educativo estaba formado por dos aulas: la primera puerta de la izquierda daba acceso a la escuela de  D. Ángel, mientras la  escuela trasera era la de D. Manuel Viso Toscano. Eran escuelas tipo salón, con la mesa del maestro sobre la tarima y pupitres corridos. Desde 1932, contó con un guarda, Antonio Ramos Marín. Como compensación viviría gratuitamente en el inmueble, mientras desempeñara su cargo de vigilante, como lo había hecho en años anteriores en la parada de caballos sementales[2].

Tras su cierre, el edifico se convirtió en cárcel. Era el llamado reformatorio, uno de los puntales de la red carcelaria local, que se completaba con el conocido popularmente como «arvellano», dependencia carcelaria ubicada en el antiguo ayuntamiento, sito en al nº 1 de la Plaza Ramón y Cajal –actual Banco de Andalucía-, además de la cárcel comarcal ubicada en el inmueble que hoy ocupa el ayuntamiento, frente al viejo edificio de la Cooperativa La Unión, hoy El Monte.  


 

[1] A.M.V. / L.A.C. de 1927, 27 y 30 de junio
[2] A.M.V. /L.A.C. de 1932, 16 de noviembre.

domingo, 10 de junio de 2012

LAS ESCUELAS Y LOS MAESTROS DE NUESTROS ABUELOS (I)

              EL  MAPA ESCOLAR VALVERDEÑO DESDE LA EPOCA ISABELINA HSTA LA CRISIS DE LA RESTAURACION (1857-1923)


LAS ESCUELAS PRIVADAS.-
           
Juan Carlos Sánchez Corralejo
En Raíces, nº 7, junio de 2002. p. 43-46

 Desde fines del siglo XIX existieron en Valverde varias escuelas privadas. Hubo casos de instructores con alta cualificación pero, a menudo, estaban a cargos de mentores que carecían de título oficial y cuya mayor virtualidad era que cuidaban a unos niños cuyos padres y madres estaban trabajando.  Además, según los datos aportados por José María Arroyo había escuelas particulares «por dos y cuatro pesetas al mes, a las cuáles iba lo más selecto y adinerado de la población». 

Uno de los más distinguidos profesores particulares decimonónicos fue Don Manuel «el Catedrático». Era licenciado en filosofía y letras y regentaba una cátedra de Universidad que perdió por enrolarse en el bando carlista.  Amonestado al terminar la guerra, perdió su cátedra y fue acogido en el primer colegio salesiano de España en Utrera. Pariente del que más tarde llegaría a ser  arcipreste de Valverde,  D. Jesús de Mora, fue quien lo preparó para ingresar en el seminario
            Ya, a principios del siglo XX, destacó la escuela del callejón de las  Brujas, ubicada junto a la herrería de Pedro Vizcaíno. Esta escuela estaba  regentada por José Quiñones, hijo de Santos «la garrocha». Era conocida popularmente como «la Ratonera», nombre éste que no da buenos augurios sobre sus condiciones higiénicas.  Sus alumnos apenas recuerdan la renquera  del maestro y el buen talante de «José el cojo».  Con posterioridad situó su escuela en su domicilio del Barrio Viejo.     

La Ratonera o Escuela dle Callejón de las Brujas, regentada por José Quiñones, el cojo .
Archivo de Antonio Garrido 
Entre las escuelas privadas femeninas de las décadas de 1910 y 1920  sobresalió la regentada por Adelaida Pérez Martín, maestra natural de Bonares que, a tenor de los resultados de la inspección de la Junta Local de primera enseñanza, ofrecía a sus discípulas una enseñanza de gran calidad. Su escuela se situaba en la calle del Duque Chica, esquina con la calle del Duque, y en las labores de bordado y costura contaba con la ayuda de Dª Concepción Iñurrieta Macías.

Adelaida Pérez Martín fue una de las maestras mejor valoradas por la Junta Local de
Primera Enseñanza. Ramírez Copeiro, p. 284.  

Ya hemos hablado de la candonera  Dª Ildefonsa Romero Díaz y de su labor docente en Valverde  tras la grave enfermedad de su maridoJunto a ella, destacó la escuela privada de párvulos de Dª Carmen Romero Bogado, hermana de D. Gregorio, sita en la Calle Real de Arriba n° 57, quien, como seguramente las anteriores, carecía de la carrera de magisterio. Allí impartió docencia junto a su segundo hermano, Francisco, quien murió joven. Corría la segunda mitad de la década de 1920.
         
Otra de las "amigas" o "amiguillas" era  la clase de de Doña María Domínguez, hermana del famoso  Benedicto el de los "los platillos", situada en  calle D. Rodrigo Caballero.


   En esta categoría podemos añadir la labor de las profesoras de piano como Dª Dolores Rodríguez o Dª Francisca González, la esposa de D. Ricardo Olivós. Ellas enseñaban los rudimentos del piano en sus domicilios particulares, ya que el dominio de este instrumento, se entendía, era imprescindible para la formación de las niñas de buena familia. Igualmente podía estudiarse piano en el Colegio de las Salesianas.


Nos cuenta Andrés Romero Álvarez  que Maria Pascual, cuñada de Nicolás Hidalgo, alcalde de Valverde en 1935, simultaneaba su trabajo en la CULMEN como administrativa, al tiempo que daba clases de piano


La escuela de párvulos de Dª Carmen Romero Bogado en la calle Real de Arriba, 57. 
Las escuelas católicas.-


Especial relevancia cobraron las escuelas católicas a lo largo de la época de la Restauración. En el Congreso Católico de Sevilla de 1892 se dieron las pautas a seguir por el movimiento Católico, uno de cuyos puntales sería el desarrollo de escuelas confesionales[i] en el primer tercio del  siglo XX. Ello se hizo realidad en Valverde bajo la batuta de su arcipreste, D. Jesús de Mora[ii]

El colegio de María Auxiliadora fue el máximo referente de la educación confesional en el Valverde de la Restauración. Había sido inaugurado el 8 de enero de 1894 en su ubicación primigenia, en la casa de ejercicios de  Santa Ana. Empezó con 50 niñas de pago, a las que se agregaron el mismo año otras 45 a cuenta del ayuntamiento. En la década de 1890, el consistorio local abonaba 8 reales por la atención de cada una de las niñas pobres
     
   Cada año las alumnas de las Salesianas debían superar dos exámenes, con asistencia del arcipreste,  José María Vizcaíno, el  alcalde y varios concejales del turno. Seis hermanas se ocupaban de su educación. 

En 1902, el colegio  tuvo que acogerse al R.D. de 1 de julio que pasó a regular el funcionamiento de las escuelas privadas.  Para ello tuvieron que visar el reglamento del centro, el informe sobre sus condiciones de salubridad y seguridad, el cuadro de enseñanzas y los programas y métodos educativos, además de la certificación del título de las hermanas[iii]. En octubre de 1904 se produjo el traslado de la comunidad a la casa-colegio actual. En  1916 se creó  el «Protectorado de la Infancia» que se ocupó de dar estudios y comida gratuita a muchos niños necesitados, institución ésta donde también destacó el papel de Rella Kaesmacher. 

        Tras el fortalecimiento del colegio salesiano se produjo la creación de las Escuelas Vicentinas. A lo largo de la década de 1910,  todos los resortes del catolicismo valverdeño se afanaron por combatir el laicismo docente que pretendían implantar los gobiernos liberales de Canalejas y Romanones. Por estas fechas se instaló en Valverde una escuela laica, en los altos de la Peña Liberal, sita en la calle Real de Arriba, lo que más tarde sería la sede de la «Educación y descanso» franquista. La iglesia local respondió con la creación de una Escuela Parroquial, filial de las Escuelas granadinas del Ave-María fundadas por el Padre Manjón y las escuelas onubenses de Manuel Siurot, localizada en el recién construido salón de las Escuelas Vicentinas del Sagrado Corazón. 

Las Escuelas Vicentinas se dedicaron a clases nocturnas y gratuitas para niñas y jovencitas que no podían acudir a las escuelas normales por su trabajo o pobreza. Sus obras se iniciaron en abril de 1909, con presencia de Manuel Siurot y de D. Manuel González, por entonces arcipreste de Huelva. Las escuelas fueron regentadas por D. Desiderio Gordillo Salas, encargado de la enseñanza primaria y por el presbítero D. Antonio Ulquiano Murga, profesor de enseñanza secundaria y director del centro, recién llegado del Colegio Español Romano. Más tarde, se unió a ellos el joven profesor D. Manuel Mora Gómez. La formación religiosa quedó a cargo de Rosa Rite y de Juana y Concepción Iñurrieta. Esta escuela vino a reforzar el control eclesiástico sobre la educación de los menores.
     
   Del mismo modo, la iglesia local trató de neutralizar la funcionalidad del 1º de mayo, estableciendo las llamadas Fiestas Constantinianas, inspiradas por el Papa Pío X, para rememorar los efectos del famoso Edicto del emperador Constantino. Así en el Valverde del 1913, la fiesta católica del 1º de mayo animaba a los maestros de los colegios públicos y privados a una comunión general con todos sus alumnos que sirviera de protesta contra lo que se consideraban «planes perniciosos y malévolos contra la enseñanza del Catecismo en las escuelas»[iv]

        Desde 1927, se une a los anteriores el colegio de las Hermanas de la Cruz. Las Hermanas, junto  a su labor asistencial y la petición de limosnas, abrieron su propia escuela tras la festividad del la Virgen del Reposo de aquel año, en la que se educaron cientos de valverdeñas.


«Pasar más hambre que un maestro de escuela»
            Ser maestro en el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX suponía toda clase de estrecheces y penurias. De ahí la conocida frase «pasas más hambre que un maestro de escuela». El sueldo de las maestras, según lo dispuesto por el artículo 193 de la ley Moyano, debía ser una tercera parte inferior al de sus compañeros varones, aunque este mandato fue enmendado por la ley de 6 de julio de 1883, que estableció que las maestras tendrían el mismo sueldo que los maestros.  Los auxiliares sólo recibían la mitad de los  emolumentos de los titulares. El salario se completaba con las retribuciones de los niños de familias pudientes o niños de pago y las retribuciones graciosas concedidas por el ayuntamiento.
            
Fernando Ramírez recibía del concejo, en la década de 1860, 2.000 reales en concepto de retribución.  En consideración al crecido número de niños que acudían y especialmente debido a la carestía de los artículos de primera necesidad, se vio obligado a solicitar al cabildo un aumento de salario a fin de «vivir con la decencia que corresponde». El cabildo atendió su demanda elevando su retribución hasta los 2.900 reales y la de su ayudante hasta 2920, en lugar de los 2.555 que venía disfrutando[v]. Además, el consistorio se hacía cargo del alquiler de la vivienda del profesor titular a razón de 720 reales anuales.
        
La maestra valverdeña de la década de 1860 recibía del ayuntamiento 293 reales en concepto de retribución graciosa, para acrecentar su salario oficial. En 1863, a propuesta del inspector provincial, la Junta Local de Instrucción Pública recomendó la consignación en el presupuesto municipal de un sueldo para la maestra «en equivalencia de la retribución de las niñas pudientes, cual sucede con el maestro». El consistorio mostró su agrado por el modo en que desempeñaba su labor, pero se negó a aumentarle su asignación[vi]. Incluso, al año siguiente se rebajó a 3.600 reales en lugar de los 4.900 reales que tenía señalados. La excusa fue la reducción de los emolumentos derivados del arriendo de la renta de consumos. La realidad es que esa diferencia se utilizó para pagar el alquiler suplementario de una casa para el maestro, debido al mal estado de la anterior.          En definitiva, el presupuesto dedicado a la educación era estanco y  sólo se variaba su aplicación en función de la coyuntura.
     
  Igualmente el municipio se ocupaba de gratificar a los maestros privados de la población, aunque ello dependía de la salud económica de las arcas municipales. Los primeros en ver recortadas su gratificaciones eran los  auxiliares y los maestros y maestras privados. En 1906,  el cabildo repuso la subvención, recortada durante cierto tiempo,  a las maestras privadas Adelaida Pérez e Ildefonsa Díaz y al auxiliar de la escuela de niños del primer distrito.
       
 De la misma manera, el consistorio de la Restauración, a menudo de claro matiz  conservador,  solía apoyar económicamente a las escuelas privadas católicas. En 1909 se dotó con 20 pesetas mensuales a la Escuela Nocturna del párroco-arcipreste D. Jesús de Mora –debemos entender las recién creadas Escuelas Vicentinas-,  y la escuela nocturna instituida por la Conferencia de San Vicente de Paúl, bajo la presidencia de Dª Polonia Mantero Cuesto. Sólo dos concejales de trece se opusieron a tal medida.[vii] En esa misma fecha, D. Francisco Romero Sánchez, por entonces auxiliar de la escuela pública de niños, solo recibía 15 pesetas mensuales, aunque es cierto también que la municipalidad costeaba el alquiler de las viviendas de los maestros nacionales, o bien ponía a su disposición una morada anexa a su propia escuela. Don Francisco vivió desde 1914 en el número 68 de la calle Sagasta, actual Real de Arriba,  cuyo alquiler se elevaba a  25 pesetas mensuales.

        Por más que el ayuntamiento sufragara el alquiler de las casas de los maestros nacionales, éstos vivían con extremas necesidades. Incluso a la  hora de la muerte manifestaron su pobreza: Antonio Gordillo sólo pudo costearse un funeral de cuarta categoría, Evaristo Arrayás uno de tercera y Antonio Rodríguez uno de segunda categoría.

            Los maestros públicos,  en función del Reglamento de 1859, debían presentar al inspector el llamado estado de escuelas, donde hacían constar la  situación del inmueble, el estado de sus enseres,  las materias del programa de enseñanza, el control diario de los alumnos, los alumnos que recibían educación gratuita, los libros de texto utilizados y el sistema de premios y castigos empleado con sus pupilos. Raramente visitaron los inspectores las escuelas valverdeñas. En tales ocasiones correspondía también al ayuntamiento el pago de las dietas[viii].
            Asimismo, era obligación del maestro, no solo enseñar a sus discípulos las cuatro reglas, sino también  acompañarlos a la misa del domingo. En buena parte del siglo XIX, como más tarde en el XX la religión católica se convierte en un elemento esencial del currículo. Para ingresar en la escuela normal de magisterio, el candidato debía presentar la fe de bautismo y un atestado de buena conducta refrendado por el cura y el alcalde. Era una escuela confesional en una España confesional. 


[i]MONTERO, F. (1990), «La  Restauración», en Manual de Historia de España, siglo XIX, Historia 16, p. 474.
[ii] SÁNCHEZ CORRALEJO, J.C.. (2004): «La Adoración Nocturna en Valverde del Camino en la crisis de la Restauración (1904-1921): Instituto religioso y escuela de pensamiento católico-conservador». En XVII Congreso de profesores investigadores Hespérides. Historia de las mentalidades, ideología e Iglesia
[iii] Crónica de la casa de María Auxiliadora. En RICO PÉREZ, op. cit, p. 107.
[iv] B(oletín) P(arroquial) de 27 de abril de 1913.
[v] A.M.V./A.C. de 1863, 15 de noviembre.
[vi] A.M.V./A.C. de 1863,  17 de mayo.
[vii] A.M.V./A.C. de 9 y 20 de octubre de 1909.
[viii] A.M.V. /A.C. de 1910, 19 de febrero.

viernes, 1 de junio de 2012

LAS ESCUELAS Y LOS MAESTROS DE NUESTROS ABUELOS (I)


EL  MAPA ESCOLAR VALVERDEÑO DESDE LA ÉPOCA ISABELINA HASTA LA CRISIS DE LA RESTAURACION (1857-1923)


LAS ESCUELAS DE 1900.-

Juan Carlos Sánchez Corralejo 


Revista Raíces, nº 7, 2004, pp. 39-43

 

            A fines del siglo XIX, pues, se habían elevado a dos las escuelas para niños: la escuela del primer distrito, sita en la calle del Duque, dirigida por D. Bernardino Iglesias Pérez, natural de Zalamea la Real, y la escuela pública del segundo distrito, ubicada en la calle Nueva n° 20 y regentada por D. Manuel Delgado Lora[i].

Además, existía en Valverde una escuela de adultos al menos desde la década final del siglo XIX. En aquellas fechas D. José Limón Mojarro solicitó una subvención de 240 pesetas, la misma que anteriormente disfrutaba su padre D. José Limón Corralejo. El hijo asumió la docencia tras la muerte de su progenitor  acaecida el 4 de marzo de 1899. La escuela se mantuvo hasta febrero de 1906. Entonces fue suprimida por el ayuntamiento, aduciendo que carecía del título correspondiente[ii]. Sin duda otra veces las estrecheces económicas fueron decisivas. En 1918 se instaló luz eléctrica en el salón de la escuela del segundo distrito para reanudar las clases nocturnas de adultos. 
       
Apenas había cambiado nada a principios del siglo xx. En el cambio de centuria,  Valverde mantenía sus dos escuelas públicas para niños.

      La escuela de la calle del Duque ocupaba el extenso solar sobre el que se levantó la actual  plaza de abastos en el año 1935 y aparecía rodeada por un hermoso cortinal, poblado de olivos y chumberas.

      La escuela de la calle Nueva estaba regentada por Evaristo Arrayás.
     
     Junto a la escuela pública de niñas, existían las «amigas». En el Valverde de 1900 la palabra amiga seguía designando a las maestras de niñas y por extensión las escuelas regidas por mujeres sin la instrucción y habilitación oportunas. Otras jovencitas recibían formación religiosa en las Salesianas, en la Casa Rectoral, en la casa de ejercicios de Santa Ana o en la calle del Sol. La casa rectoral se situaba,  según las investigaciones de A. Rico, en la calle Real de Abajo nº 41, en el antiguo edifico de la cilla arzobispal[iii]. A ellas se unieron las Escuelas Vicentinas del Sagrado Corazón.

        Desde 1910 se agilizan las gestiones para dotar a Valverde de una nueva escuela. Una circular de 5 de enero de 1910 -durante el interregno de Segismundo Moret, que siguió  a la caída de Maura-, facilitaba medios a los ayuntamientos para construir nuevas edificaciones escolares. El consistorio acordó dedicar la cantidad de 25.000 pesetas durante el plazo de dos años para construir un grupo escolar y se inició la petición de la subvención, aunque el proyecto no llegó a buen fin.

     

   La R.O. de 25 de febrero de 1911, durante el gobierno de José Canalejas, sobre habilitación de locales de enseñanza, preceptuaba el desdoble de todas las escuelas unitarias, a fin de duplicar la oferta educativa.  Entonces el consistorio, siguiendo las propuestas de la Junta Local de Instrucción Pública,  decidió  desdoblar la escuela del primer distrito. Para ello amplió el local en 5 metros y lo dividió y tabicó en dos clases con entradas independientes. Por su parte, se decidió ampliar la escuela de niñas habilitando un local anexo con entrada por la calle Andrés Blas[iv], aunque este propósito  no se logró hasta 1920 por falta de presupuesto.

             
A mediados de la década de 1910,  ya se había desdoblado la escuela de niñas de la Calle Abajo y disponía de dos educadoras. Pero, desde 1916, el estado del inmueble era ruinoso: se cayó el muro de entrada de la cuadra, se derrumbó otra pared, se desprendió y cayó la puerta del corral y aparecieron varias hendiduras en el tejado.

Entonces se crea la escuela del Hospital. Temporalmente, las niñas fueron trasladadas a una de las salas del Hospital de la Misericordia «en el departamento de la derecha». Era una sala de 172 metros cúbicos y dos ventanas, una que daba a la vía pública y otra al patio.   Por entonces, estaban matriculadas sesenta alumnas, si bien la asistencia fue muy reducida. Los padres manifestaron su negativa a que sus hijas estudiaran en un hospital, cuyo destino principal era acoger a enfermos vagabundos que, al decir de los médicos, eran portadores de enfermedades contagiosas, parásitos y suciedad extrema. Se agravaba la situación «en caso de fallecimiento como ocurrió hace unos días de un enfermo de pulmonía gripal»[v]

       
     En 1919, el estado de las dos escuelas de niños era pésimo. Los peritos advirtieron que las lluvias del invierno podrían inhabilitar ambos inmuebles, lo que se solucionó con una reforma de urgencia. En noviembre de 1919, durante la alcaldía de Luis Valero Arroyo, se cerró definitivamente la escuela del Hospital. La alcaldía, siguiendo los dictados de la maestra nacional,  el servicio de inspección y las autoridades médicas locales, decidió el  traslado de la escuela por múltiples razones: porque era muy pequeño para las niñas matriculadas, para evitar posibles contagios de las niñas derivados de la  proximidad del retrete del hospital y la sala de enfermos, por las molestias que las niñas provocaban a los  enfermos y por la falta, en definitiva,  de condiciones pedagógicas para la enseñanza. 
             
Entre noviembre de 1919 y  febrero de 1920  se construyó la  Escuela Nacional San Carlos,  ubicada en el Cabecillo de la Cruz,  nº 6, actual calle Santa Ángela de la Cruz. En este edificio municipal se realizaba hasta entonces la parada de caballos y sementales del ejército. Se realizaron las reformas y obras de adaptación por valor de 7.519 pesetas,  según  proyecto del ingeniero D. Luis Ferreira, obra que estuvo a cargo de Juan Castilla Gamonoso.

Fue inaugurada el 14 de marzo de 1920, con asistencia del inspector provincial de primera enseñanza, el alcalde y el cura-párroco.  Actuaron como padrinos de la inauguración Carlos Kaesmacher, director general de «The United Álkali Company» y de la «Compañía Anónima del Buitrón» y su esposa Rella.  La escuela fue bautizada con el nombre de «San Carlos» en honor del ingeniero de minas natural de Lieja[vi], quizá esperando sacar provecho de su liberalidad y  la de su esposa.  Se convirtió en una escuela unitaria, esto es, recogía  niñas de distintas edades y estaba desdoblada de la única escuela de niñas de la localidad. Constaba de salón, galería y patio y vivienda del maestro en la parte superior.
      
      En 1923 existían dos escuelas de niñas: una situada en la calle Andrés Blas y la escuela de niñas de la Calle Abajo, por entonces rebautizada como  Andrés Mora. A partir de entonces, la red escolar se completará con nuevos locales de propiedad municipal la llamada Escuela de la Luz, la  antigua escuela del Pósito y la escuela de la Zona.

*   *   *
            En conclusión, hasta el período  de la  Restauración dominaron las aulas situadas en casas particulares alquiladas por el consistorio o en edificios municipales, que reunían pésimas condiciones de habitabilidad e higiene. Al menos debían disponer de un patio o corral para el solaz de los pequeños, aunque a menudo era más lugar de exposición a la  inseguridad que de recreo y entretenimiento, tal como ocurrió en 1916, cuando se cayó el muro de la cuadra del patio de la escuela de niñas
         
   Poco sabemos también sobre el mobiliario y los enseres de las escuelas. Gracias a la petición realizada por la maestra Josefa García, sabemos que en el colegio de niñas al menos se utilizaba un mapa de España, un cuadro de pesas y medidas y las tablas aritméticas de sumar, restar, multiplicar y dividir. El  consistorio subvencionaba a los maestros con una cantidad en metálico para la adquisición de  este material de enseñanza
        
    Pero la situación no era fácil. La masificación hacía que a menudo muchos niños no dispusieran de su propia banca y que tuvieran que sentarse en el suelo «por no disponer de las  necesarias para el total de alumnas». En esta ocasión, siendo alcalde José Contioso Pernil, se decidió adquirir todas las bancas que fueran precisas[vii]. Pero, incluso, la maestra Josefa García carecía, en 1916,  de un sillón en el estrado donde poder  sentarse.

 

       En 1899, las arcas municipales dedicaban la cantidad de 12.545 pesetas al capítulo de Instrucción Pública. Esta cifra incrementó hasta 14.000 pesetas en 1921, aunque sólo para obras de reparación en las escuelas. Era obligación del consistorio mantener la salubridad y la habitabilidad de los colegios. Tenemos constancia, a través de las actas capitulares, de obras realizadas con cargo al presupuesto municipal para preparar sus tejados, para la  reposición de cristales rotos,  para el  blanqueo general,  distintas obras de conservación, así como la reparación periódica del pararrayos situado en la escuela de niños del 1º distrito.

             
Además, la miseria de las escuela se vio incrementada, ya que  sirvieron también para usos ajenos a la docencia. Un cuerpo de la Guardia Civil permaneció en Valverde durante la huelga de ferroviarios de 1918, alojándose en el salón de la escuela del segundo distrito. Ello obligó al ayuntamiento a realizar una escrupulosa desinfección y la reparación de los desperfectos causados en las bancas[viii].

Los maestros.-
           El número y la preparación de los  maestros fue en aumento a lo largo del siglo XIX, gracias a la fundación de las escuelas normales. La Normal de Huelva se inauguró en 1859 y dos años después estaba regentada por un maestro nacido en Valverde, D. Francisco Caballero[ix].Poco conocemos de los maestros de Valverde del siglo XIX. Nada prácticamente sobre sus perfiles personales y profesionales, de sus cualidades como maestros y de sus penurias personales. Pasaron por las aulas valverdeñas maestros propietarios, interinos y auxiliares. Los propietarios, naturalmente,  eran aquellos que habían logrado superar las oposiciones, aunque hasta 1860 eran elegidos por el cabildo entre una terna de candidatos
           
Sobre la realidad valverdeña, sólo podemos ofrecer algunas pinceladas. Apenas que D. Fernando Ramírez Villaseñor era el profesor titular de instrucción primaria de Valverde y que contaba con un ayudante.  Desde 1869 ocupó dicho  cargo de adjunto el valverdeño D. Francisco Mora Marín. El cabildo lo nombró por tal teniendo en cuenta «su actitud y condiciones a propósito» y se le expidieron las oportunas credenciales, aunque también sabemos que fue el único aspirante a la plaza[x].

La primera generación de maestros valverdeños del siglo XX estuvo formada por Manuel  Delgado Lora, Bernardino Iglesias, Francisco Romero y  Rafael Moya Jiménez. Nacidos en la década de 1860, impartían docencia en Valverde ya desde la década final del siglo XIX. D. Manuel Delgado Lora era originario de Osuna poseía el título de maestro elemental y la reválida de Grado Superior. Fue el encargado de inaugurar la escuela de la Calle Nueva, estrenada en 1893. Le acompañaba en el nuevo edificio D. Bernardino Iglesias Pérez, nacido en Zalamea la Real  en 1865 y dos años más joven que él .
  
          En estos mismos años regentaban la escuela de la calle del Duque Francisco Romero y Juan Antonio Gordillo. D. Francisco Romero Sánchez  (1864 -1937) era hijo de un carpintero de Aracena y había estudiado magisterio en la Escuela Normal de Sevilla. Ejerció toda su vida en la escuela pública de la Calle del Duque, donde se jubiló después de 28  años dedicados a la docencia y muy agotado de su labor formativa.  En la puerta de su escuela lucía un escudo tallado en madera pintada. Falleció el 17 de diciembre de 1937. Fue el iniciador de una destacada saga de maestros locales. Era además un hombre profundamente religioso y siempre trató de propagar entre sus alumnos la profunda devoción que sentía hacia el Sagrado Corazón. Entre sus discípulos destacaron Nicolás Gómez, los hermanos Manuel y Diego Romero, el notario, Miguel Macías o Nicolás Hidalgo.

 



D.Francisco Romero Sánchez con sus alumnos en la escuela de al calle del Duque 
            D. Juan Antonio Gordillo Muñoz (1869-1927) compartía escuela con  D. Francisco Romero a partir de 1911, cuando se desdobló  la escuela de la calle del Duque. Era natural de Sevilla. Su esposa Ildefonsa Romero Díaz (1888-1946) fue también educadora y, según sus nietos, la primera maestra de Candón. Sin embargo, el matrimonio pidió traslado a Granada y más tarde a Medina del Campo (Valladolid), buscando mejorar su nivel de vida. Juan Antonio sufrió una congestión en tierras castellanas y quedó muy disminuido. Su esposa continuó entonces con la docencia en Valverde, pero en esta ocasión en su propia escuela privada, aunque en un local municipal

 

D. Juan Antonio Gordillo Muñoz y sus alumnos en la escuela del primer distrito- Año 1918.
RAMIREZ COPEIRO, p. 287. 

    

 

        La Junta Local de Primera Enseñanza tenía encomendada la inspección de las escuelas públicas y privadas, a fin de apreciar la  calidad de la enseñanza de cada uno de los establecimientos, y poder ponderar las gratificaciones que merecían sus maestros respectivos. Esta junta, que en 1903 concedió un voto de gracia a la comunidad salesiana por la calidad de las enseñanzas impartidas, valoraba de esta manera a los maestros valverdeños en 1911:


 Escuelas

Profesores

Valoración de las enseñanzas

Subvención

en pesetas

Escuela pública del 1 distrito

Francisco Romero Sánchez (Auxiliar)

Bien en general. Agradaron los trabajos de escritura

60

Escuela pública del 2º distrito

Rafael Moya Jiménez (Auxiliar)

Regular en varias materias. Algún adelanto en relación con inspecciones anteriores. Bueno en aritmética

30

Escuela pública de niñas

¿ Fulgencia Prada?

¿Josefa García Ruiz?

Regular

Satisfacen las labores

-

Escuela privada

Adelaida Pérez Martín

Estado de instrucción muy bueno.

Labores, muy bien

105

Escuela privada

Ildefonsa Romero Díaz

Bien en lectura y escritura

Regular en las demás materias

105

Colegio Mª Auxiliadora

La enseñanza, muy bien. Sobresalen las labores por su factura y sus trabajos en pro de la cultura

101



             Discutir la justicia de tal reparto se nos hace inasequible. Sólo podemos constatar las gestiones del concejal Diego Medina para ensalzar los resultados de la escuela de Dª Adelaida y para que se le concediera un «voto de gracias» por parte del consistorio. 

En 1914, la subvención ascendía a 250 pesetas cada cuatrimestre y se mantenía el orden del reparto: Adelaida recibía 85 pesetas, las Salesianas, 65, Ildefonsa, 55,  y Francisco Romero, 45. En 1920, Adelaida Pérez recibía 75 pesetas trimestrales «en atención a sus relevantes méritos y por el crecido número de años que con general satisfacción lleva dedicados a la enseñanza en la localidad». Por el contrario, se suprimió la subvención a las salesianas, al considerar que no la precisaban, y a Ildefonsa Romero, ya que ésta disfrutaba gratuitamente de un local de propiedad municipal. 

*     *     *
La segunda generación de maestros estuvo formada por educadores como Evaristo Arrayás, los hijos de Francisco Romero Sánchez -Gregorio, Francisco y Carmen-,  y algunos maestros foráneos como Antonio Infante Valdayo o  Antonio Rodríguez García.
Todos ellos ingresaron en la carrera de magisterio  desde mediados de la década de 1910 y serían, corriendo el tiempo, los primeros inquilinos del grupo Escolar valverdeño.
       
     En la escuela de la calle Nueva  impartieron clases  Evaristo Arrayás y Gregorio Romero. 

D. Evaristo Arrayás Mariano (1882-1957) Natural de El Pozuelo, estudió en la Escuela Normal de Sevilla y sacó las oposiciones. Tras contraer matrimonio con Dolores Mantero Vizcaíno fue destinado a  Benamahoma (Cádiz). De dicho matrimonio nacieron cinco vástagos, a saber, Concha, Bella, Ildefonsa, Dolores y Evaristo. A mediados de la década de 1910 llegó a  Valverde,  se instaló en la escuela de la Calle Nueva, de la que sería titular y, en aquel edifico  municipal vivió junto a su familia. D. Evaristo fue el mayor de los seis maestros que inauguraron nuestro Grupo Escolar. Su hijo Evaristo Arrayás Mantero prosiguió la vocación docente paterna.


D. Gregorio Romero Bogado (1890-1980), hijo de Francisco Romero Sánchez, ingresó en el cuerpo de magisterio el 14 de agosto de 1915[xi]. Comenzó su carrera profesional en Escacena, prosiguiendo en Aracena y Calañas, para terminar en su pueblo natal. D. Gregorio llegó como auxiliar de la escuela de la calle Nueva, debido al  gran tamaño de aquella, ya que acogía desde rapaces de 6 hasta adolescentes de 18 años.
          
D. Antonio Rodríguez-Cepeda García (1891-1964) había nacido en Benacazón (Sevilla) en 1 de febrero de 1891, aunque su familia era oriunda de Villarrasa. Obtuvo el título de maestro superior expedido con nota de sobresaliente en 15 de febrero de 1916. Desde 1915 a 1921 ejerció en Valverde, ocupándose de una auxiliaría.  Impartió su magisterio en todas las escuelas públicas de la localidad. Se inició  en 1915 en la Escuela de la calle Nueva con Evaristo Arrayás. En 1916 ya era el director de la escuela del 2º distrito, pero sus problemas pulmonares le llevaron a  solicitar plaza en Aracena, donde permaneció desde 1921 hasta 1927 y posteriormente en La Palma del Condado, entre 1927 y 1934. Entonces volvió a Valverde instalándose en la escuela de la Zona durante la II República para acabar en el grupo Escolar desde su inauguración en 1937. 

  Oros maestros aparecen por Valverde a fines de la década de 1920 como D. Antonio Infante Valdayo o D. Manuel Viso Toscano. De ellos hablaremos próximamente. Asimismo , D. Francisco Romero Bogado (¿?-1936), hermano de D.Gregorio, impartió clases con su hermana en la Calle Arriba. Posteriormente inició los estudios de  magisterio en Sevilla, aunque  su muerte prematura truncó su carrera.  Aparecen en nómina, por último,  algunos profesores sustitutos como Miguel Bermejo  en 1916 o Gerardo Higinio Sánchez Guillermo en 1918, cuya permanencia en las escuelas valverdeñas fue muy efímera.  

D. Francisco Romero Bogado impartio docencia junto a su hermana en la Calle Real de Arriba.
Archivo de Francisco Romero calleja


            Las escuelas públicas de niñas fueron asimismo dos: la escuela de la Calle Abajo y el colegio  unitario del Cabecillo de la Cruz. Josefa García Ruiz y Fulgencia de Prada eran la maestras nacionales de niñas a mediados de la década de 1910.  En 1915, Fulgencia solicitaba la terminación de la obra en los dormitorios de su casa, sitos en los altos de la escuela. En 1916, aparece una tercera maestra, Josefa María Sánchez Garrido, en sustitución de Fulgencia Prada. En 1919, dirigía la escuela de niñas Dorotea Carmen Romero. Por su parte, desde abril de 1920 se hizo cargo de las clases de la  Escuela de San Carlos Dª Carmen Romero Regaña, natural de Sevilla. A partir de la década de 1930, dicha  dicha escuela fue dirigida por Dª María Ruiz Cobo de Guzmán.


i] ARROYO CERA, J.M. (1962): Un párroco cabal. Inédito
[ii] A.M.V. Actas capitulares de 4 de marzo de 1899 y 10 de febrero de 1906.
[iii] RICO PÉREZ A.  op. cit.
[iv] A.M.V./A.C. de  1911, 15 de mayo. 
[v] A.M.V./A,C. de 1919, 15 de noviembre.
[vi] A.M.V./A.C. de 12, 17,  24 y 31 de enero, 7, 14 de febrero y 1, 6 y 15 de marzo de 1920. 
[vii] A.M.V./A.C. de 1909 de 28 de agosto.
[viii] A.M.V./A.C. de 1918 de 13 de julio.
[ix] GONZÁLEZ LOSADA, S. (1999) Maestros, escuelas y alumnos en Huelva (1857-1900). Diputación Provincial, pp. 127-
[x] A.M.V. /A.C. de 1869, 28 de noviembre
[xi] Datos extraídos de su carnet de identidad, expedido por el Ministerio de educación Nacional