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martes, 14 de agosto de 2012

LA FERIA DE VALVERDE DEL CAMINO EN LA DÉCADA DE 1950:

PREPARATIVOS Y VÍSPERA DE FERIA
Juan  Carlos Sánchez Corralejo.

  La Feria  de los años 50 se celebraba en la Plaza Ramón y Cajal y en el Valle de la Fuente...

Pero antes del festejo venía la limpieza de las casas.  La cal viva o la tierra blanca eran las materias utilizadas.

Se compraban dos o tres piedras de Cal Viva en Morián   y “se apagaban”, remojándolas en agua…  y a enjarbegar con una escobilla  de empleita, previamente  cardada en una carda de puntillas, con lo cual el efecto en la pared era de enorme  finura. A veces, la cal era  mezclada con polvos azules removidos que daba un esplendido blanco azulado, del gusto de muchas familias.

Otras casas preferían la “tierra blanca”, más oscura que la cal, que se esparcía  con un trozo de piel de borrego curtida, la zalea.  Con este sistema, la pared quedaba casi estucada. Aquella misma zalea curtida servía de protector de los colchones de lana  y evitaba que los orines de los bebés picaran los colchones.    

      Los suelos se adecentaban con tierra amarilla, recortando con mimo el pasillo central de piedras que facilitaba la entrada de las bestias. Especialmente útil era la tierra amarilla en los suelos de las cocinas para evitar el negro que proporcionaban los hogarines  y los  humos del carbón.

Los metales se abrillantaban con  arenilla y limón.

Las sábanas bajeras y los cancanes se  almidonaban con harina y más tarde con pastilla de almidón,  rebajadas en agua  en los barreños de metal.
La víspera de Feria se procedía al reparto a los hijos de la “recurta” de Feria.   Las familias más modestas echaban la alcancía a lo largo del año y la iban llenando a base de una gorda y un real y por feria se sacaban unas cuentas pesetas que pronto  se esfumaban en la feria: la cerveza a peseta,  el vaso de gaseosa a 1’50    y la  media de vino a 3’50

Y a disfrutar cada momento de la feria, con sus matices y diferencias  de mañana, de tarde o de noche.

    La feria valverdeña de agosto comenzaba con la diana y se componía de grandes conciertos en los centros de sociedad, especialmente en El Católico, durante las mediodías. Muchos recuerdan aún al cantante onubense Urreta, a los sones de “La Vaca Lechera“ y “El dedo gordo del pie”; o la orquesta Molero, cuyos cantantes repetían actuación por la noche en la caseta, situada delante de la casa del  Diputado. A dichos actos se unían los conciertos de la banda municipal, la elevación de globos grotescos, los espectáculos taurinos, concursos de trajes regionales y funciones de cine.
Las casetas poco a poco se convierten en el centro de la actividad festiva.

Cobraba enorme actividad las caseta de baile, incialmente situada  frente al Banco Exterior  y la caseta de la Plaza  Ramón  y Cajal, regentada por José Doblado Vizcaíno y Juan  Alamillo.

Aparecen las casetas privadas:  La Caseta de la “N”,  en la puerta del Banco Español de Crédito,  de Rubio el Calderero, Florencio Salas Luiso,  los Millán y los Parreños  de los  curtidos; la Caseta de la Casa del Diputado de Jorge Zarza y la Familia Fleming,  la Caseta de  Muebles Franco que servía para publicitar su negocio

En las décadas de 1960 y 1970 otras casetas permitían el acceso libre a todos los viandantes: los Bienavenidos,  Los Independientes, La Guitarra de Juan Efrén Arroyo, Villa Piltrafas, El Tropezón o la caseta de Candón abierta en la puerta de la antigua Delegación de ciegos del Valle de la Fuente.   


La autora de este poema fue la directora de la compañía de teatro aficionado del Valverde de la Postguerra, cargo que compaginó asimismo con el de actriz de la misma. Sus interpretaciones de la obras de Benavente y de los hermanos Álvarez Quintero fueron un hito en aquel Valverde taciturno. Las representaciones de El Genio Alegre y de Doña Clarines provocaron olas de entusiasmo.

Ana Marín De Sardi retrató como nadie la feria de mediados de la década de 1950. El poema se lo dedica a su hijo, Manuel Rodríguez Marín, quien se encontraba realizando el servicio militar en Ceuta en el año 1956 y quien ha tenido la amabilidad de ofrecernoslo.
                            
                                    Ana Marín de Sardi. Agosto de 1956. 


VÍSPERAS DE FERIA.

Ya está la Feria en la mano
y la buenaza la gente
se dispone a celebrarla
en Plaza  y Valle la Fuente

¿qué tendrá para nosotros
esta Feria de Valverde
porque llegando estos dias
no se vive ni se duerme

Las jaurías de chiquillos
desparramá por las puertas
castigando y dando lata,
no dejan dormir la siesta

Y los cacharros que meten
infernal algarabía
con gramolas en función
a todas horas… armonía

Por eso miente el que diga
Y el que lo repita miente
que no le gustan los fuegos,
la música y los cohetes.

La feria la sienten todos,
los más, ansiando que llegue,
que falte el sol en el cielo,
pero la feria se quede.

Añorándola estará
alguna lejana a tierra
“que le envíen su revista
siquiera para leerla”.

Y los del campo  se vienen
Para “juntar” fue oa siega,
y en la feria vaciar
la antes repleta cartera

Y vienen nuestros paisanos
que hacen años viven fuera
a dar la vuelta esos días
porque Valverde está en Fiestas.

Acuden los forasteros,
Y en la playa se lamentan
que no se bañan a gusto
que aquí es la feria.

Y en las casas estos días
también anuncian la feria
todos los chiemes por medio,
los cubos, las escaleras.

Hay que encaramarse alto
aunque se rompa una pierna
que son se quede sin limpiar
nada, por dentro ni fuera.

Abajo las telarañas
metales que abrillantar
y para que nada falte
bajeras almidonás

Y ante esta revolución
casera, desagradable
los maridos protestando
cogen la puerta a la calle.

No busques un operario
ni mujer para faenas,
todos contestan a una
“hasta que pase la feria”.

Criada no encontrarás
Y si te va la que queda,
costureras y modistas
andan en prisas eléctricas.

A nadie le falta e traje
Y los detalles… omito
Que saben ganarlo bien
“pá” salir como “palmitos” .

En las casas con las madres
los hijos ajustan cuentas
yo ni un cuarto, allá tu padre
contigo se las entienda,
y al final compadecida
acaba  soltando tela.

Hasta las amas de casas
acariciando esos días…
deciden comer fiambre
y la “tajá” de sandía

Guerra en feria a la cocina
¿Quién dijo guisotear
con una feria en la calle
convidando a disfrutar?

Al Real por la mañana
con flores y faralaes
y al regreso en la caseta
se tomará “lo que cae”.

Por la tarde que serán
variados los festejos,
asistir a la corrida.
de toros o de ... borregos.

Para los aficionados
habrá pelota y “penqueo”,
al atardecer rebosan
de público los paseos.

Más nada como la noche
de luces y fandangueo,
las casetas florecientes,
los cines en su apogeo.

Pasará el muchacherío
los mayores y las viejas,
nadie se quedará en casa
esas noches veraniegas.

Pensar en dormir aburre,
Son noches de trasnocheo,
amanecer en la feria
viendo salir el lucero.

Y tras la noche otro día,
así se nos va en dinero
eso sí, la feria sabe
tragarse todos los sueldos.

Las pagas y los jornales
dejándonos el recuerdo …
porque se nos va y no hay más
si nos metemos en el cuello.

Pero vamos a esta Feria
que se alcanza con la mano
que la del año que viene
nadie podrá asegurarnos.

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