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jueves, 10 de septiembre de 2015

PRIMERAS MAESTRAS Y ALUMNAS DEL, GRUPO ESCOLAR

Juan Carlos Sánchez Corralejo.

Extraído de "El grupo Escolar y Valverde del Camino (1937-1986)". En SÁNCHEZ CORRALEJO , J.C. PÉREZ RITE J.A. Y BARCELÓ MARTÍNEZ M. (2012):  Del Grupo Escolar al CEIP Menéndez y Pelayo, pp. 233-244.


DE LA AGRUPACIÓN ESCOLAR MIXTA MENÉNDEZ Y PELAYO AL GRUPO ESCOLAR MIXTO (1967-1971).

 
Los primeros claustros.

 Con treinta años de retraso, en el  año 1967 se construyó un grupo de 8 unidades para niñas. Aunque la construcción se localizaba dentro del propio recinto del grupo escolar, dio como resultado una agrupación escolar, con clases de niños y de niñas claramente diferenciadas.  

 
Desde 1960 se venía solicitando la edificación de una escuela de niñas de nueva construcción. En el verano de 1964 se pedían 8 unidades, más las viviendas de las maestras, con cargo a los presupuestos del Ministerio de Educación, dada la caótica situación de la hacienda municipal valverdeña[1]. El 12 de  agosto de 1965 fue anunciada la subasta de la obra en el Boletín Oficial de la Provincia, con un presupuesto de 3.348.608 de pesetas, sin ninguna aportación del ayuntamiento.

 
La nueva escuela femenina fue inaugurada, de forma oficial, en febrero de 1967, y desde entonces contó con una directora[2]. Se situó en el área de expansión de Valverde, junto a la nueva barriada Inmaculada Concepción. El pabellón de aulas se levantó en el extremo norte de la parcela del Grupo Escolar,  junto a la calle Agustina de Aragón. El edificio constaba inicialmente de 8 aulas, a donde fueron trasladadas las niñas de la escuela graduada y la unitaria de niñas antes existentes, además de dos aulas destinadas, al menos en teoría, para  preescolar. 

 

La elección de Águeda Díaz Barragán como directora de la nueva agrupación escolar mixta parece que fue una solución de compromiso, adoptada por el inspector de zona, Jesús Guijarro, para evitar posibles discordias entre los directores anteriores, Manuel Medina, director del propio Grupo Escolar, y Carmen Sevilla, directora de la Escuela Graduada de la Zona. Otras fuentes orales, entrevistadas por nosotros, aluden a la condición militar e influencias de  su padre:   

«En la ciudad de Valverde del Camino, siendo las diecisiete horas del día veintisiete de Febrero de mil novecientos sesenta y siete, se reúnen en la Graduada Mixta Menéndez y Pelayo el Sr. Inspector de esta zona. D. Jesús Guijarro Sanz y los tres maestros de la misma, Dª Carmen Sevilla Martín, D. Manuel Medina Mora, Dª Águeda Díaz Barragán al objeto de entregar a esta última los inventarios y saldos de las cuentas de los grupos de niñas y niños que regentan a Dº Águeda Díaz por haber sido, nombrada esta directora interina de esta agrupación. Leídos y comprobados los inventarios y saldos  se procedió a su entrega a la nueva directora, levantándose este acta en el libro del antiguo grupo Menéndez y Pelayo que se habilita para la nueva graduada».[3]

 

El edificio fue bendecido el martes 11 de julio de 1967 por el vicario general del Obispado, Bernardo Pascual Real, en presencia del inspector jefe de primaria, Andrés Bravo Izquierdo. Aquel mismo día se celebró en Valverde la fiesta fin de curso, con representantes de los colegios de Trigueros, Beas, El Cerro, Riotinto, Campillo y Zalamea[4].

 
El censo escolar de 1966/1967 recoge a muchas de las niñas que inauguraron el Colegio femenino Menéndez y Pelayo (Vid anexo I).

 
En los papeles, en las fotografías, comienza a hablarse de Grupo Escolar Mixto o Escuelas Graduadas Mixtas. Sin embargo, hasta la puesta en funcionamiento de la nueva EGB, a partir del curso 1971/72, en realidad funcionaron como dos escuelas graduadas, una de niños en el viejo edificio de 1937, y una escuela graduada de niñas en el edificio recién estrenado en 1967. En ese periodo intermedio fue una Agrupación Escolar Mixta ”Menéndez y Pelayo”, aunque, eso sí, bajo una única dirección.   

 
Gracias a esta confluencia, el Grupo Escolar fue el centro pionero de la integración y la coeducación en Valverde. Además, el centro contó con una directora, Dª Águeda Díaz Barragán, directora del centro en los primeros años (1967-1971) de lo que se intituló Escuela Graduada Mixta Menéndez y Pelayo. 
 

Muchas de sus primeras maestras –al menos las oriundas de Valverde-  habían estudiado bachillerato por libre en la Academia Virgen del Reposo, y de allí pasaron a la Escuela Normal femenina de Huelva. Entre las maestras valverdeñas, varias cursaron bachillerato e iniciaron los estudios de magisterio por libre. El ingreso y los primeros cursos de bachillerato solían hacerse en Valverde, en sus colegios de procedencia, examinándose en los altos del Ayuntamiento. Normalmente, de los últimos cursos, 3º, 4º y Reválida, había que examinarse en Huelva. Pero la preparación se realizaba igualmente en Valverde, gracias a la Academia –desde 1961 Colegio Libre Adoptado de Enseñanzas Medias-[5]. Algunas maestras habían realizado además el bachillerato superior, que incluía los cursos 5º, 6º y la reválida de este último.[6]
 
Desde 1967 formaban la plantilla femenina del grupo escolar Águeda Díaz Barragán, su primera directora, la valverdeña Pepita Morcillo Navarro, Mª Josefa González, Margarita Alburquerque y Josefa Garfia Camacho[7], llegada de Huelva, que permaneció en el centro hasta 1970, -aunque en el año de 1968 fue sustituida por la valverdeña Mari Carmen Pérez Mora-. Y junto a ellas Carmen Fructos, Manuela Serrano y Nemesia Bueno, esta última natural de Lepe.

En 1968 se unieron al claustro las maestras Dolores Arroyo Medina[8], procedente del colegio rural de Peña de Hierro (Nerva), Ana María Mantero, Josefa María Gómez, Ángeles Esteban Rivera y Emilia de Jesús Pérez. 

En el curso 1969/70 se incorporaron al claustro de profesores María de las Virtudes Pino Ruiz, Dª Maruja para sus alumnas, y María Jesús Ramos Feria, que vino a sustituir la larga enfermedad de Ana Mª Mantero, y Justa María Villanueva Hervás.

Maruja Pino llegó procedente de la unitaria mixta de El Cerro de Andévalo y estuvo en el centro hasta la creación del CEIP Los Molinos. En su primer año en el centro fue la encargada de la biblioteca, sustituyendo a Agapito Verde. Fue la maestra de Ciencias Sociales y Religión del segundo ciclo de la EGB. De ella hablamos más en el capítulo dedicado a la EGB.

Mª Ángeles Esteban pasó por las aulas del Menéndez antes de su periplo  por Cortelazor y la Palma del Condado, para obtener destino definitivo en el colegio José Nogales.

 
Emilia de Jesús Pérez Jiménez llega al centro en el curso 68/69, mientras que en el 70/71 impartía un 4º Grado. Natural de Bollullos, era a los ojos de sus alumnas la maestra más elegante. Sus clases eran dinámicas, con muchos trabajos, y clasificaba a los alumnos por filas, pero no de forma estática, sino de manera móvil: la composición de las 3 filas de bancas dependía de los aciertos y el trabajo diarios.[9]

 A María Jesús Ramos Feria se le asignó un primer curso de primaria de niñas de 6 años en la última aula de la planta baja. No volvió al centro hasta el curso escolar 1995/1996, y en él se jubiló en el año 2010.

 En el 70/71 arriban Sagrario Ruano, María Teresa Pérez, aunque apenas un curso escolar, y Mª Dolores Contioso Arroyo y  Trinidad Palanco.

 Mª Trinidad Palanco Lorca se ocupó de un grupo de niñas mayores. Al año siguiente, al implantarse la EGB, se encargó de 1º y 2º de EGB, ya que estaba especializada en educación infantil. De 1972 a 1979 impartió clases en Valdelamusa, junto a su marido José Antonio Santos, y volvieron juntos al Menéndez y Pelayo en el curso escolar 1979/80.

 María Dolores Contioso Arroyo fue profesora del centro entre 1970 y 1972, y en una segunda etapa entre 1986 y 1998.

  En 1970 se unió al grupo Josefa Parreño Fiscal, para nosotros Dª Pepita, procedente de la escuela rural del Manzanito, para cubrir la vacante dejada tras la muerte de la siempre recordada Ana María Mantero Vizcaíno, quien solo pudo disfrutar de su estancia en el colegio un único curso escolar.

 Pepita Parreño fue secretaria del Consejo Escolar o Junta de maestros desde 1970, en sustitución de Antonio Cuevas Real. En los primeros años tuvo que hacer frente a cursos de repetidores. «A unos había que enseñarlos casi a leer, otros a sumar, otros a restar»[10]. Tras unos años en el tercer ciclo, junto a Juan Manuel Alcaría y a Ana Corrales, se situó de forma casi permanente en la  segunda etapa.

 
La docencia

 Cuando las alumnas de 1967/68 entraron en el aula de primero de Margarita Alburquerque se llevaron la sorpresa de que no había sillas para todas. El mobiliario tardó en venir unos meses. Mientras tanto, algunas chicas tuvieron que traer sillas de sus propios domicilios.

Los pupitres eran inicialmente similares a los de los chicos. Bancas bipersonales de asientos abatibles. El tintero ha desaparecido y el lápiz es el instrumento más utilizado, y solo de forma excepcional el bolígrafo.[11]

 
Como no habían ido a ninguna escuela infantil, aquellas chicas no sabían leer, aunque las más avispadas aprendieron en apenas un trimestre. La maestra, Margarita Alburquerque, les contaba hermosos cuentos y los ilustraba visualmente  rellenando el encerado de maravillosos dibujos.[12]

 

Las niñas de 6 años aún no sabían leer. Las maestras de los primeros cursos  del Menéndez y Pelayo utilizaban al unísono los dos métodos de moda, y a la vez antagónicos: el analítico y el sintético[13] .
 
Los métodos analíticos o globales parten de frases o palabras y dejan para el final el aprendizaje de las letras. Dentro de este grupo  se halla el método de palabras normales, creado por los alemanes Kramen, Heral y Vergel, que consiste en combinar la lectura con la escritura y el dibujo, que no es más que el análisis de las palabras y después, al sintetizarlas, escribir su significado, o dibujar éste. Este método tuvo gran aceptación.

Los métodos sintéticos o fonéticos parten de las letras y sus sonidos para formar con ellas sílabas, palabras y finalmente frases. Son los más antiguos y eran los más extendidos, ya que, al menos teóricamente, iban de lo simple a lo complejo. Se entendía que lo más fácil era la letra primero, la sílaba a continuación y finalmente  la palabra y la oración. Dentro de los métodos sintéticos destaca el método alfabeto o deletreo, que comienza con las grafías de las consonantes, seguida por las vocales. Por el método silábico, los niños aprendían el trazado de las grafías de manera mecánica para después aprender su  pronunciación.[14]

 
Pepita Morcillo y sus alumnas de la Agrupación Escolar Mixta. 2º Grado. Año 1968.
 
 
 
Si se optaba por las cartillas, la Paláu y por tanto el método fotosilábico, eran los elegidos. Una vez aprendidos los rudimentos de la escritura se multiplicaban las planas. De ellas se pasaba a las redacciones y a los análisis morfosintácticos.


Hemos recopilado algunos testimonios sobre ellas de algunas de sus alumnas:

«La que más huella nos dejó fue Pepita Garfía. Era una maestra exigente. Era muy seria y estricta, pero muy buena profesora. Nos colocaba haciendo un medio arco. Si fallabas la pregunta perdías una posición”. Lo que más nos gustaba era que nos llevaba a tomar la merienda a los Pinos del Manano».[15]

«Fuimos alumna de Pepita Morcillo durante tres años. Era una maestra entrañable, muy cariñosa, muy buena y muy paciente. A terminar el 4º Grado, el ultimo día de clase nos repartió pachangas y caramelos a modo de despedida»[16].

«Dolores Medina era una entusiasta de la Segunda Guerra Mundial y a menudo nos contaba historias bélicas de la  misma».[17]

«Dª Maruja era una maestra estupenda, preocupada no solo por las cuestiones académicas sino por nuestros problemas personales. Por las tardes lo mismo nos hablaba de cocina que de costura. Con ella aprendimos servilletas bordadas con hilos de colores: pinitos, pasados y punto de cruz».

 «Buceando en el recuerdo, logro rescatar algunas escenas de aquel tiempo. Me acuerdo de una maestra joven, que acababa de aprobar las oposiciones, Mª Trinidad Palanco Lorca. Era  muy alta, con un carácter suave y que nos enseñó algo diferente a lo anterior. Aparecieron en la pizarra los primeros "conjuntos" en matemáticas y las ecuaciones de primer grado. Las horas de clase se repartían entre lengua, con las oraciones como las llamábamos entonces, historia, geografía, dibujo, química, y sobre todo, un dictado diario».[18]

 
 
 
Mari Carmen Pérez Mora y sus alumnas. les acompaña la directora, Águeda Díaz Barragán
 
Ana María Mantero Vizcaíno impartió el 2º Grado en el curso 1968/69. Tristemente solo pudo disfrutar de su estancia en el colegio durante un único curso escolar, debido a su fallecimiento prematuro, después de impartir docencia en las aldeas cercanas y poder volver a su pueblo natal. Sus alumnas recuerdan cómo aúnseguía utilizando el cuaderno de rotación. Cada día, una de sus alumnas adornaba la página correspondiente con flores y dibujos

 Las maestras más jóvenes, como María Rosa, ofrecían una enseñanza más  moderna: salía con sus alumnas al paraje de las Adelfillas a coger flores para adornar la clase y hacer una especie de herbario mural, y creaba clases muy participativas, haciendo hablar a todas sus pupilas. En los cursos mayores, la Enciclopedia Álvarez fue dejando paso a los libros especializados por asignaturas.

 
Maestras como Pepita Garfia daban repaso en sus propios domicilios, a fin de ayudar a algunas de sus alumnas a obtener el certificado escolar. Pero tras obtener el certificado no todas podían proseguir estudios ya que había que ayudar a la economía familiar.[19]
 
 
Pepita Garfia Camacho y sus alumnas
 
 

En los pupitres aparece el texto Ofrenda de Religión,  Sonata de la editorial Santillana[20], las unidades didácticas Diploma de Árbol Alegre, y los primeros libros específicos de ciencias naturales, lengua  y matemáticas[21]. Las fotos de la época  nos refieren lecturas como la Historia de los Pueblos de la editorial Vicens Vives, la escuadra y el cartabón, y mapas geográficos por continentes, y paneles expositivos de peces y otros animales. Pero junto a los nuevos manuales por asignaturas seguía habiendo maestros apegados a las viejas enciclopedias: «En el asunto de libros de texto las maestras adoptaron Santillana y los maestros se dividieron entre Santillana y Álvarez».[22]

 Además de los textos escolares, algunas de aquellas chiquillas, en su afán inmenso de cultura, se aficionaron a coleccionar el álbum Vida y Color, adquirido en la imprenta de Aniceto Perea. Primero había que pegar con cuidado los cromos utilizando la harina humedecida en agua, pero aquel engrudo hinchaba el álbum y lo hacía cada vez más ingobernable.[23]

 
Las niñas mayores recibían el cometido de ocuparse de la vigilancia de una clase completa de niñas pequeñas, ante la ausencia temporal de alguna de las maestras. Entonces, el recurso a las fábulas de Samaniego resultaba de enorme utilidad: 

 

«Mi maestra de segunda etapa era D. Dolores Medina. Recuerdo que me mandó actuar de  cuidadora en la clase de las niñas pequeñas, en la planta baja, cuando faltaba una profesora. Entonces les contábamos el cuento de la zorrita y las uvas. La pobre zorrita miraba con ansia las uvas y saltaba para alcanzar el racimo, pero ante la imposibilidad de alcanzarlas  decía: "¡No las quiero comer! ¡No están maduras!”».[24]

 
La fábula era la siguiente:  

 
    Es voz común que a más de mediodía / En ayunas la zorra iba cazando / Halla una parra; quédase mirando / De la alta vid el fruto que pendía. Causábale mil ansias y congojas / No alcanzar las uvas con la garra / Al mostrar a sus dientes la alta parra / Negros racimos entre las verdes hojas. Miró, saltó y anduvo en probaturas / Pero vio el imposible ya de fijo / Entonces cuando la zorra dijo: / No las quiero comer: no están maduras. / «No por eso te muestre impaciente, / Si te frustra, Sabio, algún intento / Aplica bien el cuento / Y di “No están maduras”, frescamente».

 
Las alumnas más aventajadas recibían sus diplomas acreditativos en una fiesta. La del curso 1966/67 se celebró en la Plaza de Toros, con presencia del alcalde Domingo Malavé. 

 
Algunas de aquellas niñas, tras cumplir los doce años, cambiaron las aulas del Menéndez y Pelayo por el taller de cortes aparados de la antigua Escuela Profesional[25]. El taller de aparadoras siguió funcionando, y sobrevivió, aunque ya sin autorización oficial, al desmantelamiento de la escuela de zapatería, y prosiguió su vida hasta bien entrada la Ley General de Educación de 1970, convirtiéndose en un excelente cauce de integración social de la mujer valverdeña.[26]

 

Otras pudieron realizar un bachillerato[27]. Algunos de los maestros del grupo Escolar, como D. Fernando Gómez, no dudaron en desplazarse a las casas de los padres para convencerlos de las posibilidades académicas de sus hijas.

El examen de acceso de tercero de bachiller constaba de tres partes diferenciadas, dedicadas a aspectos socio-lingüísticos, científicos y de dominio de idiomas, respectivamente. Los exámenes se realizaban en el Instituto Rábida de Huelva. En aquel examen, junto a niñas del Menéndez y Pelayo, también se daban cita alumnas de las hermanas de la Cruz y de las Salesianas. El acceso a Huelva se realizaba a menudo en los coches particulares de los maestros que, además, como premio al esfuerzo de sus pupilas las llevaban a visitar la Punta del Sebo aunque el baño estuviera prohibido por la contaminación del lugar. [28]

Algunas de aquellas muchachas cursaron 3º y 4º de bachiller en el Colegio Libre Adoptado, sito a la sazón en el edificio parroquial de Santa Ana, donde fue trasladado en agosto de 1968, desde el edificio de la antigua Tenería Andaluza de Triana, debido a la falta de condiciones del local, su elevado precio de venta, y el hecho de estar en trámites la construcción de una sección delegada del Instituto de Huelva[29]. Ya estaba muy cercano el fin del Colegio Libre valverdeño.[30]

 A la hora de los exámenes, los profesores del Instituto Onubense, como Diego Marín o Mercedes Zamora, se desplazaban a Valverde. Posteriormente, las chicas  debían superar el examen de Reválida de cuarto, ya en el Instituto Diego de Guzmán y Quesada, o Instituto Femenino de Huelva, y allí terminaban sus estudios cursando 5º, 6º y COU.

 Desde los años finales de la década de 1960 se organizan viajes. En mayo de 1969, durante la dirección de Águeda Díaz, disfrutaron de una excursión cultural a Sevilla, organizada por la Agrupación Escolar Menéndez y Pelayo, a la que se  sumaron  las restantes escuelas públicas y privadas de la localidad. La idea surgió de un centro de colaboración pedagógica, contó con el apoyo del inspector Jesús Guijarro Sanz, y fue posible gracias a las aportaciones económicas del Ayuntamiento y de los bancos Español de Crédito e Hispanoamericano. Las chicas valverdeñas visitaron la Central Lechera, donde se les obsequió con un exquisito batido, los Reales Alcázares, el Colegio Nacional de San Jacinto, donde almorzaron, Catedral, Giralda, Parque de María Luisa, y por último el aeropuerto de San Pablo.[31]   

 
La multiplicación de tales actividades llevó a la necesidad de crear una Junta de Excursionismo para canalizar lo que hoy llamamos actividades complementarias y extraescolares[32]. En 1970 tocó Granada. Se encargarán de su organización  Virtudes Pino, Josefa Garfia, Pedro Márquez y Antonio Cuevas.[33]

 



[1]. A.M.V.C./L.A.C. de 1964, 14 de julio.
[2]. A.C.M.P. Acta de 23 de febrero de 1967.
[3]. A.C.M.P. Libro de actas. [1967, febrero, 27]
[4]. DE VEGA ZAMORA, Aurelio. Importante acto infantil en Valverde del Camino. Bendición del nuevo edificio escolar. ABC. Edición de Andalucía. Miércoles 12 de julio de 1967, p. 53.
[5]. Dolores Arroyo Medina fue alumna de primaria de Sor Carmen Mir en las Salesianas de Valverde  y con ella aprendió francés y se impregnó de su amplia cultura. Cursó  bachillerato elemental en el colegio salesiano de Sevilla de la calle San Vicente y allí inicio primero de magisterio pero terminó aquel curso y el resto de la carrera en Valverde en las aulas de la Academia.
Pepita Parreño Fiscal hizo sus estudios primarios en la escuela de la Zona y tras trabajar en la sastrería de su padre, Francisco Parreño Lorca, en el Gabatón del Orín, volvió a los estudios a los 18 años por indicación de D. Manuel Zamorano. En la Academia hizo bachillerato, examinándose en el  Instituto Femenino de Huelva, y 1º de Magisterio, y los dos últimos cursos directamente en Huelva en la Normal femenina de la calle Botica. Vivía en la calle Vázquez López, a razón de 8 pesetas diarias por la habitación de alquiler, y reconoce haber pasado hambre, aunque también la satisfacción de que su padre la viera ejerciendo en la aldea de Ventas de Arriba unos días antes de fallecer, en mayo de 1960.   
Maruja Pino superó el bachillerato y la carrera de magisterio por libre con la ayuda de D. Fausto Arroyo en el propio Grupo Escolar, y las clases de francés de D. Alonso. Estudiando magisterio trabajó como profesora interina de la Escuela Profesional, impartiendo clases de manualidades, teatro, bailes regionales y literatura.    
Mª Dolores Lazo Domínguez hizo ingreso y bachillerato en las Salesianas, y el resto de dichos estudios  en la Academia, sita por entonces en la antigua Tenería de Triana. Los dos primeros cursos de magisterio los hizo en la Normal de Huelva y el 3º lo cursó por libre. Sacó las oposiciones en 1967.
María Jesús Ramos convalidó el bachillerato con sus estudios anteriores en el Centro Femenino de Formación Profesional Santa María de La Rábida; recuperó las enseñanzas de latín y francés, y cursó el magisterio por libre. Solo necesitó la ayuda de las clases de matemáticas de D. Manuel Tocino en la Academia.
Mari Carmen Domínguez Borrero, tras varios años en la fábrica de curtidos de su tío Ernesto Hidalgo, retomó los estudios  en 1962, cursó bachillerato y magisterio por libre con la ayuda de D. Manuel Tocino.
Mª de los Ángeles Esteban hizo bachillerato en la academia y, tras abandonar los estudios de peritaje mercantil,  hizo magisterio en Huelva.
[6]. Tal fue el caso de Mª Trinidad Palanco Lorca, en la especialidad de letras. 
[7]. Hoy es una prolífica escritora. En 2011 edito el libro  “Fe y Caridad: Historia de la hermandad”, dedicada la hermandad de la Fe. Acaba de publicar Huelva rociera: sus raíces y contexto sociocultural, un libro que pretende ser un referente, una publicación "de cabecera", para todos los que deseen conocer más a fondo la tradición rociera de la capital, haciendo un recorrido por la Historia. HUELVA INFORMACION. Lunes 25 de junio de 2012.  
[8]. En 1977 se marchó a Tomares, donde estuvo nueves cursos  escolares y otros tantos en el colegio Juan Ramón Jiménez de Beas.  En 1994 volvió al Menéndez y  Pelayo, jubilándose al año siguiente. 
[9]. Entrevistas a Ascensión y Manoli Castaño Gutiérrez.
[10]. Entrevista a Josefa Parreño  Fiscal.
[11]. Entrevista a Isabel Pérez Moya.
[12]. Entrevista a Manoli Castaño Gutiérrez.
[13]. Entrevista a María Jesús Ramos Feria (1945). Por el primer método, la maestra escribía un nombre en la pizarra, léase mariposa y, si tenía dotes artísticas, a la vez dibujaba un hermoso insecto. Se procedía a conocer sus letras de forma individualizada. Por el método sintético, primero se aprendían las letras y solo después se procedía a identificar las primeras palabras.
[14]. SALAZAR SALAZAR, M. y otros, 2003, La enseñanza de la lectura a la niña y el niño con dificultades de aprendizaje, en Evento Pedagogía.
[15]. Entrevistas a María de los Reyes Flores Fernández y a Antonia Cejudo Sánchez.
[16]. Entrevistas a Isabel Pérez Moya y Josefina Nieto Corralejo.
[17]. Entrevista a Josefina Nieto Corralejo.
[18]. Entrevista a Mª Dolores Rentero Cejudo.
[19]. Entrevista a Antonia Cejudo Sánchez. Nos comenta que se examinaron en Beas. 
[20]. José Antonio Sánchez Tizón, maestro en Huelva, fue el  representante de libros de esta editorial. 
[21]. El Mundo de las palabras de la Editorial Anaya, de María y Dolores Osuna y Carmen Pascual,  maestras nacionales y licenciadas en pedagogía, se utilizaba en el curso escolar 1970/71, el anterior a la aplicación de la EGB.
[22]. ACMP. Libro de actas. 1968, septiembre, 23. 
[23]. Entrevista a María Dolores Rentero Cejudo.
[24]. Entrevista a Manoli  Romero Lineros.
[25]. Algunas de aquellas chicas fueron Petra Cejudo Corralejo, Rosario Cruz Trabajo, Antonia García Blanco, María de los Ángeles Piorno Márquez, Josefa María Vélez Acedo, las hermanas Pepita y  Rosario Bermejo Bermejo, Lucía Romero de la Rubia, María Dolores Pedrada, Ilde Rivera, Mari Carmen Mojarro, Manoli Romero Linero, Isabel Pérez Rodríguez, y un largo etcétera. 
[26]. SÁNCHEZ CORRALEJO, J.C. (2006 d), Las aparadoras… 67-73.
[27]. Algunas de aquellas niñas fueron Juana Doblado Vera, Juana María Lorca Valenciano, Mª Teresa Caballero Sánchez, Mª Dolores Rentero Cejudo, María del Carmen Gallardo, o Manoli Pinzón Mora. Entrevista a María Dolores Rentero.
[28]. Entrevista a María Dolores Rentero Cejudo.
[29]. A.M.V.C./L.A.C. de 1968, 2 de agosto y 17 de octubre.
[30]. El comienzo de la década de 1970 marca el canto del cisne del Colegio Libre. Estuvo a punto de cerrar en el año 1971 y sólo la presión de los padres le dio la oportunidad de permanecer abierto dos años más, pero cerró sus puertas al finalizar el curso 1973-74. Los últimos años había estado ubicado en la Casa de Ejercicios Espirituales, donde las alumnas aprovechaban el edificio casi desmantelado de la capilla para jugar durante sus recreos. Algunos de sus últimos inquilinos fueron Lole Rentero, Fº Cruz Marín, Jesús Rodríguez, Juana Doblado, Manoli Pinzón, Antonio Moreno, Ángel Luis Ramos, José Manuel Malavé, Mari Carmen Gallardo, Alfonso Mora, Félix Moreno Alcuña… y los últimos profesores Ángeles Barrero (física y química, gimnasia, manualidades y formación del espíritu nacional), José Pérez Vázquez (matemáticas), Luís Duque (Latín), Conchita Ruiz (historia y lengua) y  José Castilla Limón (Francés).
[31]. ODIEL. 16 de mayo de 1969, p. 3.  “Los escolares hacen realidad una ilusión”. Antonia Cejudo y Mª Reyes Flores recuerdan aun los detalles del viaje.
[32]. A.C.M.P. Libro de actas. 1969, septiembre, 25.
[33]. A.C.M.P. Libro de actas. 1970, enero, 20.

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