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martes, 5 de junio de 2018

PARVULARIOS

Juan Carlos Sánchez Corralejo.

Extraído de "El grupo Escolar y Valverde del Camino (1937-1986)". En SÁNCHEZ CORRALEJO , J.C. PÉREZ RITE J.A. Y BARCELÓ MARTÍNEZ M. (2012):  Del Grupo Escolar al CEIP Menéndez y Pelayo, pp. 363-369

Muchos de los alumnos del Colegio Menéndez y Pelayo de los años sesenta procedían del parvulario de las Salesianas, donde estudiaban desde los 3 a los 5 años. Por sus aulas pasaron cientos de niños valverdeños de distintas generaciones[1]. Algunos niños permanecían en el colegio salesiano algún tiempo extra, pero debían abandonarlo tras hacer la primera comunión. A los mejores aprendices de catecismo se les otorgaba la banda azul de María Auxiliadora, que portaban orgullosos por las calles de la ciudad, tras salir de misa de domingo.


En la fotografía aparecen, junto a Sor Hilaria,  Enrique Romero Ramírez, Antonio Hidalgo Castilla,  Antonio Vizcaíno Corralejo, José Tocino Martín,  Eliseo Sánchez Borrero,  Fernando Cruz, Manuel Guisado Vera, José Mª Hidalgo Mora, Jesús Mariano Romero, José Miguel  Bernal Herrera, Rafael Moreno, Manolo Morián, J. Manuel Azogil, Luis Fernando Rivera Cejudo, José Mora Villadeamigo, Luis Garrido Rentero, Diego Fernández Batanero,   Gregorio Tocino Ramírez, Fernando Vizcaino, Manuel Contioso Ramírez, Gregorio  Mora Santos, José  Marín, José Blanco, Juan Amaro Guerra-Librero Bermejo, José María Garrido Rentero,  Diego Fernández, Manuel Rentero Vizcaíno, Juan Contioso, Antonio Rite,  Juan José Cejudo,    Pedro Diego Lorca Calero, Juan Gamonoso Baquero, Francisco Romero Mora, Manual Limón Azogil, Juan Castilla Navas, Eduardo Pérez Mantero, Luis Tocino Martín,  Pedro Moreno Ramírez,  Ildefonso Moya, José Tocino, Alejandro Calderay, Jesús Caballero Moya, Guillermo Bolaños, Pedro Lorca, Patricio…   entre otros.
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Otros habían adquirido algunos rudimentos en las escuelas de párvulos, escuelas privadas existentes en la localidad, como la de Dª Bartolina  Chaparro[2] en la calle Coronel Morales, o la de Dª Eugenia Marín en la Calleja de Carpinteros. Estas “escuelas de los cagones” eran salones dentro de una vivienda familiar provistos de sillitas de asientos de enea y algún que otro pupitre; incluso, en ocasiones, los chiquillos tenían que portar las sillas directamente de su propio domicilio. Más tarde se crearían las guarderías Bamby, Maela y Pato Donald, ya con personal especializado.[3]

Ante esta realidad se hacía necesario potenciar las unidades de párvulos de Menéndez y Pelayo. El centro poseía una unidad de párvulos. La matriculación iba en aumento y la ratio pasa de 32 a más de 40 niños por aula. Al iniciarse el curso a mediados de septiembre, siempre faltaban entre 3 y 5 profesores para completar la plantilla. Ello exigía todos los años la remisión de varios oficios y, finalmente, los viajes del Director a la Delegación de Educación. No siempre se conseguían los profesores ajustados al nº de unidades aprobadas. Desde la Delegación se instaba a medidas de ajustes, masificando las clases o metiendo los niños de un curso en otro. 

En los años finales del franquismo y los primeros de la democracia, la gestión del centro era ingobernable. La ratio de muchas aulas sube hasta 45 niños, a los que se unían los chicos y chicas de educación especial, sin profesores de apoyo. El director era conminado a cubrir las ausencias, además de sus clases habituales, su labor directiva y la del secretario, ya que tal cargo fue amortizado.

El Delegado de Educación, considerando que la ratio no superaba sensiblemente los 40 alumnos por aula, propone como solución  la supresión del parvulario, una mejor distribución del alumnado, la obligación del director de asumir, además de las responsabilidades antes anunciadas, una tutoría. Ello, naturalmente, provocó la indignación de padres y profesores. Los miembros del APA visitan y presionan a la inspección.

En 1975, el Menéndez contaba con un grupo de párvulos de 5 años, ubicado en la primera aula de la planta baja del edificio de 1967. La ratio superó los 42 niños y se hizo necesaria una reestructuración. Los párvulos fueron reubicados en el comedor, situado frente a las escaleras de acceso al edificio nuevo. Junto a María Dolores Lazo fue contratada María Luz Vallés. El espacio fue dividido en dos mediante una simple cortina. Pero aquel intento fracasó, fue necesario descorrer las cortinas y reunificar al alumnado.[4]
La necesidad de dos aulas de párvulos era perentoria: se pedían «clases de párvulos y especiales. Se quiere que funcionen 2 escuelas de párvulos y una de subnormales, esta a ser posible en la estación»[5]. Pero la Delegación, que concedía las unidades por la ratio global, se negaba a conceder una segunda unidad de párvulos. Fue necesaria la intersección del ayuntamiento.

En el curso 1976/77 comenzó a funcionar otra aula suplementaria de párvulos como desahogo oficioso, con el respaldo del ayuntamiento, aunque las actas del claustro nada refieren sobre este asunto. Se  habilitó para ello una de las casas de los maestros que miraba hacia la carretera de Calañas, ocupada, en su día, por Águeda Díaz Barragán, y más tarde por María Dolores Lazo. Fue necesario derribar los tabiques separadores. El salario de la nueva maestra, Josefa María Serrano López, fue inicialmente abonado por los padres.  Demostrada su imperiosa necesidad a la Delegación de Educación, la nueva unidad de párvulos recibió el refrendo legal.[6]  

En el curso 1978/79 se proyecta levantar un tabique en el aula 17 «para que allí funcionaran las dos clases de párvulos como lo habían hecho el curso pasado». María Dolores Lazo Domínguez exige entonces dignidad y espacio suficiente para las instalaciones de los párvulos:

«Dª Maria Dolores Lazo Domínguez, profesora de párvulo protestó ante esto ya que dicha aula es muy pequeña para albergar a 80 alumnos como normalmente entran en párvulo, además dicha profesora reclama el aula nº 9 para ella y de la que fue destituida el curso pasado y a la que tiene derecho, según las normas que rigen el centro, este aula está ocupada por D. Teodoro González García, el cual pasaría al aula 17 pero sin hacer el tabique».[7]

Las parvulistas de aquel año son María Dolores Lazo y Carmen Simón.[8]

Pero ni siquiera las dos aulas resultaban suficientes. La Delegación hace el ofrecimiento de un nuevo parvulario, si el ayuntamiento proporcionaba el terreno[9]. La alcaldía, presidida por Ricardo Olivós, ofrece varias alternativas. Los directores de los dos colegios públicos de la localidad, José Arrayas y F. Javier Almonte, tratan de consensuar la mejor ubicación: desestiman los cercados del callejón de las Adelfillas y se inclinan por los terrenos del Pilar Viejo, en Triana, que poseía una ubicación geográfica intermedia entre ambos colegios. En la toma de la decisión se buscó ante todo erradicar los problemas de sobrematriculación.  En dos días se da la respuesta con el visto bueno del ayuntamiento.

 De tales diligencias, en 1979/80 nace en Valverde la escuela de párvulos de El Pilar como un centro asociado al Menéndez y Pelayo[10]. Estaba previsto que aquel año el centro contara con 3 unidades: un grupo de párvulos de 4 años a cargo de Pilar García González, otro de 5 años asignado a  María Dolores Lazo, y un 1º de Primaria a cargo de Manuel Domínguez Carrero[11]. Sin embargo, en mayo de 1980, el redactor de Facanías informaba de que se encontraba cerrado por falta de profesores «lo que ocasiona que muchos niños de cuatro y cinco años estén sin escolarizar».[12]

El Viejo Pilar y su rebosadero aparecían llenos de sanguijuelas, y sus aguas  brotaban cada vez más oscuras, tras las obras realizadas en la barriada de Santa Cruz, que perjudicaron seriamente el manantial que nutría a la vieja fuente. Se optó por el derribo del viejo Pilar. Tal demolición solo fue el inicio una larga lista de atentados contra algunas de las muestras del patrimonio local, ordenadas por dirigentes de escasas miras[13]. La obra del nuevo parvulario corrió a cargo de los hermanos Serrano de Beas. 
El curso escolar 1980/81 todos los párvulos son derivados a El Pilar, aunque la opinión del claustro era dejar al menos un aula de párvulos en las instalaciones del colegio. Aquel año, las maestras del parvulario de El Pilar fueron Carmen Simón,  Rafaela del Águila Cortes y Josefa Parreño. Entonces surgen las protestas de los padres, «ya que la mayoría no estaban de acuerdo en llevarlos a un lugar tan apartado de sus hogares y máxime cuando debían atravesar la carretera N-435, y el centro donde estaban inscritos era el C.N. Menéndez y Pelayo».[14]

La presión de la APA logró además la promesa del Delegado de Educación de escolarizar a los párvulos desde los 4 años, a partir del curso escolar 1982/3.

«D. Francisco Javier Almonte informó que la APA había estado en Huelva hablando con el Sr. Delegado de Educación. Éste les había dicho que no podían ser admitidos en el presente curso los niños de cuatro años y que en los pueblos que estaban escolarizados en la actualidad era porque el número de profesores que tenían y el número de puestos escolares lo permitían. No obstante, les prometió que estarían escolarizados en el próximo curso».[15]

 «Sobre el parvulario se dijo, seguidamente, que el próximo curso probablemente entrarán los párvulos de 4 años, pero que de momento los profesores que han terminado 2º nivel pasarán a preescolar con los de cinco años, los que estaban en preescolar a primero y los de primero a segundo. Se recordó también que si entran los niños de 4 años y hubiera algún problema de distribución de profesores, serían las parvulistas quienes tienen la prioridad en el derecho y en el deber de atender a preescolar».[16]

La revista Facanías comentaba que, a pesar de las promesas del año anterior, a finales de septiembre se seguía con la incertidumbre de saber si se iba a escolarizar o no a los niños de 4 años[17].  Finalmente, desde el curso 1982/83, el centro de El Pilar dispuso de cuatro aulas, para párvulos de 4 y 5 años, atendidos por María Dolores Lazo, Rafaela del Águila y Josefa María Macías López, mientras la cuarta plaza no llegó a consolidarse y se cubría con carácter provisional, ocupada por Mª Carmen Domínguez Borrero y Manuel Mogeda Márquez.

 El  alcalde, Américo Santos, mostraba su satisfacción de la siguiente manera:

«Por primera vez en la historia de nuestro pueblo se alcanzó en EGB la escolarización total de los niños a partir de los cuatro años. Para ello fue preciso hacer muchas gestiones para conseguir la ampliación del profesorado de EGB, que pasó de 18 a 50 profesores, más del 78 por ciento».[18]

Pero pronto llegó también la masificación al parvulario. En el curso 1983/84 se afirmaba que «sigue son solución el problema de los párvulos de cuatro años»[19], ya que había 70 solicitudes, pero Delegación no ampliaba el cupo de maestros especialistas, sino que «según orden de la Delegación del MEC tendrían la posibilidad de escolarizarse en el Colegio Público José Nogales».[20]


La falta de previsión hizo que algunos hermanos quedaran separados de centro, motivo por el cual se incrementó el nivel de protesta de las familias afectadas:

«Los padres de los citados niños vienen manifestando su protesta haciendo piquetes que impiden la libre entrada de los niños admitidos en el parvulario del Pilar, adscrito al colegio público Menéndez y Pelayo. Se informa además que estos padres se reunieron con fecha de ayer día ocho de los corrientes en las dependencias de este colegio y decidieron ir a hablar con el Sr. Alcalde, quien les atiende y reconoce sus derechos. Como conclusión, los padres habían decidido extender también sus acciones de presión a los párvulos de 4 años del Colegio Público José Nogales que están escolarizados normalmente desde principios del curso. […] Igualmente se informa, por el Sr. Director, de la existencia de un telegrama de la inspección obligando  a los profesores parvulistas del C.P. José Nogales a admitir a los alumnos bajo conminación de aplicar con toda severidad la normativa legal vigente».[21] 

 Se plantea entonces la posibilidad de crear una quinta unidad de párvulos en el Pilar o en el Menéndez, todos ellos a razón de 37 chiquillos, con el problema añadido de que ello obligaría a desdoblar algún otro curso, además de los ya desdoblados. Ante esta cuestión, la opinión mayoritaria del Menéndez abogaba por que solo en caso de que se nombrara un maestro más se aceptaría un desdoble en el parvulario con jornada única incompleta[22]. La alternativa ofrecida por el claustro del C.P. José Nogales era crear 9 grupos de 30 alumnos y repartirlos al cincuenta por ciento, aunque en caso de grupos impares, como ocurría aquel año, la distribución se haría de forma sucesiva. El José Nogales manifestó su intención de acoger cinco grupos de preescolar en aquel curso.[23]

 El parvulario solo estuvo abierto 5 años. La lejanía del centro matriz produjo cierta sensación de desamparo entre las profesoras y, también, disgusto entre las familias, que en caso de varios hijos en edad escolar debían realizar un doble desplazamiento. 

«Allí estábamos dos clases de 4 años y otras dos de cinco años. Las madres protestaban a diario porque era el colegio que había en toda esa parte del pueblo y Mª Auxiliadora  la más cercana.  Las clases estaban bien, amplias y bien iluminadas, pero en los patios no había ni un sólo juguete para los críos. Ellos enseguida se buscaron su diversión, la valla que rodeaba al Centro, hecha con piedras y una mezcla bastante floja, así que cada uno cogió una piedra que encontró en el suelo y se dedicó a escarbar en la pared, de modo que al poco tiempo aquello parecía un "colador". Cuando llegaba el encargado de obras del Ayuntamiento nos echaba unas riñas de espanto, a las maestras por supuesto,  porque decía que no echábamos cuenta de los niños. Nosotras le pusimos "el arquitecto Quiyoyo", y cuando lo veíamos llegar nos poníamos a temblar».[24]

 Desde el curso 84/85 se instalan aulas prefabricadas porque las clases resultaban insuficientes:
«El claustro fue informado sobre las quejas presentadas por los padres de los alumnos de Preescolar 2º, a los que ha correspondido el aula prefabricada, quejas que se concretan en dos problemas; uno el retraso sufrido en la escolarización de estos alumnos, otro, las dudas surgidas sobre la  adecuación del aula. Una vez entregada la llave y observada la idoneidad del aula se disiparon los problemas»[25].


Desde el curso 1986/87, las instalaciones del parvulario fueron cedidas a la escuela de adultos, actual C.E.P.E.R. El Pilar. En paralelo a todo este proceso de  lucha por lograr las nuevas unidades de educación infantil en el Menéndez y Pelayo, se inauguró un nuevo colegio en la zona de escolarización de las barriadas de Triana y El Rollo, el nuevo José Nogales, de 16 unidades más otras cuatro de párvulos, abierto en el año 1979. Asimismo, en octubre de 1986 se inauguró el nuevo colegio Los Molinos, y cada uno de ellos pasó a disponer de sus propias unidades de educación infantil y las de educación especial.[26]

Las cartillas Palau y los cuadernos Rubio fueron los instrumentos básicos de los primeros aprendizajes. Los alumnos, ya desde el  parvulario, aprendían a leer con las cartillas Palau de la editorial Anaya, basadas en el método fotosilábico, creación de Antonio Palau (1948-1986). En los años 70 y 80, la cartilla "Palau"  asociaba cada sílaba con un dibujo. Fue un sistema de aprendizaje revolucionario, donde los niños y niñas aprendieron a leer. El dibujo en aquellas cartillas ya no era el objeto con su nombre común, pasó a ser un signo fonético silábico que correspondía al primer golpe de voz. El niño y la niña iba diciendo para cada uno de los dibujos de la cartilla, la primera sílaba de cada dibujo. Teníamos que conocer todos los dibujos para "pasar de página".
Su autor lo definía como: "una técnica rápida para el aprendizaje de la lectura y la escritura del castellano". Sin duda estas cartillas nos han acompañado a muchos de nosotro. Era necesario conocer todos los dibujos, asociados a sus sonidos, antes de pasar de página.

El niño y la niña iba diciendo para cada uno de los dibujos de la cartilla, la primera sílaba de cada dibujo. Teníamos que conocer todos los dibujos para "pasar de página".

Su autor lo definía como: "una técnica rápida para el aprendizaje de la lectura y la escritura del castellano". Sin duda estas cartillas nos han acompañado a muchos de nosotro

Las maestras utilizaban el método individual. Cada uno de los chicos, por orden de lista, se acercaba a la mesa del maestro. La maestra guiaba su lectura con el puntero sobre la cartilla[27].

Los cuadernos Rubio[28] más elementales servían para realizar los primeros trazos, de rayas, trazos inclinados, y las primeras letras. Además, los alumnos debían comprarse un cuaderno, al principio de dos rayas, más tarde de una raya. Se pusieron de moda los cuadernos de cuadritos. Las imprentas locales plegaban los cuadernos y las maestras les ponían el nombre. Eran las bases de la “muestra”. A cada niño se le ponía una muestra diferente en función de su avance. Los niños debían reproducir las palabras o frases escritas, con perfecta caligrafía, por los maestros.      




[1].  Algunos de ellos fueron Juan Mantero Ramírez, Juan Carlos Parreño Hidalgo, Sebastián Bermejo Garrido, Juan Román Domínguez Carrero y Juan Castilla Navas.
Años después pasaron por sus aulas  Manuel León Bermejo, José Luís Sánchez Moya, Juan Manuel Alcaría, Pedro Arroyo Cejudo, Román Arroyo Bermejo, Manuel José Almeida Ibarra, Gregorio Andrade Carrero, Juan Manuel Arrayás Herrezuelo, Mario Conde Duque, Juan Javier Duque, Antonio Fernández Barrero, Juan Fernández, Juan Carlos Lorca Becerro, Antonio Mora Bonaño... 
     En la década de 1950, Sor Hilaria era la encargada de la educación de los niños más pequeños. También hubo otras hermanas especializadas en la educación de los varones, como Sor Conchita.   
[2]. Alumnos suyos fueron  Fernando Gómez Cera, Francisco José Romero Vizcaíno,  Antonio José Parreño, los hermanos Juan y Felipe Mantero Cruzado, Ildefonso Batanero Santos, Luis Carlos Pernil, Juan Manuel y José Luis Macías…   
[3]. A partir del año 1980/81, sus alumnos pasaron a la guardería de Rosario Bermejo Sánchez, la Guardería Bamby. A finales de los 70 existió otra guardería en el valle de la Fuente, “Maela”,  de María Teresa Domínguez y Mercedes González, que pasaría a llamarse “Pato Donald” durante la etapa de María Jesús Contioso.  
[4]. Entrevista a María Dolores Lazo Domínguez.
[5]. A.C.M.P. Libro de actas. 20 de mayo de 1976. 
[6]. Entrevista a María Dolores Lazo Domínguez
[7]. A.C.M.P. Libro de actas. 13 de septiembre de 1978.
[8]. Carmen Simón había realizado cursos de diagnóstico y recuperación de los trastornos de aprendizaje.  Vid. Proyecto de reforma de EGB para Colegio del Cabezo del Molino.
[9]. El ofrecimiento llega por boca de la inspectora Azulina Gobernado Fernández.
[10]. A.C.M.P. Actas de claustro de  22 de Junio de 1979. Véase también “Información de la delegación Municipal de Educación”. En FACANIAS, nº 75. Septiembre de 1979.  Se hace referencia a que «existe un parvulario en el Pilar, que hay niños matriculados de esta edad (cuatro años)…>>. 
[11]. A.C.M.P. Actas de claustro de  22 de junio de 1979.
[12]. En  FACANIAS, nº 83, mayo de 1980. “El Gobernador nos visita.
[13]. Luego vendrían el viejo Molino de Pujima, varias eras, y más recientemente la Casa-Cilla de la calle Real de Abajo.
[14]. “Parvulario El Pilar”. En FACANIAS, nº 89, noviembre de 1980, p. 4.
[15]. A.C.M.P. Acta de claustro de 2 de noviembre de 1981.
[16]. A.C.M.P. Actas de claustro de 24 de junio de 1982.
[17]. “Comenzó el curso escolar  1982-83”. En FACANIAS; nº 11, septiembre de 1982, p. 2.
[18]. SANTOS MONTES, A: “PSOE, Resumen de cuatro años de gestión municipal”. En FACANIAS, nº 118, abril de 1983, p. 10.
[19]. A.C.M.P. Acta de claustro de 10 de octubre de 1983.
[20]. A.C.M.P. Acta de claustro de 9 de noviembre de 1983.
[21]. A.C.M.P: acta de claustro de 9 de noviembre de 1983.
[22]. A.C.M.P: acta de claustro de 9 de noviembre de 1983.
[23]. A.C.M.P: acta de claustro de 2 de abril de 1984.
[24]. Entrevista a Josefa Macías López.
[25]. A.C.M.P. Acta de 24 de septiembre de 1984.
[26]. En Los Molinos, existieron dos  aulas de especial, a cargo de Wenceslao Sánchez Matamoros y  Teresa Gordillo Solane, natural de Badajoz, y más tarde de Mª Isabel Gañán Delgado.
[27]. Entrevistas a María Dolores Lazo Domínguez.
[28]. La empresa de Cuadernos Rubio se fundó en 1956. Después de algunas dificultades sus materiales didácticos vuelven a estar de moda en las librerías y han creado un sistema de descarga directa desde Internet bastante exitoso.

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