Vistas de página en total

martes, 26 de abril de 2011

BERROCAL (HUELVA): LAS CRUCES DE ARRIBA Y DE ABAJO

M. Fernado Gómez Cera

LA CRUZ DE ARRIBA Y LA CRUZ DE ABAJO DE BERROCAL.
REVISTA DE FOLKLORE. Caja España. Fundación Joaquín Díaz. Año: 2004. Tomo: 24b     
Revista nº 288 Páginas: 208-213

He tenido la oportunidad de asistir a las Fiestas de la Cruz que se celebran en Berrocal en los primeros días del mes de Mayo, fiestas de un indudable interés etnológico y antropológico, plenas de ritos, de tradiciones, y como no, de piques, algo frecuente en lugares con dos hermandades, más aún si el lugar es pequeño.

Pero, comencemos diciendo que Berrocal, villa, está situada en el Andévalo Oriental de Huelva, a 79 kms. de la capital, en la carretera local HV-5137, que se une a la N-435. Con una población de 400 habitantes, tiene un clima benigno que da lugar a una vegetación de bosque mediterráneo de alcornoques y encinas, quebrantada por el colonial eucalipto (1).

Este año de 2004, el bosque ha sufrido el mayor incendio de la provincia de Huelva en su historia y el mayor de España de este fatídico verano.

EL CULTO A LA CRUZ. UN POCO DE HISTORIA
Para conocer como comenzó en el Cristianismo el culto a la Cruz, es necesario remontarse al proceso llevado a cabo por Pilatos contra Jesús, que ordenó para éste la muerte en la cruz, hasta entonces instrumento de tortura para malhechores y ladrones.

No fue hasta el s. IV cuando la cruz no pudo usarse como símbolo del Cristianismo. Cuenta Eusebio que Constantino “repasó en su memoria el final de todos los emperadores que habían perseguido a los cristianos. Sólo su padre, Constancio encontró una muerte piadosa, tranquila y serena. ¿Acaso porque quiso bien en amistad y protecciones a los creyentes de la cruz?”.

Constantino, durante la guerra civil que sostuvo contra Magencio y Licinio, comprende que para vencer en la batalla ha de recurrir al auxilio del Dios de los cristianos. Según la tradición se le aparece en el cielo una cruz de sangre ardiente con la inscripción “In hoc signo vinces”.

Constantino vence en la batalla del puente Milvio y se proclama emperador. En el año 313 proclama el Edicto de Milán concediendo la libertad religiosa. La emperatriz Elena, madre de Constantino, deseosa de encontrar la verdadera Cruz de Cristo, marcha a Jerusalén y al llegar al Calvario busca afanosamente demoliendo un templo dedicado a Venus y excavando entre los escombros hasta dar con un depósito de agua seco donde se encontraban desordenadas las tres cruces, no pudiendo saber cual de ellas era realmente la de Jesús.

El obispo de Jerusalén, Macario, para comprobar cuál era la verdadera aplica las tres cruces a una enferma, que sana al contacto con la última. Para confirmar el descubrimiento, cuenta la tradición que la aplicaron sobre un cadáver, resucitando el difunto al contacto con la cruz que sanó a la enferma, corroborándose que se había encontrado la Vera-Cruz. Tales sucesos ocurrieron el 3 de Mayo del 325, estableciendo la Iglesia la festividad de la “Invención o hallazgo de la Cruz” cada 3 de Mayo (2).

DE LA HERMANDAD DE LA VERA-CRUZ A LAS HERMANDADES DE ARRIBA Y DE ABAJO
La primera asociación religiosa con este nombre (antigua cofradía de la Vera-Cruz) se fundó en Sevilla a mediados del s. XV, y más tarde llegaron a esta comarca, donde proliferaron.

El documento más antiguo que se conserva en Berrocal de la misma, está fechado en 1700. Dicha cofradía era una institución con sede en la parroquia y estaba dividida en dos cabildos, los cuales representaban 
a dos bandos o partidos, el de arriba y el de abajo.

Un documento posterior fechado en 1875 certifica la desaparición de la cofradía. Se trata de una carta dirigida por el párroco de Berrocal, D. Manuel Díaz a su arcipreste. Es un periodo de disputas y desavenencias, produciéndose una escisión, anunciada por los hechos, de la cofradía en dos hermandades.

La repercusión de la ruptura rebasó el ámbito de las propias fiestas y hermandades; las coplas aludían directamente a las personas. Por fin, la autoridad municipal prohibió estas cuestiones.

A finales del s. XIX, comienzos del XX, las hermandades construyen sus respectivas ermitas y delimitan sus lugares para celebrar las fiestas. La Hermandad de Abajo edificó su ermita en la estación I del Vía-Crucis, en 1903. La de Arriba hizo lo propio en 1904, en la estación XI.

Nuevas desavenencias se produjeron en 1915 entre las dos hermandades, tal vez económicas, pero fueron “superadas por la asistencia del Señor”.

Durante muchos años ambas cruces se colocaban, y al mismo tiempo, a la vera de una peana que había en las “Cuatro Esquinas”, una de espaldas a la otra, tal era el pique. De este modo, casi confundidos ambos bandos, los roces y el pique llegaron a su máxima expresión. Desde entonces cada bando ocupó el lugar que hoy tienen, “cada cual en su sitio”.

En 1931 la celebración de la Cruz sufre un paréntesis por el advenimiento de la II República. El último año que se celebraron las fiestas antes de la Guerra Civil fue en 1930. El gobierno republicano prohibió todo tipo de manifestaciones religiosas.

El 21 de Julio de 1936, multitud de enseres, imágenes, insignias y otros objetos religiosos fueron expoliados y pasto de las llamas. Hecho trascendente para la Cruz de Abajo fue haber salvado de la quema su bandera, gracias a la astucia de sus mujeres.

Se produjo así un largo paréntesis de diecisiete años en la celebración de la Cruz hasta su última etapa: desde el año 1948 hasta hoy.

Sin embargo, durante este paréntesis subsistieron el pique y los roces, y las coplas se convierten en el vehículo expresivo de la rivalidad de las cruces.

Veamos ahora unas coplas de la Cruz de las peleas entre arriba y abajo, del periodo posterior a la Guerra Civil. Los de arriba achacan la crucifixión de Jesucristo a los de abajo y éstos responden con las Siete Palabras.


ARRIBA
Viernes Santo, ¡qué dolor!
A Cristo han crucificado
En la Santa de Cruz de Arriba
Por culpa de los de abajo.
ABAJO
La Sexta Palabra fue:
¿Por qué me has abandonado?
Aunque me voy para arriba
me quedo con los de Abajo.

Puede verse el fácil juego de palabras arriba/abajo, culpa/redención, cielo/tierra. No es necesario añadir más a este respecto (3).

En 1948 comienza la etapa actual de la celebración de las Fiestas de la Cruz, una aspiración de todos los habitantes de Berrocal, si bien los niños de la población celebraban con anterioridad una Cruz Chica, rudimentaria y decorada con flores, muestra de que la llama festiva de la Cruz perduraba en la conciencia colectiva del pueblo que ansiaba celebrar la fiesta. En esta última época se adquieren nuevos ornatos y reliquias para las Cruces. A modo de ejemplo, y sin ánimo de ser exhaustivos, damos una somera relación de las adquisiciones, con indicación de los años que se produjeron:

Año Cruz de Arriba Cruz de Abajo
1948 Una bandera provisional
1949 Una nueva bandera Un nuevo paso para la Cruz
1950 Un estandarte
1951 Un estandarte
1959 Ampliación salón Hermandad
1973/4 Remodelación ermita
1975 Remodelación interior ermita
1976 Un nuevo paso para a Cruz
1977 Ampliación salón Hermandad Salón para la Hermandad
1978 Un nuevo paso para la Cruz
1991 Hatos nuevos para las bestias
1996/7 Remodelación ermita
1997 Casa nueva para la ampliación del salón de la Hermandad
1998 Casa nueva para la Hermandad
(4).



Santa Cruz de Arriba. Berrocal.
Los pasacalles discurren por los diversos lugares de la población, dándose la circunstancia que al pasar por un cruce de calles al mismo tiempo, una Hermandad acelera el paso y la otra Hermandad ralentiza el mismo –intencionadamente, claro está– ignorándose una a la otra.

En el año 2001, las bestias que habían de cargar con el romero tenían distinto color, castañas las de arriba y tordas las de abajo. Los hatos de las bestias son, sin embargo, ambos rojos. Y al decir de los de arriba, “sospechosamente rojos” y cantan esta copla:

Esos “jatos coloraos”
No le pegan a esa gente,
Que a ellos les pega verde
Del color de la serpiente.

Sin embargo, los de abajo, olvidando esta copla, ensalzan, cómo no, a sus bestias, y cantan:

La gente de Abajo tiene
Mucho gusto y mucho esmero,
“pa” presentar en la Plaza
dos bestias como luceros.

LA FIESTA DE LA CRUZ EN BERROCAL Las fiestas en Berrocal son, como indica Moreno Navarro (1974) (6) para Andalucía “…el resultado, en muchos casos, de la actividad de hermandades y cofradías”. Asimismo, Rodríguez Becerra (1985) (7) nos dice que “…las fiestas organizadas por la hermandad, en determinadas circunstancias llegan incluso a anular las ferias y festejos organizados por el municipio…”.

De acuerdo con la clasificación de Caro Baroja, estas fiestas se engloban dentro de las fiestas de primavera, apartado a) fiestas cristianas de Mayo. La cruz (8).

Comienzan las fiestas el viernes con la corta del romero, a las cuatro de la tarde la Cruz de Arriba y una hora más tarde, como ya se ha dicho, la de Abajo. Durante esta faena se cantan coplillas y se bebe aguardiente. Los haces cargados en coche o en mulos se trasladan a los lugares respectivos de cada Cruz, donde se descargan. Cada Hermandad comienza sus actos y la fiesta y el baile continúa hasta bien entrada la noche.

El sábado es el día del romero. Las Hermandades reciben cada cual a “su” banda de música, se organizan los pasacalles, por separado como es lógico, y a continuación tiene lugar un desayuno de hermandad en la casa de cada Cruz.

A las once de la mañana comienza en la Cruz de Arriba, a las doce en la de Abajo, la llamada “Llevada de los Viejos”, es decir, el traslado de los hermanos de más edad a los lugares establecidos para confeccionar los haces de romero que habrán de cargar en las bestias, de tal forma que pueda clavarse en ellos la bandera por el mozo. Son acompañados por el Hermano Mayor y otros hermanos de la Cruz. Los hermanos más viejos engalanan seguidamente las mulas peinando y adornando el rabo, poniéndoles asimismo el hato. Este ritual se efectúa con parsimonia y tranquilidad entre trago y trago de buen vino. Los asistentes a este acto son obsequiados por la hermandad con una comida. Enormes peroles de comida se reparten, mientras otros hermanos, más generalmente las mujeres de cada Cruz cantan las coplillas alusivas a este hecho, picando a la contraria, que hace este mismo rito una hora más tarde, con los mismos actos rituales, en un lugar diametralmente opuesto.

Los rabos de los mulos, las bestias en Berrocal, ásperos de por si, se trenzan y se suavizan echándoles… ¡vino!, porque “…es fiesta y alegría y el vino representa la alegría…”, nos comentan. Luego se recubren de tela del mismo color que los hatos. Los mulos están preparados para el recibimiento general. Las bestias son aclamadas y vitoreadas por los hermanos de forma indescriptible, continuamente con los brazos en alto. Resulta, ciertamente, un espectáculo impresionante, pleno de color y alegría, en tanto que la banda de música toca incansable los sones de las coplas del romero.

Preparados los mulos, inician el trayecto habitual entre los vivas y aclamaciones de la multitud congregada. Después del recibimiento de las mismas, vuelven al lugar de donde salieron pasando por la ermita correspondiente. Los “viejos” cargan en las bestias el romero que antes habían confeccionado.

Más tarde las hermandades salen, cada una a su hora, a por los mozos de la bandera. Entre vivas y clamores, alzando los brazos continuamente, van a recoger a su domicilio, primero al mozo y después a la la moza. Las comitivas se dirigen a su respectiva ermita a recoger su bandera y se trasladan al lugar donde esperan las bestias cargadas de romero, “El Calvario” para la Cruz de Arriba y “Las Eras” para la Cruz de Abajo, como ya se ha dicho. En estos lugares tiene lugar el acto cumbre del día: clavar la bandera. El mozo sube encima de la bestia y clava la bandera en una embocadura ya preparada en los haces de romero. Clavar la bandera a la primera es un éxito, un prestigio y un honor para el mozo. No clavarla a la primera supuso en otros tiempos un serio trauma para algún mozo. Su sentido y significado es trabajo para estudiosos y antropólogos y exceden la pretensión de este trabajo.

Las bestias, los mozos y la comitiva se trasladan a la ermita de su Cruz, donde el mozo vuelve a subirse a la bestia que porta la bandera y la desclava. Se descarga el romero y se ofrenda a la Santa Cruz. Los pasos se trasladan en procesión hasta la iglesia parroquial donde quedan dispuestos para el día siguiente: el día de la Santa Cruz, el domingo.


  En los respectivos salones hay almuerzo de hermandad y un concierto a cargo de la banda de música.

La tarde del domingo es el momento de la puja. Las cruces, cada una en su hora determinada se dirigen al lugar conocido como “Cuatro Esquinas” donde tiene lugar “la puja de la Santa Cruz”, que consiste en que los hermanos y todo aquel que lo desee pueden depositar en una urna o bandeja que hay al pie de la Cruz, dinero como ofrenda. Hemos tenido ocasión de ver abrir las urnas de las cruces y si antes la abren, antes se llena de dinero, billetes de valor mediano y grande y en menor medida monedas. Sin duda, la aportación de los hermanos y visitantes en estos momentos resulta fundamental para el desarrollo de la fiesta. La hermandad está detrás del aspecto económico, los hermanos mayores cargan con una buena parte del presupuesto, en los salones de las hermandades se despachan bebidas y comidas, y sin duda la comisión de festejos del Ayuntamiento colabora también.

Finalizado este acto, las cruces se trasladan al salón de cada Hermandad, donde permanecen hasta la noche, en que se llevan a su ermita. Decir, como curiosidad, que la distancia entre las dos ermitas es relativamente corta, en torno a los 100-150 metros.

El lunes es el “día del lobo”, llamado así porque el menú principal es la carne. Este día hay pasacalles por la población, cada cruz por su lado evitando encontrarse, con diversas paradas donde los presentes son obsequiados con vino y comida. En cada casa de Hermandad tiene lugar un almuerzo con la carne como plato principal.

El martes es el “día de la zorra”, nueva comida de hermandad cuyo plato principal son las “habas enzapatás”, plato típico de toda la zona del Andévalo, que consiste en habas cocidas a las que se le echa orégano, ajo y poleo, desde luego regado con buen vino.

LA RIVALIDAD Y EL PIQUE De todo cuanto se ha dicho, hemos de resaltar ahora un elemento muy importante para la vitalidad de la fiesta: la rivalidad y el pique entre las dos mitades de la población, entre Arriba y Abajo. Ejemplos se han visto ya como para tener una idea bastante aproximada de esta rivalidad. Y hay más aún en la realidad. Si bien en alguna ocasión han ocurrido incidentes, afortunadamente no pasaron a mayores, prevaleciendo finalmente la sensatez y la cordura de las personas.

Abogamos decididamente por la rivalidad sana, que no vaya más allá de la competencia por hacer de su Cruz la mejor, cosa que ya se refleja en las coplillas que se cantan.

“La rivalidad existe ya sea a mitades, ya sea entre las doce calles de Bonares que montan cruces”, nos dice Rodríguez Becerra (9). En su ánimo por exaltar aún más su Cruz, las hermandades de Berrocal publicaron en uno de los diarios de la provincia una página completa cada una el año 2001, con la descripción de los actos de fiesta, con ligeras variaciones en los dos reportajes.

La Cruz de Abajo incluyó en su reportaje una foto a todo color de la Santa Cruz y otra más pequeña, también a color del Hermano Mayor. La Cruz de Arriba hizo lo propio con tres fotos en blanco y negro, una de la Santa Cruz, otra de la salida de las bestias y otra más pequeña del Hermano Mayor (10).

La rivalidad es esencial para la celebración de esta fiesta en Berrocal. Decíamos al principio que la localidad tiene pocos habitantes que, sin embargo, mantienen desde hace ya muchos años una vitalidad inusual en estos tiempos donde lo tradicional y popular se va perdiendo poco a poco.

Este año del 2004 el panorama se ha presentado desolador. Causas ajenas al pueblo, un inmenso y devastador fuego ha calcinado miles de hectáreas de bosque, encinas, alcornoques, monte bajo, etc. que para muchos de los habitantes del pueblo era su única fuente de ingresos.

Pese a las ayudas oficiales, las consecuencias se notarán durante bastantes años. Desconocemos aún el alcance que pueda tener este hecho en la fiesta de la que hemos hablado, pero no debe haber duda de que la fiesta se celebrará. Para ella han trabajado todos los días del año durante muchísimo tiempo y así debe seguir siendo.


Este día, tras las respectivas dianas floreadas, tiene lugar en la iglesia parroquial a las doce la Santa Misa, con las dos cruces “cada una en su sitio”. Después de la misa, procesión de ambas cruces, ahora juntas, acompañadas de la Hermandad y de la banda de música correspondiente. Finalizado el recorrido la cruces se trasladan al porche de la iglesia donde “sus bandas de música” interpretan unas piezas en honor de las cruces, enfilando después cada una a su ermita entre el lógico contento de los hermanos.

OTRAS CRUCES DE LA PROVINCIA

Para terminar, decir que en toda la provincia de Huelva se celebra la festividad de la Santa Cruz: Bonares, Paymogo, Alosno, Campillo, Huelva, Las Delgadas, Moguer, etc., pero por su parecido con las cruces de Berrocal, la rivalidad y el pique se muestran sobre todo en dos localidades. La Palma del Condado, en la tierra llana, con la Santa Cruz de la Calle Sevilla y la Santa Cruz, Santa Caridad y Nuestra Senora del Rosario (Calle Cabo) por un lado (11), y por otro en Almonaster la Real, en la sierra de Huelva, con la Cruz del Llano y la Cruz de la Fuente.

No hay duda que la tradición crucena en toda la provincia de Huelva permanece viva año tras año. Fiestas como las de Berrocal, La Palma y Almonaster, con la rivalidad de fondo son buen ejemplo de ello. Esta misma rivalidad se manifiesta de forma diferente en Bonares, donde hay nueve cruces.

Esperamos que este trabajo haya servido para conocer más de cerca esta población del Andévalo onubense, hoy dañada por el fuego, pero que a buen seguro mantendrá viva la tradición.

____________

NOTAS

(1) Datos tomados del programa de fiestas de la Real Hermandad Sacramental de la Santa Cruz de Arriba del año 2001.
(2) Tomamos estos datos del trabajo de HERNÁNDEZ MORALES, Juan Antonio: “El culto a la Santa Cruz en Moguer”, en la Revista Montemayor del año 1999.
(3) Fiestas y Coplas… (ver nota siguiente) recoge una versión parecida. Las coplas aquí anotadas se deben a D. José Arrayás Mora, ya fallecido, que fue párroco de Berrocal desde 1940 a 1944, sin que pudiese, lamentablemente, recordar el resto.
(4) Hemos seguido de forma bastante esquematizada, e indistintamente los datos ofrecidos por la dos publicaciones siguientes: CALERO ROMERO, José Luis y DELGADO DE MORA, Carlos Javier: La Cruz Verde de Berrocal, Hergué Editorial, H-1999 y sin mención de autor: Fiestas y Coplas de la Santa Cruz de Arriba de Berrocal, Artes Gráficas Girón, H-1998, siendo la primera de ellas una obra muy documentada que trata en profundidad el devenir de la Cruz de Abajo y una excelente colección de coplas e historia de la Cruz de Arriba la segunda.
(5) Este punto no está constatado con ninguna encuesta o trabajo de campo. De forma visual puede observarse que hay más o menos la misma gente en los actos de cada Cruz. Hace unos años unas personas de Abajo nos indicaban que la proporción es de dos a uno a favor de los de Abajo, pero resulta difícil el mantenimiento de una rivalidad durante tantos años con esta proporción en un pueblo tan pequeño…
(6) RODRÍGUEZ BECERRA, Salvador: Las fiestas de Andalucía, p. 47, Gr- 1985. Cita tomada de MORENO NAVARRO, Isidoro: Las Hermandades andaluzas. Una aproximación desde la Antropología, (Sevilla, 1974).
(7) RODRÍGUEZ BECERRA, Salvador: Las fiestas de Andalucía, p. 82, Gr-1985.
(8) Véase RODRÍGUEZ BECERRA, Salvador: Op. cit., pp. 43-44.
(9) RODRÍGUEZ BECERRA, Salvador: Op. cit., p. 128.
(10) Huelva Información, Fin de Semana, pp. 6-7, artículos de Francisco Chaparro del día 27 de Abril del 2001.
(11) Sobre la rivalidad de las cruces de la Palma, hemos de constatar un incidente ocurrido en 1973, siendo a la sazón párroco de La Palma, D. José Arrayás Mora (véase nota 3). Este sacerdote escribió al diario El Correo de Andalucía una carta rectificativa de noticia, que, entre cosas, decía: “Después de las cuatro, por las rivalidades existentes entre las dos Hermandades de la Cruz de esta localidad, y sin que la parroquia tuviese nada que ver, se originó una especie de guerra de cohetes entre los dos bandos, aunque en lugares diferentes. Esto motivó que se incendiaran y explotaran varios paquetes de cohetes en la azotea de la capilla de la llamada Cruz de la calle Sevilla, que causó varios heridos, por desgracia algunos de gravedad”.
La cita esta tomada de MORENO NAVARRO, Isidoro: “Cofradías y Hermandades andaluzas”, colección Biblioteca de Cultura Andaluza, nº 17, nota de las pp. 90-91, Gr-1985.
Años después, ya jubilado, D. José Arrayás nos comentaba que: “la Cruz debía ser, no signo de rivalidad entre los cristianos, sino signo de unión entre los mismos”. De modo parecido se expresaba en el final de la carta dirigida al diario.

miércoles, 20 de abril de 2011

HISTORIA DE LA SEMANA SANTA DE VALVERDE DEL CAMINO. AÑO 1943.

Ofrecemos al lector el siguiente texto texto incluido en la Revista PAX de Semana Santa,  publicada en Valverde en 1943. Imprenta Fernández.

HERMANDAD DE NAZARENOS DE NUESTRO PADRES JESÚS DE LAS TRES CAIDAS, SANTO ENTIERRO DE CRISTO Y NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD.


Esta Hermandad es una continuación de la tradicional cofradía valverdeña de capiruchos negros, constituida en nuestra Parroquia, hace bastante tiempo, conservándose las Reglas redactadas en 1883.

Después de la reorganización decretada por el Sr. Cura Párroco de ésta en 1941, ha dejado de pertenecer a esta Hermandad el cuidado y culto de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, modificándose con este motivo su escudo compuesto ahora de dos cuarteles ovalados: el de la derecha, formado por las cinco cruces del Santo Sepulcro; el de la izquierda, el antiguo de la Hermandad con JHS y clavos bajo corona de espinas. Encima de ambos óvalos el anagrama de María y enmarcándolos las palmas triunfales rematadas en corona real.

La túnica, aparte la modificación del escudo y otros detalles que la hacen más penitencial, ofrece este año la novedad-que es mejor un volver a la primitiva observancia de los capiruchos de Valverde-del cincho de esparto en lugar de cíngulo.

La Hermandad hará su primera estación en el presente año a la Iglesia Parroquial desde su Ermita titular del Santo, en procesión de Silencio Con la Imagen de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas en su nuevo “paso” y con el horario y recorrido que figuran en el programa oficial.

La segunda estación será en la tarde del Viernes Santo con la tradicional procesión del Santo Entierro.

La Hermandad estrena este año lo siguiente:
§  Imagen del Cristo Yacente para la Urna, obra del escultor sevillano D. Antonio Bidón.
§  Imagen de la Virgen de la Soledad, obra del imaginero D. Sebastián Santos.
§  Paso del Señor de las Tres Caídas de estilo barroco con canastilla tallada y cuatro candelabros dorados.
§  Paso de la Urna, de estilo gótico florido, totalmente dorado con oro de ley.
§  Reforma y ampliación del paso de la Virgen de la Soledad.
§  Cruz de Guía con remates y escudo plateados.
§  Faroles para la Cruz de Guía cincelados en plata.
§  Remates de la Cruz del Señor del Santo cincelados y dorados con oro fino.
§  Juego Completo de Varas para la Junta de Gobierno
§  Faldones de damasco rojo, con escudos y broches bordados en tisú de oro, para el paso del Señor.
§  Setenta túnicas nuevas de rasete negro para los Hermanos.

La Hermandad ha costeado también la reforma de la puerta de la Ermita del Santo, con objeto de que pueda entrar y salir el “paso” nuevo del Señor.

Con el fin de que el pueblo de Valverde que siente la Semana Santa pueda darse cuenta exacta del enorme esfuerzo que esta Hermandad realiza en el presente año, diremos que el presupuesto de los estrenos arriba enumerados excede de las cuarenta mil pesetas, sin incluir los gastos de salida de las procesiones y cultos ya realizados. Lo que hacemos público para dar las gracias a los que han contribuido con sus donativos a que los proyectos pudieran plasmarse en realidad, a la vez que para rogar, en nombre del Señor del Santo, a todas las personas piadosas de Valverde que aún no hayan prestado su colaboración económica a estas obras, se apresuren a hacerlo, en la seguridad de que contribuyen al engrandecimiento de la Semana Santa y al renombre del pueblo.
-:
A. Rico. Valverde en  sepia 3, lámina 70.

lunes, 18 de abril de 2011

HISTORIA DE LA SEMANA SANTA DE VALVERDE DEL CAMINO (HUELVA). SUS COFRADIAS Y HERMANDADES:


Sobre la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de los Dolores

Revista de semana santa Pax.
Valverde abril de 1943 


Esta Hermandad, de reciente constitución, acoge en su seno la viejísima imagen de nuestra Señora de los Dolores, y así, al rescoldo de las viejas tradiciones de nuestra Semana Santa, se une en ella el calor y entusiasmo que los elementos jóvenes aportan, con el ferviente deseo de que nuestra Semana Mayor, vuelva a adquirir, y aún superar, el esplendor, majestad y solemnidad que un día la hicieran famosa.

La Hermandad
, ha merecido una cariñosísima acogida por parte del pueblo católica de Valverde, y aunque nuestras filas de Hermanos y Hermanas están ya hoy muy prietas, vivimos la esperanza, y en esto seremos machacones, de no cejar en nuestro empeño hasta acoger en ella a todos los católicos de Valverde.
Se encuentran infinitas dificultades para rodear nuestros cultos y sobre todo nuestras tradicionales procesiones, del esplendor que nuestro celo y empeño nos exigen, pero con el entusiasmo, generosidad y cooperación de nuestros Hermanos, vamos salvando compromisos económicos adquiridos y mirando con tranquilidad y confianza el provenir.

El “Paso” de estreno, primero de este tipo en Valverde, en que hizo estación el pasado año Nuestro Padre Jesús Nazareno, magnifica escultura lograda por el ilustre imaginero Sr. Castillo Lastrucci, lucirá en éste, determinadas reformas y sobre talla con motivos y alegorías de la Pasión, completando su exorno cuatro hermosos candelabros faroles, que formarán en cada esquina.
Nuestra Amadísima Titular, la Santísima Virgen de los Dolores
, hará este año estación en un “Paso” de estreno, delicado presente de los hijos a la Augusta Señora. Y la Junta de la Hermandad, que preside don Diego Fleming Rodríguez, estrenará también este año nueve varas, símbolos y atributos de sus Mandos.

Como la Imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, se construye actualmente en Madrid, por el celebrado artista Sr. Pérez Comendador, esta Hermandad, hará sólo estación el Jueves Santo, día 22, a las once de la noche, saliendo del Templo Parroquial y siguiendo el itinerario del pasado año. Para el próximo, ya en posesión del Cristo de la Buena Muerte, hará también estación en la tarde del Viernes Santo, en la solemne procesión del Santo Entierro.

Con la confianza puesta en Dios, marchamos con paso firme y seguro, y esperamos ver coronados con el éxito estos afanes nuestros, que hoy hacemos públicos y mañana haremos realidad. Todo para mayor Gloria de Dios y esplendor y solemnidad de nuestra Semana Santa.
Valverde Abril de 1943

A. Rico Valverde en Sepia 3, lámina 63


A. Rico. Valverde en Sepia, 3, lamina 72.  



sábado, 16 de abril de 2011

LOS ARMAOS: SEMANA SANTA EN VALVERDE DEL CAMINO:

LOS ARMAOS
Rafael Romero. Badajoz Marzo 1943
Revista Pax. Imprenta Fernandez.


Se me pide que rememore para este hermoso alarde de la Revista de Semana Santa valverdeña, algo muy peculiar de ella ligado a un sinnúmero de recuerdos y encuadrado en los más puros días de nuestra infancia. Tal es el hecho de los famosos ARMAOS, centuriones que escoltan los PASOS de Semana Santa no solo en Valverde sino en muchos lugares.

Pero hay ciertas notas características de nuestro pueblo, exclusivas de su manera de ser. Esta manera de ser valverdeña que da color y nota especial y distinta a todas sus cosas, porque Valverde siente y vive de forma  muy desigual al resto de los pueblos. Aparte de que cada cual sabe, torpe o felizmente, dotar de belleza sus más íntimos recuerdos...

Por lo que hace a esta tradición de los ARMAOS puedo asegurar sin error que, es una de las fuertes de nuestro pueblo. Es, sobre todo una hermosa tradición infantil y de niños solemos apegarnos con afán inusitado a lo más vistoso, heroico y viril.
Nos cautiva la marcialidad, nos seduce el riesgo, nos acosa la sed de aventuras y trasponemos un horizonte tras vislumbrar otro más lleno de esplendor.

Desde que las vísperas empezaban a tocar a las once de la mañana dejando de convocarnos para la escuela, hasta el Viernes Santo por la noche, el alma de cada niño valverdeño era un puro trajinar de espadas y lanzas, dalmáticas y cascos, borceguíes de colores y ritmo de marchas…
En aquellas tardes marceñas nos olvidábamos de construir represas en los charcos, saltarlos luego sin miedo, entablar feroces pedréas en los cabezos y por unos días dejábamos tranquilos los llamadores de las puertas, el arrastre de las enteras y la sigilosa atadura de los mantones femeninos. Todo nuestro mundo derivaba, como hacia un pináculo de luz al tema candente de la Semana Santa.

Se ensayaba en todas partes el paso marcial de los ARMAOS y desde el Pilar hasta el Royo, pasando por la Cruz de Calañas y los molinos, hasta los Valles, no había trozo de llano ni callejón sin una bandada de muchachos marcando el paso al estilo del os centuriones romanos.

 Duraba el ensayo la tarde entera, porque todos queríamos ser el CÉSAR de casco bruñido y reluciente espada o el gentil abanderado de la centuria. Sudábamos de afanes in contenidos por escalar esos puestos y a veces salíamos malparados porque el BARBIAN  de la partida imponía su ley de guerra. Ante el asombro de escardadoras y lavanderas que retornaban al pueblo como atraídas por el puro sonido del toque de la SALVE y a veces haciéndoles cortejo de honor, nos tragaban las calles de Valverde, mudos y solemnes (a retaguardia nuestros borreguillos inflamados de yerba) con nuestras espadas de madera, nuestras lanzas de adelfa y la ilusión alta como las primeras estrellas.

Era para nosotros la Cuaresma una rigurosa serenata marcial y hasta en la misma Escuela, cuando Don Jesús o el Predicador iban para hacernos la preparación al cumplimiento Pascual, al ponernos de pié, en cumplido saludo, nuestros cuerpos insensiblemente, como atraídos por magia, iniciaban el cadencioso movimiento de los ARMAOS acompañándolo de sonoros taconazos que D. Francisco se encargaba de cortar.

Nuestra emoción subía de punto cuando llegaban los días cumbres de la Semana Santa. Todo nuestro bullir era alrededor de los ARMAOS siguiendo primero el reparto de los uniformes en las Vicentinas, luego acosándolos a medida que se acercaba la hora de las procesiones. NO nos despegábamos de su lado aun a trueque de recibir golpes y empujones. Más de un corazón valverdeño al leer este breve recuerdo pensará con dulzura en aquel espectáculo del VALLE DE LA FUENTE, cuando, superada la estrechez del MATADERO, Cesar, capitán único de nuestros ARMAOS, mandaba abrir sus filas con un gesto singular dibujando en el aire con su espada el rito luminoso de la jerarquía y la calle resultaba angosta  a sus apuestos soldados. Entonces la música dejaba oír esas suaves estrofas que han formado el índice de nuestras fiestas cuaresmales y la procesión se extasiaba para nosotros formando un conjunto maravilloso, la URNa y los ARMAOS, los CAPIRUCHOS BANCOS Y EL PASO DE LA MUERTE, los cirios con dolor de lumbre y el afán de los niños que levantados nuestros antifaces no veíamos más que el ansia hecha color en el brillo de los uniformes. Eran unos momentos imborrables y sólo el consuelo de que al año siguiente tal vez formaríamos entre ellos, podía aminorar nuestra pena


Cabría decir con el poeta «HOY CON LOS HOMBRES VOY», no podemos renunciar a estos niños pero fantásticos momentos de la infancia. Para nosotros la Semana Santa era ante todo un cúmulo de emociones gradualmente repartidas desde el ensayo y juego a los ARMAOS hasta el ,traslado de piezas al Monumento, bajo la mirada gruñona y terrible del maestro Juan; el escondernos entre los bancos de a Iglesia para ver poner el paso de la Muerte y la Urna; trepar escaleras arriba hacia las bóvedas ignotas para desde ellas contemplar  el patio del colegio y el Pozo de la Tumba oteando nuestro corral y nuestra casa, subir a la torre para hacer girar la Matraca; acariciar en la sacristía los cascos de los ARMAOS en  los relevos de la guardia o figurar en el Santo Entierro, portando incensarios para ofrendar sus olores a las Tres Marías y hacer llorar de cansancio a la Verónica.

Emociones todas ellas que se posaron en el alma y que al removerlas hoy desde nuestra distancia nos hacen mirar las cunas de nuestros hijos que probablemente por ser de otra época más veloz y menos asequible al sentimiento no gozarán el placer de soñarse césares ni capitanes de soldados inverisímiles entre los cales quisiéramos con estas emociones formar algún día en guardia perpetua de Valverde frente a sus callejones abiertos a todos los cuadrantes, centuriones de su amor y tomar el camino de Dios con su mismo paso rítmico y solemne…

A. Rico. Valverde en sepia, 3, lám. 69

jueves, 14 de abril de 2011

LOS PRIMITIVOS HERMANOS DE LA BUENA MUERTE

LOS PRIMEROS CORAZONES BLANCOS:

LOS PRIMITIVOS HERMANOS DE LA BUENA MUERTE.-
__________________________________________________________________


Juan Carlos Sánchez Corralejo
La Chicotá, nº 4.  Marzo de 2005.  
Asociacion Cultural de Costaleros blancos

            



 Mediaba el mes de abril  de 1877 cuando farfullaba sus primeros balbuceos la  nueva Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, María Santísima de la Quinta Angustia y San Juan Evangelista, sita en la Iglesia Parroquial de Valverde del Camino. Inició sus primeros pasos con la aprobación de sus Reglas por parte del Juez Diocesano,  D. Ramón Mauri Puig, arcipreste de la Catedral de Sevilla y rubrica del secretario D. Francisco Cabero.

            La iniciativa de su fundación correspondió a cinco sacerdotes y ocho feligreses. Los miembros de la clerecía fueron D. Vicente Linares Bejarano (1831-1911), a la sazón cura propio,  y los presbíteros Benito de Mora y Morales (1823-1879), Diego Sánchez Mora (1836-1905), José María Pérez Bermejo (1843-1917) y José Manuel Vizcaíno Moya (1842-1908). 


D. Vicente Linares era natural de Zalamea. En su calidad de cura más antiguo actuó como presidente durante la reunión de elección del primer Cabildo, celebrada en la sacristía parroquial en fecha de 15 de julio de  1877. El zalameño fue además, por aquellas calendas, presbítero corrector de la Cofradía de Nuestra Señora del Mayor Dolor.

           
 Siguiendo los dictados del capítulo IV de las Reglas de la Hermandad, se procedió a la elección de los miembros del primer Concejo entre aquellos que se habían distinguido «por su celo y actividad en bien de la Cofradía». D. José Manuel Moya Matías (1844-1925), con domicilio en la calle Trinidad,  fue designado Hermano Mayor, cargo que ostentó desde 1877 hasta 1883. Desde entonces asumió la presidencia D. José Manuel Vizcaíno Moya (1842-1908), párroco-arcipreste valverdeño desde 1880 y artífice de la llegada a nuestra población de las Salesianas. Tras la muerte de éste último volvió ser elegido Hermano Mayor D. José Manuel Moya. 

       D. José María Pérez Bermejo se convirtió en su primer secretario. D. Benito compartió con el también presbítero Diego Sánchez Mora (1836-1905) las dos diputaciones eclesiásticas.  Otros presbíteros locales pertenecieron desde sus inicios  a la Hermandad, como Pedro Moya Camacho, párroco desde 1892,  o Benito Mora Morales (1823-1879), hijo del por entonces sacristán José María de Mora. Otros se incorporaron más tarde como D. Francisco Moya Vázquez, D. José Mora Bermejo, D. Ildefonso Limón Huertavieja, D. Manuel Limón Corralejo o D. Francisco Bernal Pérez.

            A los representantes de la clerecía local se unieron varios miembros de la buena sociedad valverdeña como los hermanos Rafael y Simón de Mora Moya, propietarios y rentistas locales, hermanos de padre del que más tarde sería arcipreste de Valverde, D. Jesús de Mora,  y D. Antonio de Sardi Muñoz. Este último era natural de Sanlúcar de Barrameda y  llegó a nuestra ciudad en calidad de jefe de explotación de la Mina Poderosa.  Recuérdese que desde fines de la década de 1870 dicha mina era trabajada por la Sociedad La Poderosa, mucho antes del traspaso de su activos primero a «Arnol Frank Hills y Cia» y más tarde a «The United Alkali». Don Antonio, junto a Rafael de Mora ostentó una de las dos primeras alcaldías desde 1877 hasta 1884.

            Los hermanos Mora Moya fueron hombres de iglesia y mantuvieron una estrecha vinculación con otros movimientos de  devoción  y más tarde con el  Centro Católico. D. Simón de Mora Moya (1850-1908) además de socio fundador de la Buena Muerte sería, andando el tiempo,  diputado de la Hermandad Sacramental y uno de los 42 socios fundadores de la Adoración Nocturna en 1904, su primer presidente hasta 1908 y otro de los artífices de la llegada a Valverde de las Salesianas.  Ocupó el cargo de fiscal de la Hermandad de la Buena Muerte desde 1877 a 1879, pasando más tarde por los cargos de tesorero  y vicehermano Mayor en 1901. 

D. Rafael Mora Moya fue un hombre clave en los primeros años de la Cofradía, además de prioste de la Sacramental desde la década de 1880.  Fue uno de los dos primeros alcaldes de la Hermandad cargo que ostentó hasta  1900, primero compartiendo responsabilidad con Antonio de Sardi y más tarde con Pedro Zarza Batanero y José Manuel Villadeamigo Santos, con la sola excepción del año 1894 en que fue nombrado primer Vicehermano Mayor, cargo de nuevo cuño creado precisamente aquel año, y  que volvió a ocupar en 1900. Desde 1903 simultaneo ambos cargos.  
   
         Andrés Batanero Geraldo (1846-1882) era cuñado de D. Simón de Mora. Comerciante de oficio y acostumbrado a las reglas contables, fue el primer tesorero. Las dos diputaciones eclesiásticas fueron ocupadas por Benito  de Mora Morales y Diego Sánchez Mora. 


Los primeros cuatro diputados seglares fueron Francisco Domínguez Vara, José Antonio Arroyo Castaño –sustituido en 1879 por José Mª Arroyo Palanco-, José Asuero Marín y José Manuel Villadeamigo Santos. Este último fue desde 1888  el secretario particular, administrador y hombre de confianza de los negocios particulares de  James Bull, el primer director gerente del ferrocarril  y de los trabajos de explotación de la mina  Buitrón. Villadeamigo fue Diputado hasta 1884, retomando otros cargos con posterioridad. 

            A lo largo de 1877, la Hermandad llegó a 38 hermanos, a los que habría que sumar el personal eclesiástico y 29 hermanas. Entre ellos sobresalen varios sexagenarios y alguna septuagenaria, a los que, además de la devoción a sus imágenes, debió atraer la oferta de honras fúnebres de la recién creada Hermandad. Entre los hermanos que se acogieron a la Congregación en el año de su creación sobresalen varias sagas familiares: los Vizcaíno, los Batanero, los Mora, los Bermejo o los Moya en sus diversas ramificaciones,  así como los Ramírez-Romero o los Márquez-Bernal, éstos últimos muy vinculados a la abogacía. Junto a ellos aparecen representadas las familias Mora-Morales,  Sardi-Mora,  Batanero-Geraldo, Arroyo-Palanco, Arroyo-Castaño, Ramos-Alamillo, Almeida Ramírez, Villadeamigo-Santos, Carrillo-Cejudo,  Domínguez-Vara,  Parreño-Cejudo, Álvarez-Cejudo, Moya-Camacho, Medina-Olías o Hidalgo-Linero. 


 No faltan otros como  los Ramírez-Romero, Carrrero-Lorca, Membrillo-Ribera, Ruiz-Díaz, Mantero-Arroyo. Gamonoso-Castilla, Díaz-santos, Camacho-Alamillo, Arrayás.-Ramírez, Berrocal-Arenas, Cuesto-Parra, Parra-Gómez o Palanco-Domínguez



  En los años siguientes el numero de asociados se amplió aún más el abanico de  apellidos valverdeños. Además se hermanaron en confraternidad el sastre y el abogado, el comerciante y el carpintero, el clérigo y el labrador

          


  Se unieron a la Buena Muerte varios grupos de hermanos de sangre como los  Mora Vizcaíno de la calle Camacho: Manuel y José,  los hermanos Manuel y Ramón Blanco Arrayás de la calle Nueva o los Villadeamigo Santos: Antonio  Mª de la calle de las Peñas y José Manuel de la calle Abajo, o las hermanas Palanco Domínguez: Lorenza y Mª Francisca, así como  los Ramírez Romero, Ana y José Antonio o  los Mora Calero, Pedro y Simón.           


  Como también es habitual muchos padres se hicieron socios  junto a sus hijos. Rita Parra Gómez se hizo hermana junto a su hija, Victoria Cuesto. Ignacia Díaz Santos (1819-1905), casada con el médico  D. Juan Miguel Ruiz Vázquez -natural de Salvatierra de los Barros (Badajoz)-, se dio de alta en la Hermanad junto a  sus dos hijas menores: Rita e Ignacia. D. Teresa de Mora Vizcaíno (1817-1907), casada con D. Gregorio José Vizcaíno Vázquez, ingresó en el Hermandad junto a alguno de su ocho hijos: Antonio, el abogado y Petra .   

De la misma manera, varios matrimonios se convirtieron en cofrades de forma simultánea, como los formados por el comerciante Andrés Batanero  Geraldo y su esposa Mª Reposo Arrayás,  Antonio de Sardi y Mª Reposo Mora, junto a la primera de sus hijas, Ana, o Manuel Hidalgo con María del Rosario Mora Bando y Francisco Batanero Mojarro con Josefa Batanero Geraldo. Igualmente aparecían como cofrades los hermanos de sangre de los miembros de la clerecía local: Juan Ignacio, hermano de D. Pedro Moya Camacho,  las dos hermanas de D. Benito Mora Morales:  Mª del Reposo y Mª Jesús (1839-1908)  o los hermanos del párroco Vizcaíno Moya: Juan, Pedro, Josefa María y Mª Bella.

            Fue asimismo una de las hermanas fundadoras Matilde Haffenden, hija de Tomás Haffenden, el enigmático pionero de la exploración minera del Valverde decimonónico. Aunque J. Ramírez Copeiro recompuso la biografía de Matilde Haffenden Dhalley,  tal como era conocida a nivel oficial, el libro de asientos de la Cofradía cambia su segundo apellido por el de Ramírez y la indeterminación legal del nombre de su madre por la de una tal Gregoria Ramírez. La sevillana se casó más tarde con el médico-cirujano valverdeño D. Francisco Zarza Arroyo, extendiendo la devoción blanca a la familia de su marido. 
           
 Algunos de estos cofrades buscaron la protección de la Hermandad siendo niños, otros apenas adolescentes y unos cuantos cuando ya había llegado al ocaso de su vidas.  Entre ellos sobresale el caso de una septuagenaria, Rita Parra Gómez (1799-1887) que finalmente vivió hasta los 88 años. 


 Todos los hermanos se comprometían a «llevar una vida arreglada y en todo conforme a la Ley Santa del Señor a fin de obtener la gracia de una buena muerte, preciosa a sus divinos ojos», así como  a confeccionarse por su cuenta la túnica de algodón blanca, el antifaz de merino morado, el cíngulo de hilo de color dorado, los guantes blancos y los zapatos de charol para rendir pleitesía a sus titulares en la Semana de Pasión, la mañana del Viernes Santo. 


APENDICE:


Cuadro 1. Los primeros hermanos de la Buena Muerte. Año 1877

Hermanos /nº de inscripcion
Padres de los hermanos
Domicilio

  1.  
Andrés Batanero Geraldo (1846--1882)
Andrés y Josefa
Arriba, 20

  1.  
Alejandro Calero Mariano (1823-1885)
Manuel y María Manuela


  1.  
23. Antonio Arroyo Castaño
Francisco y Josefa
Martín Sánchez, 14

  1.  
Antonio de Sardi Muñoz
José y Florentina
Real de Abajo, 13.

  1.  
Ana de sardi Mora
Antonio y Mª de Reposo


  1.  
Ana Ramírez Romero
Jerónimo y Mª del Rosario


  1.  
30.Antonio Almeida Ramírez
Román y Francisca
Camacho, 6

  1.  
Antonio Vizcaíno Mora
Gregorio y Teresa
Fuente, 46

  1.  
38. Antonio María Villadeamigo Santos
José y Manuela
Peñas, 34

  1.  
Benita Carrero Lorca
Manuel y Francisca


  1.  
Benita Membrillo Ribera
Diego y Lucia


  1.  
D. Benito Mora Morales (1823-1879)
José María y Catalina
Real de Abajo, 13

  1.  
Blas Gallardo Membrillo (1835-1889)
Andrés y Lorenza
Arriba, 10

  1.  
13. Cecilio Carrillo Cejudo
Miguel y María Concepción
Carpinteros, 15
15.     
28. Cristóbal Arrayás Moya
Pedro y Reposo
Camacho, 8

  1.  
31. Diego Sánchez Mora, (1836-1905)
Diego y Gregoria
D. Rodrigo Caballero, 10

  1.  
32 (bis) D. Francisco Domínguez Vara
Diego y María del reposo
Fuente, 6 (ó 60)

  1.  
5. Francisco Álvarez Cejudo (1826-1904)
Rodrigo y Francisca
Plaza, 8

  1.  
3. Francisco Batanero Mojarro (1833-1909)
Andrés y Ana
D. Pedro Castilla, 2

  1.  
32. Francisco Bermejo Fernández (1839-1912)
Manuel y María
Nueva, 12

  1.  
Francisco de Mora Marín
Francisco y Juana
Andrés Blas 13

  1.  
Francisco Márquez Bernal (1861-1888)
Francisco y Gregoria
 Plaza, 23

  1.  
17. Francisco Moya Vázquez  (1821-1892)
José y María Jesús
Camacho, 37

  1.  
Francisca Gamonoso Castilla
Francisco y Lucía


  1.  
Ignacia Díaz Santos (1819-1905)
José Blas y Francisca


  1.  
Ignacia Ruiz Diaz
Juan e Ignacia


  1.  
1. José Manuel Moya Matías (1844-1925)
Pedro y María
Trinidad

  1.  
2. José María Pérez Bermejo,
Eusebio y María Teresa
Fuente 34

  1.  
18. José Asuero Marín (1848-1918)
José e Isabel
D. Pedro Castilla, 3

  1.  
4. José Manuel Batanero Batanero

D. Pedro Castilla, 2

  1.  
20. José Manuel Villadeamigo Santos
José y Manuela
Abajo, 41.

  1.  
14. José Rafael de Mora Moya
Cristóbal y Josefa María
Duque, 34

  1.  
6. José Manuel Vizcaíno Moya (1842 -1908).
Manuel y Josefa
Abajo, 34

  1.  
7. Juan Vizcaíno Moya
Manuel y Josefa
Abajo, 34

  1.  
37. José Lorca Castilla
Juan y Josefa
Alcolea 4

  1.  
Josefa María Vizcaíno Moya
Manuel y Josefa


  1.  
15. Jesús Vizcaíno Vizcaíno
José y María Josefa
Nueva

  1.  
12. José Antonio Freire Cejudo
Gabino y Mª Jesús
Carpinteros, 15

  1.  
José Antonio Ramírez Romero (1862 -1881)
Gerónimo y Mª del Rosario
D. Rodrigo Caballero, 11

  1.  
José Arroyo Ramírez
Martín y Josefa
Luis Fernández 13

  1.  
José Contioso Pernil
José y María Josefa
Carpinteros, 12

  1.  
José Domínguez Barrera (1816-1878)
Francisco y Mª del Dolor
Andrés Blas, 2

  1.  
José Manuel Batanero Batanero
Pedro y Josefa


  1.  
22. José María Arroyo Palanco
Cristóbal y María del Dolor
Andrés Blas., 13

  1.  
16. José María Medina Olías
Pedro y Mª Rosario
Sol, 2

  1.  
36. José María Mora Moya (1858-1903)
Cristóbal y Mª del Reposo
Camacho, 23

  1.  
27. José Mora Vizcaíno
José Antonio y Catalina
Camacho, 18

  1.  
10. Juan Ignacio Moya Camacho (1852-1910)
Cristóbal y María Josefa
 Nueva 40

  1.  
25. Juan Parreño Cejudo (1848-1909)
Bartolomé y Ana María
Duque, 2

  1.  
Lorenza Palanco Domínguez (1887-1882)
Joaquin y Josefa
Peñuelas, 46

  1.  
Mª de la Bella Vizcaíno Moya (1844-1889)
Manuel y Josefa
Real de Abajo, 34

  1.  
Mª del Rosario Ruiz Díaz (1849-1903)
Juan e Ignacia
Real de Abajo, 26

  1.  
Mª Josefa Camacho Alamillo (1817- 1880)
Pedro y Concepción


  1.  
Manuel Blanco Arrayás
Manuel Josefa
Nueva, 18

  1.  
Mª de Jesús Mora Morales (1839-1908)
José María y Catalina


  1.  
35. Manuel García Domínguez
Rosendo y María Candelaria
Nueva, 59

  1.  
Mª del Dolor Arrayás Ramírez
Ramón y Romana


  1.  
29. Manuel Hidalgo Linero (1844-1911)
Juan y Mercedes
Trinidad, 7, 2º

  1.  
26. Manuel Mora Vizcaíno
José Antonio y Catalina
Camacho, 18

  1.  
24. Manuel Ramos Alamillo (1846.1909)
José y María del reposo
Arriba, 15

  1.  
Mª Reposo Arrayás Rite (1848-1888)
Alonso e Inés


  1.  
María del Reposo Mora Morales (1833-1902)
José María y Catalina
Real de Abajo, 13

  1.  
Mª del Rosario Mora Bando (1849-1913)
Gregorio y María Manuela


  1.  
Mª del Rosario Romero Camacho
Antonio y Ana


  1.  
Mª Francisca Palanco Domínguez
Joaquin y Josefa


  1.  
Mª Teresa Bermejo Romero, Sexag
Francisco y María del Dolor


  1.  
Matías Modesta Berrocal Arenas
Andrés y Bella


  1.  
Matilde Haffenden Ramirez (1860-1886)
Tomás y Gregoria


  1.  
21. Pedro Mora Calero
José y Leonor
Duque, 11

  1.  
9. Pedro Moya Camacho, Pbro. (    -1911?)
Cristóbal y María Josefa
Fuente, 21

  1.  
Petra Vizcaíno Mora
Gregorio y Teresa


  1.  
Ramón Blanco Arrayás
Manuel y Josefa
Nueva 18

  1.  
Ramona Becerro Santos
Lorenzo y Ana


  1.  
Rita Ruiz Diaz
Juan e Ignacia


  1.  
Rita Parra Gómez (1799-1887)
José y Victoria
C\ Fuente 43

  1.  
11. Simón de Mora Moya
Juan José y Catalina
D. Rodrigo, 5

  1.  
19. Simón de Mora Calero
José y Leonor
Luis Fernández

  1.  
D. Teresa de Mora Vizcaíno ( 1817-1907)
Simón y Josefa
General Berna 46,

  1.  
8. Vicente Linares Bejarano, Pbro (1831-1911)
Cipriano y María Josefa
Fuente, 17
80.     
Vicenta de Mora Alamillo
José y Mª del Dolor


  1.  
Victoria Cuesto Parra
Manuel y Rita